Nicolás Ramírez abre los brazos y hace sonar fuerte el silbato para marcar el final. Miguel se sienta en el banco de suplentes para tomarse un respiro después de tanto caminar durante 104 minutos. De tanto pensar. Y observa. Mira la cancha y mira la tribuna. Es el padre de la criatura y se sube al mismo pedestal que ocupan don Angel, el gran Patón, Labruna y Griguol.
Era lo único que le faltaba, si es que le faltaba. Chapeaux a los jugadores por la victoria ante Platense, por eliminar a Racing y a River.
El otro gran gestor es Gonzalo Belloso, el presidente, que lo primero que hizo fue convocar a Russo. En realidad, Miguel es parte de la comisión directiva, mucho más que un entrenador. Un reconocimiento al Mosquito Claudio Ubeda, un gran estratega de bajísimo perfil que sostiene el trabajo de Russo.
Es un proceso que arrancó hace apenas un año y ya tiene una estrella, algo que a Central le ha costado mucho en su historia. Pasaron 36 años del último título de liga. En el medio, una Conmebol y una Copa Argentina.
Desde Europa, Angelito Di María, Facundo Buonanotte, Alejo Véliz, Lautaro Blanco alzan los brazos al cielo y acortan imaginariamente más de 10 mil kilómetros para abrazarse con los héroes de Santiago del Estero.
Central campeón, una conjunción de palabras que no es fácil de conjugar. Representa un esfuerzo, una refundación, un logro que se extenderá al viernes en otra final y a la Copa Libertadores del año que viene. Por si hace falta recordarlo, Central no necesitaba ser campeón para jugar la Libertadores. Arrancó para escaparle al descenso y terminó como el tercer mejor equipo de la temporada.
Miguel mira a sus jugadores en la premiación, le brillan los ojos, pero no se permite llorar. Fatura lo hace hablar ante la multitud y se quiebra, pero inmediatamente sonríe. No lo hizo ni en los momentos más duros de su vida, no quiere quebrarse ahora. Sólo sonríe.
Lovera se escurrió como una serpiente entre los defensores y marcó el único gol del partido en el epílogo del primer tiempo. O’ Connor fue el otro gran protagonista de un equipo que al final sufrió como corresponde. Si no sufre no es Central.
Fue la última pintura de Miguel. Lovera por Toledo y O’ Connor al lugar de Toledo. Ni más ni menos que la llave para ganar el título después de 36 años frente a un rival dignísimo que fue a buscar casi por encima de sus posibilidades. Honor al humildísimo Platense subcampeón.
Lovera por Toledo, la última pintura de Miguel. Por ahora…