En lo que ya se estableció como una marca registrada de la narcocriminalidad local, este jueves un fiscal acusó a un preso de la cárcel de Coronda por instigar un homicidio. El caso fue uno de los tantos hechos de sangre que este año enlutó las calles de Tablada, en uno de sus focos más calientes: La Planchada, como se conoce el sector de Seguí y Chacabuco y zona de influencia.
Como si fuera una historia circular en la que los procesos judiciales terminan en condenas pero la violencia sigue rampante en las calles, viejos protagonistas de la crónica policial no se resignan a ser olvidados y vuelven al ruedo desde su calabozo.
Es el caso de Joel Gabriel Ibarra, vecino de la cortada Pedro De Paoli. Está a la sombra desde enero de 2014, cuando la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) lo detuvo en Villar y Esmeralda por presentar dos pedidos de captura por homicidio. Las muertes de Nicolás Horacio López, jugador de las inferiores de Central, y Nicolás Iván Basualdo. Ambos fueron acribillados en un lapso de 15 minutos una madrugada de febrero de 2013, en el mismo barrio de la zona sur. En aquel entonces Ibarra tenía 21 años.
Para diciembre de 2016, Ibarra terminó condenado en un juicio oral a 20 años de prisión por esas dos muertes violentas y una tentativa. Hasta el final se declaró inocente. Incluso recurrió a segunda instancia pero los camaristas le bajaron el pulgar y confirmaron la condena en 2017.
En marzo pasado un escrito intimidante que apareció en la primaria Nº 61 Juan Galo Lavalle, en Juan Manuel de Rosas al 4000 volvió a traer a Ibarra a la calle. Tiempos recientes de violencia recargada.
“Joel Ibarra, que está preso en el pabellón 8 de Coronda, es el que manda a tirar tiros en las escuelas. Se mete con los chicos. Seños hagan algo. Justicia. Con los chicos, no”, decía el escrito. Ese día suspendieron las clases.
El fantasma de este recluso volvió a aparecer este jueves. Al menos en la pantalla del Centro de Justicia Penal, donde siguió una audiencia imputativa que lo tuvo como protagonista. El fiscal Adrián Spelta lo acusó de ordenar el crimen de un antiguo vecino. En la jornada el fiscal también acusó a uno de los supuestos tiratiros que cumplió el recado mortal.
La muerte del Cordobés
En los primeros minutos del 4 de marzo, en un pasillo cercano al cruce de Chacabuco y pasaje Villar, mataron de un tiro en la cabeza a Maximiliano Daniel “Cordobés” Bazán, de 30 años.
El crimen fue practicamente en la puerta de su casa, ubicada en Villar al 19. La dupla de tiradores no escatimó plomo: la Policía reportó 14 vainas y 9 impactos en un domicilio.
Nada se supo en más de 9 meses de este caso. Sólo que Bazán tenía algunos antecedentes por delitos de poca monta en la década pasada. Días después, el escrache a Ibarra apareció en la escuela de Juan Manuel de Rosas al 4000.
Para el fiscal, que prefirió tener en reserva sus hipótesis en cuanto al móvil, Ibarra instigó el asesinato de Bazán por WhatsApp desde su celda de Coronda. Quien habría cumplido con la orden fue Benjamín Emanuel F. (19), otro pibe de Tablada, que ante el juez dijo ser herrero. Habría un tercero no identificado.
La calificación legal dio cuenta de crimen premeditado y con promesa remuneratoria, es decir, que hubo dinero de por medio. El delito prevé prisión perpetua y en esta instancia el juez Alejandro Negroni dio por convalidada la imputación y dictó prisión preventiva sin plazos.