En la previa al partido del sábado pasado entre Rosario Central e Instituto en el Gigante de Arroyito se vivió una escena particular. Una grúa de Tránsito de la Municipalidad se llevó un auto porque estaba mal estacionado en la zona de Avellaneda y Génova, pero la misión quedó trunca porque un grupo de hinchas, con cantos y hasta colgándose del camión, evitaron que termine en el corralón.
Parte de la escena quedó registrada por las cámaras del programa Paso a paso (TyCSports) y el video no tardó en hacerse viral en redes sociales. Lautaro, el dueño del vehículo que se intentaron llevar, ya estaba dentro del estadio, le avisaron lo que estaba ocurriendo y fue hasta donde lo había dejado estacionado, antes de ir a ver el partido.
Cuando llegó, se encontró con una veintena de simpatizantes canallas que demoraban la partida de la grúa con su Ford K cargado al grito de “que baje el auto, la p… que lo parió”. Es más, uno de ellos abrió la puerta del lado del acompañante para tratar de convencer a los empleados de Tránsito y después varios se subieron al transporte municipal con el mismo fin.
“Están todos mal estacionados, dejá de romper las bolas”, se quejó un hincha con campera y piluso de Central.
El registro de las cámaras finalizó en ese momento y en la emisión del programa de fútbol, el domingo a la noche, pareció que, al final, la presión y el pedido de la gente no evitó que la grúa se llevara el auto.
Pero después se supo, a través de Lautaro y su hermana que compartieron el video en sus redes sociales, que la insistencia y el clamor popular sí lograron su cometido. Según contaron, bajaron el vehículo y esquivó el corralón.
A mí hermano le sacaron el auto cuando estaba adentro de la cancha tuvo que salir y volver a entrar.
— ���������������� ���� (@AgostinaTonelli) June 5, 2023
Gracias a la gente de central jaceindo quilombo se lo bajaron
�� @LautaroTonelli
Aguante central y su gente. pic.twitter.com/DFiK5egCO8
Más tarde, el equipo de Miguel Russo ganó, gustó y goleó contra Instituto. Y para el dueño del auto la alegría fue doble.