La voz de Rubí Del Mar destella cierta dureza. En proceso de educación y entrenamiento, surge profunda y clara. Una vertiente de palabras que desea amplificar; y para eso nada mejor que un micrófono. Eso es lo que pensó esta joven trans cuando decidió anotarse en la carrera de locución en el Iset 18: replicar los derechos del colectivo, hacer oír sus reclamos, convertirse en una referente del movimiento la comunidad LGTBIQ+. Y para eso, tiró la primera piedra compartiendo su propia historia, siendo ella misma el ejemplo de lo difícil y arduo que resulta ser mujer trans.
“Creo que estudiar locución fue la posibilidad de que mi voz empiece a replicarse y demostrar así que hay otra realidad de este colectivo trans que socialmente sufre. Tenemos dificultad para conseguir un trabajo y por lo tanto, de acceder a una vivienda digna. Debemos recurrir a la prostitución y muchas veces eso está atado al consumo problemático de drogas”, sostuvo en diálogo con Rosario3.
“Soy en Rosario la única mujer trans que hoy está reeducando su aparato fonador para salir y transmitir nuestra verdad. En la próxima marcha estaré co conduciendo antes unas 20 mil personas porque el público crece año a año. Yo en un escenario soy un cachetazo político porque vengo a dar el ejemplo de que las mujeres trans podemos ser capaces de ser profesionales, cajeras, empresarias, lo que querramos. Sólo nos tienen que dejar respirar”, pidió esta estudiante del Iset de 31 años, que nació en Zavalla y vino a Rosario a comenzar una nueva vida.
¡Estudiá nena!
Rubí Del Mar –es el nombre que eligió cuando cambió su identidad–dejó su pueblo natal sin terminar el secundario. “Me hicieron bullying siempre. Desde el primario cuando no me invitaban a los cumpleaños y me miraban mal. En casa me reprimían y ya no podía entender lo que me pasaba, tenía miedo e inseguridad”, recordó de sus primeros años. Optó por alejarse y venir a Rosario pero lejos de abrirse puertas, sólo encontró trabajo en un privado. Más allá de que no era su sueño, esa experiencia la ayudó a encontrarse con su femeneidad y así fue transformando su imagen.
Empecinada en encontrar otro tipo de trabajo, buscó y buscó: “Dejaba currículum en todos lados pero todas puertas se me cerraron porque había sido trabajadora sexual. Un amigo me dejó vivir en su casa, hubo meses y meses que sólo pude tomar mate. Te juro que pasé hambre. Me patié la ciudad pero no había forma. Pero no me iba a reducir a ser trabajadora sexual solo por haber seguido mi instinto a vivir con plenitud mi identidad”, continuó.
Esa determinación la hizo volver a Zavalla, donde logró reencontrarse con su familia que la aceptó como Rubí. Por esos días logró ser empleada en la comuna y estuvo dos años siendo niñera. Sin embargo, cuando se agotaron esas fuentes laborales, volvió a lo mismo: tocar y tocas puertas sin resultados. En eso estaba cuando se dio cuenta que su mamá tenía razón: debía estudiar. Y le hizo caso: terminó el secundario y se recibió a los 25 años ya con su verdadero DNI.
“Siempre quise ser comunicadora pero me costó mucho empezar a estudiar otra vez porque venía marcada del bullying que sufrí de chica. Y hoy también lo padezco. La gente me mira, es como si les molestara mi presencia. Ahora sé que no es personal, es con nuestro género”, observó. La incursión en el terciario le permitió sumar nuevas experiencias: “Tuve la posibilidad de conducir el 8M, fui la primera mujer trans en hacerlo con todo lo que eso significa. Ya llevo varios eventos y me encanta esa parte de la locución. Obvio que también sueño con estar en una radio hittera”, manifestó.
Sin embargo, Rubí aún está lejos de llegar a ese puerto: “Después de tres años de resistir no me quedó otra que volver a ejercer como trabajadora sexual y también logré después de mucho esfuerzo ser coordinadora de un taller de panificación en La Toma. Con ese dinero tengo que pagar el alquiler y los estudios. Sigo tirando CV, donde acumulo certificados de cursos y cursos que hice pero no me alcanza ninguna ni para que me empleen para barrer en un taller mecánico. Me ven y advierto sus caras, me he hecho experta en eso y en los codazos”, concluyó.
Marcha orgullosa
La nueva edición de la Marcha del Orgullo será el próximo sábado 5 de octubre. A partir de las 14.30 la plaza Libertad, de Mitre y Pasco será el escenario de feriantes y músicos a modo de previa. A las 17.30 partirán en caravana por Mitre hasta Pellegrini y de ahí, tomarán Buenos Aires hasta desembocar en el Monumento Nacional a la Bandera, donde están previstos tres recitales musicales a cargo de Las Rotten Rock, Pedro Pontes y Les militantes del ritmo. El cierre estará a cargo de Ayelén Becker.