Los cruces que se dieron esta semana entre diputados provinciales de la UCR y el socialismo parecen marcar un punto de inflexión en la relación de ambas bancadas, que hasta aquí había evitado altercados públicos para zanjar diferencias.
El que accionó la escalada fue el sector del radicalismo que lidera Maximiliano Pullaro. Acusó un “contubernio” entre el bloque socialista y el peronismo para digitar los pliegos de 36 jueces comunales (formalmente jueces de pequeñas causas, ex jueces de paz) que mandó el Ejecutivo y de haber dejado sin quórum la sesión del jueves, de nuevo en sintonía con el PJ, para evitar que se votara la interpelación a la ministra de Gobierno Celia Arena y el secretario de Justicia Gabriel Somaglia por ese tema.
En la tarde de este sábado la bancada socialista que lideran Joaquín Blanco y Clara García respondió: “Negamos rotundamente la existencia de cualquier tipo de acuerdo y repudiamos cualquier intento político de asociar a nuestro partido con algún tipo de maniobras para designar jueces y fiscales que no sea según los mecanismos establecidos”, dice el comunicado del bloque. En otro tramo, sin nombrarlo, le apunta a Pullaro y su sector: “Nos llama la atención que algunos sectores de la política dirijan las críticas al socialismo, ensucien con nombres propios a personas sin mostrar pruebas, como si nuestro partido hoy fuera gobierno y como si esos pliegos estuvieran aprobados. No vamos a permitir ni a tolerar falsas acusaciones, extorsiones ni aprietes públicos propios de una forma de hacer política que no compartimos ni aceptamos”, dice la bancada socialista, en un descargo que otros sectores del partido le pidieron que hiciera para aclarar las dudas que se instalaron.
Eso en lo formal del comunicado. Por lo bajo voces del socialismo no se privan de hacer notar el acuerdismo permanente con el oficialismo por parte de los senadores del radicalismo, casi todos del mismo sector de Pullaro.
Hay otro frente que mereció la ocupación por parte del socialismo. A última hora del viernes, el ex gobernador Antonio Bonfatti hizo una presentación ante el fiscal general de la provincia, Jorge Baclini, donde solicita que se le informe si su persona aparece mencionada en alguna investigación en proceso, y en ese caso poniéndose a disposición. La presentación va a la par de un respaldo de todo el socialismo en bloque, que se conocerá en las próximas horas, en la que rechaza lo que considera acusaciones injuriosas en relación al desarrollo del narcotráfico durante los cuatros años de ese gobierno socialista.
Volviendo al cortocircuito con la bancada de diputados radicales de Pullaro, el trasfondo pasa por el perfil opositor de cada uno en la Legislatura, pero también por las diferencias a la hora de construir un frente electoral en 2023.
Mientras Miguel Lifschitz ordenaba a todo ese bloque opositor desde el olimpo del Frente Progresista la historia fue una. Ya sin el ex gobernador, el espacio mantuvo potencia política y le disputó palmo a palmo la agenda al perottismo, pero se modificaron los circuitos de toma de decisiones y los distintos espacios asumieron autonomía para relacionarse entre sí y con el Ejecutivo. Las decisiones pasaron de ser zanjadas por una instancia superior que sobrevolaba a todas las partes, a criterios horizontales entre pares.
Lo que ocurrió con los jueces de pequeñas causas obedece a una situación que quien viene siguiendo esta columna dominical ya conoce: mientras el precandidato a gobernador Maximiliano Pullaro y su sector UCR Evolución ejercitan una oposición frontal y dicen que con el gobierno de Perotti no hay nada que negociar, el socialismo (y otros sectores radicales de Juntos por el Cambio) se da una estrategia tema por tema. Eso hace que los dos espacios, que juntos controlan prácticamente el 50 por ciento de la Cámara de Diputados, coincidan en votaciones y posicionamientos la mayoría de las veces, pero en otros no. El asunto es que esta semana, por algún motivo, esas diferencias ya no pudieron ser procesadas como antes y los decibeles se dispararon a niveles superlativos.
Cuando hace un año por primera vez votaron separados, en ese caso la ley Santa Fe + Conectada, también hubo algún atisbo de reproche desde el bloque pullarista al socialismo, pero quedó ahí, superado rápidamente por el tratamiento del presupuesto 2022 que requirió un abroquelamiento sin fisuras de casi todo el arco no peronista a la hora de defender partidas y los intereses de sus intendentes.
En este caso, Pullaro cruzó a los otros espacios que mantienen canales de diálogo abierto con el Ejecutivo, en especial al socialismo que es el más numeroso de la Cámara baja. No tiene sentido jugar de opositor intransigente si después va a quedar ladrando a la luna solo porque otros grupos de la oposición se sientan a negociar con el Ejecutivo.
No es distinto a lo que ocurre a nivel nacional cuando el macrismo duro censura los contactos de legisladores y gobernadores radicales con la Casa Rosada, los califica de tibios y acuerdistas.
