En lo que va del año, 54 escuelas en Rosario y la región debieron suspender sus clases en algún momento por ser baleadas o bien, por ser blanco de amenazas. El número fue contabilizado por la Asociación de Magisterio de Santa Fe de Rosario (Amasafé) desde donde advirtieron que además de la pérdida de días de clases, se incrementó el ausentismo tanto en docentes como en alumnos por el miedo y el estrés que causan estas situaciones.
De acuerdo a lo que informaron desde Cada Día (El Tres), 54 escuelas suspendieron entre 1 y 10 días el dictado de clases luego de haber sido blanco de balaceras o bien, tras haber recibido notas amenazantes. Juan Pablo Casiello, titular de Amsafe Rosario, explicó que se trata de hechos que ocurrieron desde el pasado febrero, con la primera balacera en Tablada. “Contabilizamos balaceras directas, situaciones amenazantes entre bandas que generan preocupación y angustia por la falta de seguridad”, señaló.
La crisis de la violencia en Rosario “genera un impacto muy fuerte en la escolaridad de los chicos y las chicas, cuando la escuela reabre las puertas es la propia comunidad que no encuentra garantía para volver y hay ausentismo, hasta que el barrio se tranquiliza y las familias”.
El relevamiento no incluye hechos de vandalismo y robos dentro de las instituciones que han generado también la cancelación del dictado de clases, tambièn porque se resienten los servicios.
Casiello consideró que los ataques y amenazas constituyen “un duro golpe a las instituciones que se dan en algunos barrios, pero si ves el mapa no es exclusivo, impacta mucho más en las escuelas de turno noche, necesitan más protección los eempa (Escuela de Enseñanza Media para Adultos), pero el listado es amplio y diverso”.
El dirigente lamentó la existencia de casos en que familias debieron abandonar su hogar por temor. “Unas 20 familias se volvieron a Chaco porque no tenían seguridad, en La Cerámica las maestras nos decían que algunas familias se iban a otros barrios”, comentó.
Los docentes también sufren estas condiciones de escolaridad cruzadas por la violencia. “Tenemos más de 120 compañeros y compañeras afectados en su salud, hay consultas a nuestro departamento de salud mental porque esto genera un impacto muy fuerte en la subjetividad de los docentes, son golpes muy duros y no hay garantías para volver al aula”, observó.
Finalmente, Casiello remarcó que la caída del presentismo de los chicos por estas circunstancias implica que pierden su plato de comida diario.
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