Existen numerosas razones por las que una persona podría querer “desaparecer” de internet, borrando todo rastro de su actividad digital. Podría ser para limpiar su imagen y mejorar las perspectivas laborales, eliminando opiniones polémicas expresadas en redes sociales durante la juventud. Quizás busque cortar lazos con relaciones del pasado con las que prefiera no mantener ningún tipo de contacto. O bien, podría estar motivado por razones ideológicas, como protestar contra el denominado “capitalismo de vigilancia” y oponerse al control y seguimiento por parte de las grandes corporaciones tecnológicas.

Entre los motivos más fundados para tomar esta determinación se encuentra la intención honesta de proteger la privacidad en línea para intentar reducir al mínimo el riesgo, siempre latente, de ser víctimas del robo de identidad, phishing, o ciberestafas. La enorme cantidad de datos personales disponibles libremente en la web, como nombres, direcciones de correo electrónico, direcciones físicas y detalles de la vida personal y profesional puede hacer que muchas personas sean fácilmente vulnerables a los oscuros propósitos de los ciberdelincuentes.

Independientemente del motivo, hay que tener presente que borrar completamente la huella digital de internet no solo es extremadamente difícil, sino imposible. Esto se debe a que una vez que la información se publica en la web, puede ser copiada y almacenada en diferentes plataformas y servidores, lo que dificulta su eliminación. Además, algunos sitios como Internet Archive conservan versiones antiguas de páginas web al igual que un mosquito preservado en ámbar guarda una instantánea del pasado: intacta y congelada en el tiempo.

Si el dinero no es un problema, lo ideal es contratar alguna de las múltiples empresas que se dedican específicamente a esta tarea. Provistas de una amplia gama de recursos que van desde abogados especializados en la protección de datos personales a expertos en gestión de la reputación online, estas firmas pueden encargarse de diversas acciones. Desde solicitar la eliminación de contenido a administradores de sitios web hasta gestionar procesos legales para borrar información perjudicial o no deseada. Esto incluye el manejo de las políticas de privacidad de los motores de búsqueda, la aplicación de técnicas de desindexación y un profundo conocimiento de la legislación relacionada con la protección de datos y el derecho al olvido en diferentes países.

Si por el contrario, no se dispone de la holgura económica suficiente para contratar estos servicios profesionales, la alternativa más accesible es armarse de tiempo y, sobre todo, mucha paciencia. Si bien los resultados pueden no ser tan exhaustivos como los que se conseguirían a través de una asesoría especializada, definitivamente se puede reducir significativamente la huella digital mediante un enfoque DIY (hazlo tú mismo), logrando una reducción considerable de la exposición pública online y mejorando sensiblemente la protección de la privacidad.

Empresas como Google, Meta y otros gigantes publicitarios recolectan una amplia variedad de datos personales que utilizan con diversos fines; desde mejorar sus productos y servicios y personalizar la experiencia del usuario, hasta ofrecer publicidad dirigida. Entre el tipo de información que estas tecnológicas recopilan se encuentran:

-Datos demográficos: Edad, sexo, ubicación geográfica, idioma, intereses, educación, estado civil.

-Datos de contacto: Nombre completo, dirección de correo electrónico, números de teléfono.

-Información de dispositivos: Tipo de dispositivo, como celular, tablet y computadora, sistema operativo, navegador web, dirección IP.

-Historial de búsquedas: Todo lo que buscas en sus plataformas, desde productos y servicios a personas.

-Historial de compras: Productos y servicios adquiridos a lo largo de los años.

-Interacciones sociales: Amigos, grupos a los que perteneces, publicaciones, comentarios, reacciones.

-Información de ubicación: A través de GPS o conexión a redes Wi-Fi pueden establecer tu ubicación y registrar tus recorridos.

-Información económica: Datos de tarjetas de crédito y débito y de diferentes plataformas financieras.

Datos de salud: Si utilizas aplicaciones de salud o wearables vinculados a estas plataformas, pueden acceder a información sobre tu actividad física, patrones de sueño, ritmo cardíaco, niveles de estrés e incluso datos más específicos como tu ciclo menstrual.