En Santa Fe, si cada vez que algún sector se siente a dialogar con el Ejecutivo los otros lo van a interpretar como una deslealtad, traición, o contubernio, como ocurrió en este caso con los jueces comunitarios, las relaciones se van a deteriorar indefectiblemente, por lo tanto confluir en ese gran espacio electoral resultará un objetivo cada más complejo.
Una primera consecuencia ya se dio esta semana. Fabián Palo Oliver, el único diputado radical que no es ni tiene interés en ser parte de Juntos por el Cambio, comunicó su renuncia al interbloque del Frente Progresista y armó bloque unipersonal. Es la antesala al acuerdo electoral del que están hablando con sus pares Rubén Giustiniani, Carlos Del Frade, y la ex diputada Alicia Gutiérrez, entre otros. Oliver fue el primero en denunciar un acuerdo oficialismo-sectores de la oposición por el tema jueces comunitarios, y sobre esa base adelantó su salida del espacio que históricamente compartía con el Partido Socialista, el CREO de Pablo Javkin, el PDP y el GEN.
Aunque el pullarismo asegura que el cortocircuito con el socialismo “obedece única y exclusivamente al tema de los jueces” comunitarios y que “no tiene por qué poner en riesgo” la conformación de un gran frente opositor del que se viene hablando para 2023, la escala que tuvo su reacción (para algunos sobrerreacción) hizo pensar con dos cuestiones que ocurrieron en los últimos días.
Por un lado la negativa del socialismo a ser parte del encuentro que Juntos por el Cambio organizó el martes pasado en la UNL y al que concurrieron el resto de los posibles socios de esa coalición, incluido el intendente Javkin.
Unos días antes se había hecho la formalización de la alianza entre el sector de Pullaro y José Corral, ex intendente de la capital provincial, jugada que incluyó el anunció de la precandidatura a intendenta de Santa Fe de Adriana Molina y del propio Corral a legislador.
Este movimiento implica plantarle guerra interna por anticipado al intendente Emilio Jatón. Pero además es una jugada que no obedece a una estrategia coordinada sino a los intereses de esos dos grupos radicales.
Esto es algo que se habló el viernes en el encuentro que el intendente Javkin mantuvo, horas antes de partir a Estados Unidos, con todos los sectores internos del socialismo y el radicalismo que referencia María Eugenia Schmuck. Los allí presentes coincidieron en que el futuro frente de frentes o como vaya a llamarse debe ordenarse en función de los partidos que lo compongan y en base a una estrategia electoral planificada en conjunto y no en función de las candidaturas, donde cada uno arme según sus intereses particulares en función de una postulación en una ciudad o una banca de legislador, sino con política a fondo para recuperar la provincia.
Por eso la prematura movida Pullaro-Corral para algunos es la muestra de que hay un sector de la UCR que cree que con sumar al intendente Pablo Javkin alcanza para ganar la provincia sin necesidad del socialismo. Esa especulación nace en 2021: “Si en las legislativas le ganamos a la lista de Perotti y Cristina por 7 u 8 puntos con el socialismo compitiendo por afuera, eso demuestra que no los necesitamos”. Refuerzan la idea con un dato que toman de las encuestas: la marca Juntos por el Cambio mide más que cualquiera de los posibles candidatos.
Pullaro transmite que él sigue apostando al frente ampliado con socialistas y el PRO adentro. Pero además hay que escucharlo a Javkin: “Eso no existe. Es con todos adentro y de carácter santafesino o no cuenten conmigo”, reiteró este fin de semana mientras cerraba la valija con la que viajará esta noche a Estados Unidos y de allí a Barcelona, satisfecho por los resultados médicos después del tratamiento que le anunció a la ciudad que debía realizarse.
En el otro extremo del arco opositor, la conducción del PRO (hay macristas con Pullaro y otros con los radicales de Julián Galdeano y la senadora Carolina Losada) cree que lo del frente ciento por ciento santafesino que propone Javkin y el socialismo “es cada vez más inviable”, sobre todo si el gobernador Omar Perotti retrasa el cronograma electoral de la provincia y lo pega al nacional. “Si las elecciones a gobernador son el 3 o el 10 de septiembre se va a nacionalizar todo, van a estar mezcladas las elecciones nacionales y provinciales, no hay margen para encapsular la elección santafesina”, dice Cristian Cunha, presidente del partido. Perotti lee el tablero en la misma clave y sabe que la nacionalización incomoda de sobremanera al socialismo y a Javkin, cuyas bases acuerdan con la necesidad de ampliar la política de alianzas, pero lo rechazan si ello los lleva a confundirse con Juntos por el Cambio.
Por primera vez en tres años de gobierno puede decirse que Perotti metió un pleno en la Legislatura provincial. Sus operadores consiguieron los apoyos para bloquear las interpelaciones a dos funcionarios cercanos y la oposición terminó peleada y enredada en acusaciones mutuas. Algo parece haber cambiado esta semana en ese sector de la galaxia política santafesina.