El juez Hernán Postma dispuso la prisión preventiva sin plazos para un joven de 21 años sindicado como uno de los coautores del crimen del tatuador Pablo Bonda el 25 de enero en Perú al 1900, en la zona oeste de Rosario. El imputado cayó detenido cinco días después del hecho en el marco de un allanamiento de la Policía de Investigaciones luego de que el fiscal recibiera testimonios que lo señalaron como uno de los posibles homicidas

El acusado por el fiscal Alejandro Ferlazzo fue identificado como Juan Bautista Báez, conocido como Gordo Juan, a quien le atribuyeron haberse presentado con una moto Honda CBX Twister negra sin patente junto con otro sujeto no identificado en Perú al 1900.

Eran las 15.30 y Bonda se había bajado de un taxi junto con su esposa, Mara. Juntos habían salido a hacer mandados. Estaban prácticamente en la puerta de su casa cunado se cruzaron con la Twister, que les pasó por al lado y luego giró en U. Tanto el piloto como el acompañante llevaban cascos y “ropa de trabajo” azul.

En ese momento el acompañante bajó armado y comenzó a disparar contra Mara, pero los proyectiles no le impactaron. Y de inmediato balearon en el pecho a Pablo, que cayó y terminó rematado con al menos tres disparos en la cabeza.

Según se desprende de las actuaciones policiales, la causa tuvo un empujón ese mismo día. A los investigadores les llegó la información de que los homicidas se habían ocultado en una vivienda de Monte Flores al 6900 tras cometer el crimen.

Personal policial allanó el domicilio, encontró dos cascos y la ropa que serían los utilizados por quienes mataron a Bonda. También fueron identificados los moradores, que poco después recuperaron la libertad, pues no había elementos para ligarlos al crimen.

Las medidas continuaron luego en la casa del Gordo Juan, ubicada en Perú al 2500, donde los investigadores secuestraron la Twister, que presentaba adulteraciones en los guarismos del moto. El Gordo Juan terminó detenido en ese mismo domicilio cinco días después.

El juez Postma valoró las evidencias presentadas por la fiscalía e impuso prisión preventiva por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación de arma.

Sin embargo, a esta instancia de la investigación, aún no asoma un móvil concreto de por qué asesinaron al tatuador oriundo de Quilmes, Buenos Aires, quien seis años atrás se radicó en Rosario para vivir con su mujer y, al menos según declaraciones, no mantenía conflicto alguno que pudiera decantar en semejante ejecución.