El bahiense Emanuel Ginóbili estará nuevamente disfrutando de una final de Conferencia Oeste de la NBA a sus casi 40 años con su equipo de siempre, San Antonio Spurs, que anoche dio cuenta en semifinales de Houston Rockets como visitante por 114 a 75, cerrando la serie 4-2. Ahora se las verá con el poderoso Golden State Warriors.
El escolta argentino permaneció 16 minutos en cancha, lapso en el que anotó 2 puntos, bajó 3 rebotes y entregó 4 asistencias, jugando la mitad del tiempo que lo había hecho en el quinto cotejo.
En este sexto partido y ante la ausencia de su jugador estrella Kawhi Leonard, que fue preservado por el entrenador Gregg Popovich ya que tenía levemente afectado el tobillo izquierdo como producto de una acción que lo dejó fuera de competencia en el tiempo suplementario del encuentro anterior, el técnico optó por darle la titular al impetuoso Patty Mills en la base para suplir con su dinámica la falta del goleador del equipo, dejando en el banco al joven veinteañero Dejounte Murray, más cerebral y menos vertical en su juego.
Con esas características, inclusive cuando necesitó de una mezcla de los dos, Popovich optó por Manu para que tomara circunstancialmente la base. Lo hizo a los ocho minutos del primer cuarto y esa fue la primera variante en el equipo de las espuelas.
Pero los Spurs tenían guardada otra carta en la manga, que no había aparecido en plenitud en esta serie y lo hizo en el partido decisivo: LaMarcus Aldridge.
El ala pivote que en julio cumplirá 32 años se vistió de Leonard no solamente en ataque, sino que fue un león en defensa, conjugando todo con 34 puntos convertidos y 12 rebotes conseguidos, apenas uno más que el español Pau Gasol, que bajó 11 y anotó 10 tantos.
Pero un factor importante para justificar esta caída de Houston Rockets, por el que solamente sacó la cara con algo de elegancia su goleador Trevor Ariza con 20 puntos, acompañado en algunos pasajes por Clint Capela (15 tantos y 12 rebotes) fue la sequía de su jugador estrella James Harden, a quien Ginóbili le había colocado la memorable tapa sobre el final del juego anterior.
El barbado base de los Rockets estuvo demasiado errático y esto fue mellando el ánimo de sus compañeros, ya que por el otro lado los sanantoninos mostraban una eficacia digna del mejor elogio y hasta sorprendente en algún punto, dado que sin el mencionado Leonard y con Tony Parker fuera de competencia por lo que resta de la postemporada, a priori pensar en un séptimo partido en el AT&T Center de los Spurs no sonaba descabellado sino que hasta tenía cierta lógica.
Sin embargo, los de San Antonio exhibieron esa mística de las instancias decisivas que lo llevaron a otra final de Conferencia en la que además de no contar con ventaja de localía, se enfrentarán con el campeón de la temporada 2014-2015 y subcampeón de la 2015-2016 (siempre frente a Cleveland Cavaliers), el potente Golden State Warriors de los fantásticos Stephen Curry y Kevin Durant, que parte como favorito... aunque con Ginóbili y compañía nunca se sabe.
El escolta argentino permaneció 16 minutos en cancha, lapso en el que anotó 2 puntos, bajó 3 rebotes y entregó 4 asistencias, jugando la mitad del tiempo que lo había hecho en el quinto cotejo.
En este sexto partido y ante la ausencia de su jugador estrella Kawhi Leonard, que fue preservado por el entrenador Gregg Popovich ya que tenía levemente afectado el tobillo izquierdo como producto de una acción que lo dejó fuera de competencia en el tiempo suplementario del encuentro anterior, el técnico optó por darle la titular al impetuoso Patty Mills en la base para suplir con su dinámica la falta del goleador del equipo, dejando en el banco al joven veinteañero Dejounte Murray, más cerebral y menos vertical en su juego.
Con esas características, inclusive cuando necesitó de una mezcla de los dos, Popovich optó por Manu para que tomara circunstancialmente la base. Lo hizo a los ocho minutos del primer cuarto y esa fue la primera variante en el equipo de las espuelas.
Pero los Spurs tenían guardada otra carta en la manga, que no había aparecido en plenitud en esta serie y lo hizo en el partido decisivo: LaMarcus Aldridge.
El ala pivote que en julio cumplirá 32 años se vistió de Leonard no solamente en ataque, sino que fue un león en defensa, conjugando todo con 34 puntos convertidos y 12 rebotes conseguidos, apenas uno más que el español Pau Gasol, que bajó 11 y anotó 10 tantos.
Pero un factor importante para justificar esta caída de Houston Rockets, por el que solamente sacó la cara con algo de elegancia su goleador Trevor Ariza con 20 puntos, acompañado en algunos pasajes por Clint Capela (15 tantos y 12 rebotes) fue la sequía de su jugador estrella James Harden, a quien Ginóbili le había colocado la memorable tapa sobre el final del juego anterior.
El barbado base de los Rockets estuvo demasiado errático y esto fue mellando el ánimo de sus compañeros, ya que por el otro lado los sanantoninos mostraban una eficacia digna del mejor elogio y hasta sorprendente en algún punto, dado que sin el mencionado Leonard y con Tony Parker fuera de competencia por lo que resta de la postemporada, a priori pensar en un séptimo partido en el AT&T Center de los Spurs no sonaba descabellado sino que hasta tenía cierta lógica.
Sin embargo, los de San Antonio exhibieron esa mística de las instancias decisivas que lo llevaron a otra final de Conferencia en la que además de no contar con ventaja de localía, se enfrentarán con el campeón de la temporada 2014-2015 y subcampeón de la 2015-2016 (siempre frente a Cleveland Cavaliers), el potente Golden State Warriors de los fantásticos Stephen Curry y Kevin Durant, que parte como favorito... aunque con Ginóbili y compañía nunca se sabe.