Toda esta información personal, almacenada a lo largo de años -si no décadas- de uso en diversas plataformas, también está en manos de innumerables brokers de datos de los que nunca oíste hablar, que la almacena y comercializa. Estas empresas forman parte de un ecosistema complejo e invisible para el consumidor promedio, que operan recopilando, analizando y vendiendo datos personales a una variedad de clientes, desde agencias de marketing a instituciones financieras y agencias gubernamentales. Este es uno de los factores que hace virtualmente imposible lograr eliminarse por completo de la red.

Muchas de estas compañías tienen procedimientos establecidos para solicitar la eliminación de la información personal, pero no deja de ser un proceso laborioso que puede llevar cientos de horas. Como era de esperarse, si se dispone del dinero suficiente, se puede contratar un servicio que se encargue de esta tediosa tarea. Estas agencias de eliminación de datos operan enviando solicitudes en nombre de sus clientes, monitoreando constantemente la aparición de nueva información y gestionando el proceso de principio a fin. Así y todo, estas empresas tampoco pueden garantizar la eliminación completa y permanente de esta información por la naturaleza dispersa y replicable de la información en internet.

Un buen punto de partida para comenzar a reducir la presencia digital son las redes sociales, ya que mientras las siga utilizando, continuará generando datos y profundizando su rastro online. Facebook, Instagram, X (antes Twitter), Linkedin, Reddit, TikTok y Spotify son algunas de las piezas del enorme rompecabezas que conforman la huella digital de una persona. Sin embargo, también será necesario apelar a la memoria para recordar aquellos foros en los que solía participar en acalorados debates en la primera década del 2000, y que por algún extraño capricho del destino (o de su administrador), todavía existe en algún rincón perdido de la web. Uno por uno, debería ingresar a cada uno de estos servicios y eliminar su cuenta de usuario. También debería considerar la eliminación de perfiles en portales de empleo y plataformas de freelancing si ya no se utilizan, al igual que sitios de recomendación como Tripadvisor, Foursquare o Yelp, solo para nombrar algunos.

Eliminarse de los resultados de Google no es una tarea sencilla. Aunque el buscador ofrece una herramienta para solicitar la eliminación de información, el éxito de dicha solicitud dependerá de varios factores, como las leyes del país de residencia, la naturaleza de la información y el contexto en el que fue publicada. Google evaluará cada caso considerando sus políticas internas y el marco legal aplicable, pero si se trata de registros públicos o noticias, es poco probable que la información sea eliminada.

No obstante, cuando se trata de contenido sensible, como imágenes explícitas publicadas sin consentimiento, deepfakes, datos personales que pongan en riesgo la privacidad o imágenes de menores de edad, las probabilidades de que se acceda a la solicitud aumentan considerablemente. En estos casos, la empresa prioriza la protección de la privacidad y la seguridad, eliminando el contenido de sus resultados de búsqueda.

Es necesario destacar que la exclusión de resultados en Google no implica la desaparición del contenido original de internet, ya que la información seguirá existiendo en la fuente original. Será necesario contactar directamente con el propietario o administrador del sitio web para solicitar la eliminación completa del contenido. En casos de mayor urgencia o gravedad, el asesoramiento legal especializado puede llegar a ser alternativa más efectiva para proteger la reputación por vías jurídicas, ya que con frecuencia los reclamos provenientes de particulares suelen ser procesados con menor prioridad o directamente ignorados.

En definitiva, eliminarse (casi) por completo de internet solo funciona si nunca más vuelve a conectarse. La realidad es que, en un mundo hiperconectado como el actual, lograr una desaparición digital total es prácticamente imposible sin renunciar a las ventajas que ofrece la tecnología. Aún así, se pueden tomar algunas medidas para reducir la huella digital, limitando la cantidad de información que se comparte.

Si la privacidad es una prioridad, es el momento de abandonar las redes sociales y cambiar a buscadores centrados en la confidencialidad, como DuckDuckGo, Brave Search o Startpage, que permiten navegar sin ser rastreados. Contratar un servicio de VPN, que encripta los datos de navegación y oculta la IP también hará mucho más difícil que terceros rastreen la actividad online. Si bien estas medidas no garantizan una cortina de privacidad total, sí contribuyen considerablemente a proteger la información personal.