La noche del 8 de agosto de 2021 Pablo Leonel “Finito” Sosa, un joven hampón de Granadero Baigorria, fue fusilado de doce tiros en el cruce de Flammarion y Lamadrid, tras ser bajado a la fuerza del VW Gol Trend de sus captores, que previamente lo habían torturado, exigiéndole la devolución de una ametralladora y de 300 mil pesos: un ajuste en el interior de la mafia, con el sello de Los Monos.

Más de tres años después, Fernando “Enano” Morel (33), interlocutor y factótum de los negocios de Ariel “Guille” Cantero con abultado prontuario, aceptó haber instigado desde prisión el asesinato de Finito, y así incrementó sus años a la sombra. El acuerdo contempló 16 años, que se unificaron en 37 por causas anteriores.

Uno de sus soldados, el gatillero Leandro Gabriel “Paragua” Marini, también fue penado este miércoles. El tribunal integrado por Carlos Leiva, Lorena Aronne y Valeria Pedrana avaló una sentencia de 13 años y cuatro meses de prisión efectiva. Para la Fiscalía, Marini fue parte del pelotón que “chupó” a Finito y a su novia de un departamento ubicado en Esteban de Luca y Paraguay. La pareja estuvo cautiva en un lugar desconocido casi 12 horas. A la novia de Finito le perdonaron la vida, un “error” que los sicarios terminaron pagando caro, a la luz de los posteriores testimonios que desentrañaron el caso.

“Al mediodía nos patearon la puerta al grito de «allanamiento, todos al piso». Estábamos acostados y a mí me levantaron de los pelos. A él lo levantaron, lo agarraron. Uno le empezó a pegar, diciéndole que quería toda la plata que había en el departamento. Yo le pedía que lo suelte, que un policía no podía hacer eso. Después me di cuenta de que no eran policías. Tenían chalecos que decían «policía», jeans, una gorra y toda la cara tapada o con barbijo, o con pasamontañas. Eran alrededor de cinco personas”, declaró la novia de Finito al recordar ese 8 de agosto.

El caso tiene un tercer sicario mencionado, Laureano “Chini” A., cuyo expediente tramitó en la Justicia de Menores. Según la investigación que estuvo a cargo del ex fiscal de Homicidios Gastón Ávila, este joven de Villa La Lata fue quien le vació el cargador a Finito a pedido de Morel. Los otros involucrados no fueron identificados y son quienes trasladaron a la novia de Sosa y la liberaron en barrio Plata. Laureano y “Finito” se conocían desde marzo de 2021 y eran “piernas” en el delito. De hecho, fue Laureano quien le gestionó el departamento de Esteban Luca y Paraguay para que Finito viviera en la clandestinidad, ya que era buscado por la Policía.

Durante el encierro los captores le exigieron a Sosa que entregaran «el dinero». Y Morel se comunicó por videollamada, aclarando que él «manejaba todo» y que los secuestradores trabajaban para él, que era el patrón, y le reiteró las exigencias.

Finito, que según versiones supo ser soldado del narcobarra leproso Marcelo “Coto” Medrano, pasó a la célula de los Monos comandada por Morel de la mano de Laureano A. tras el crimen de Medrano, cometido en septiembre de 2020.

“Finito le agarraba la mercadería a Morel por miedo, vendía obligadamente porque si no lo iban a matar. No tenían relación directa con Morel, sino que Laureano le pasaba la mercadería. Este tal «Paraguayo» también trabajaba para Morel. Estoy seguro de que había plata de por medio para matar a Finito", declaró un familiar directo de Sosa.

Vida delincuencial 


Sosa se forjó en el delito desde la adolescencia, al igual que su verdugo Morel. En su prontuario tenía una condena de 6 años y 8 meses por haber baleado al ex jefe de Policía de la Unidad Regional II Marcelo “Conejo” Gómez el 12 de mayo de 2014 en la autopista Rosario-Santa Fe. 

Ese día Gómez, que era inspector de zona, recibió un disparo en una pierna cuando intentó asistir a una pareja oriunda de la ciudad de Santa Fe que había tenido un problema con su vehículo. El desperfecto fue aprovechado por Finito –de entonces 18 años– y dos miembros de su bandita que se abalanzaron sobre el coche y no tuvieron prurito en disparar contra el jefe policial para hacerse de unas pocas pertenencias. La pena fue impuesta en 2016.

En marzo de 2024, al cabo de un extenso juicio donde se debatió el homicidio de Facundo Contreras y el del “transa” Luis Campos, un tribunal condenó a Nicolás Lezcano, cuñado de Finito, por liderar una gavilla de tiratiros y vendedores. Lezcano, se dijo, heredó el liderazgo de la banda tras la muerte de Sosa.

Entre los hechos discutidos en el juicio, estuvo el oscuro intento de asesinato del abogado Ariel González Zevallos, a quien le dispararon en la estación de servicios de Baigorria y Camino de los Granaderos en marzo de 2021. 

La orden de matar al penalista fue tercerizada a la banda del Finito cuando ya integraba las filas del Enano Morel.