Horacio Usandizaga cumple este viernes 78 años. Y en A Diario, por Radio 2, aceptó hablar de uno de los momentos más duros que le tocó atravesar en su condición de dirigente: la caída de Central a la segunda división durante su presidencia. "No me arrepiento de haber sido presidente", expresó.
"No me arrepiento de las decisiones que tomo. Sobre todo, no me arrepiento porque no sabía a dónde iba. Central estaba intervenido, con problemas, no podía operar con los bancos. La deuda en aquel entonces, del año 2007, era de 202 millones de pesos. Y en AFA casi 60 inhibiciones. El equipo iba último y no había dinero para incorporar elementos", graficó.
El Vasco admitió que su principal error "fue no armar un equipo que fuera competitivo. Pero el argumento es que pudimos contratar sólo dos jugadores. Uno que me entusiasmó a mí, Jesús Méndez, y otro que me pedía la gente, Luciano Figueroa. Pedimos a préstamo, pero todos jugadores que no eran de primer nivel".
"Cuando yo llegué, me dijeron que había que conseguir un técnico y jugadores. Hablé a un montón de entrenadores y nadie quería venir a Central, porque no le pagaban a nadie", agregó.
Pero también aceptó que haber comprado el predio al Real Arroyo Seco fue un gran acierto de su gestión: "Yo quería que no nos remataran la sede ni la ciudad deportiva. Pero no podía dejar pasar el tren de comprar Arroyo Seco, que era un regalo. Se las compramos al Real. Eran 29 hectáreas. Con hotel incluido. Peladas, valían más de lo que yo pagué".
Sobre los motivos deportivos del descenso, tiró: "No me gustó la actuación del arquero de Central, Galíndez,en esos dos partidos. Era el suplente, porque el nuestro titular tuvo una lesión en la rodilla. Broun nos salvó en la primera promoción, del año anterior. Y también Caraglio se lesionó".
Acerca de si fue un error darle tanto protagonismo a su hijo Manuel en el manejo del fútbol, dijo que no: "Manuel se manejó bien. Alguien debía ocuparse del fútbol. Yo no podía. Me comentaba todo. Yo estaba ocupado de la institucional, por los problemas económicos".
Finalmente, habló de su renuncia, teñida por la desrolijidad: "La gente me pedía la renuncia. Pero yo no me escondí: no podía ir a la cancha por exigencia médica. Si yo estaba en la cancha, me moría de la angustia".
Y cerró haciendo referencia a su salud luego de los dos ACV que sufrió: "Los médicos me han dicho que no mire los partidos como el de la selección por el estrés, pero no puedo dejarlo de ver. No puedo ver a Central tampoco. Me han quedado peqeñas secuelas como la pérdida de memoria, pero los superé".