“Estamos en Newell’s para ganar”. A Mauricio Larriera no se le movió un pelo a la hora de ponerle palabras al presente rojinegro. Y fue por más. “Queremos volver a poner a Newell’s donde le corresponde, que es en la vanguardia, clasificar a las copas y de acuerdo a cómo se vayan dando las cosas, aspirar a algo más. Además, queremos fijarnos en la Copa Argentina, es importante por el premio que entrega: clasifica a la Libertadores, en pocos partidos se puede salir campeón. Y el último, claro, es ganar los clásicos”.
Sin eufemismos, el uruguayo puso los objetivos por las nubes. Y es donde deben estar, lo más arriba posible.
Será un año complejo para Newell’s, en el que las comparaciones lo expondrán todo el tiempo. El adversario de toda la vida viene de ser campeón, de hacer una campaña extraordinaria que lo transformó en el tercer mejor equipo de 2023 y jugará la Copa Libertadores.
Hoy, desde lo discursivo, la vara rojinegra debe estar bien alta y lo está, después, a partir de fines de este mes, las palabras deberán pasar a los hechos.
Hay un cambio de paradigma en el club, casual o causal. El año pasado pintaba muy bien, ilusionaba a los rojinegros, con la llegada de un hijo dilecto, Gabriel Heinze, y la participación en la Copa Sudamericana, que encima lo tuvo como protagonista en la fase de grupos de esa competencia.
Pero 2023 terminó siendo una tortura deportiva. El entrenador se despidió de la gente antes del final, aunque se fue tras el último partido, no se clasificó a ninguna competencia internacional, fue eliminado en la primera ronda de la Copa Argentina, no alcanzó los cuartos de final de la Copa de la Liga y Central salió campeón. Peor imposible.
Las líneas intermedias están llenas de leprosos genuinos, pero la cabeza del grupo será un agente extraño que no tiene historia en el club. Nada asegura nada, quedó claramente expuesto en 2023, pero el cambio de estrategia no es menor. Va de una vereda a la otra.
Newell’s transita minuciosamente un camino de reconstrucción en el que los errores pueden adquirir dimensiones exageradas y la paciencia de su gente estará en la mínima expresión. Así de chiquita, pero con la fidelidad de siempre.
Nada nuevo para un equipo de la ciudad. Cuando el otro sale campeón, la temporada siguiente es compleja, salvo que los resultados borren de un plumazo el mal trago del año anterior.
Los objetivos de Larriera fueron claramente expuestos por el entrenador en su presentación. Lo que viene es la necesidad de ratificar lo dicho. Ni más ni menos.
“Es volver a situar a Newell’s donde debe estar”, insiste Larriera. “Y eso también incluye a las divisiones formativas. Que el hincha vuelva a ver ese Newell’s de hace unos cuantos años. Es muy reconocido a nivel mundial por quienes han salido de acá. Como Bielsa, hoy técnico de Uruguay. Ojalá logremos que el proyecto se pueda desarrollar, con resultados por supuesto”.
Está muy entusiasmado el entrenador, se nota que está en el lugar en el que quiere estar. Y acepta el desafío. Necesita que todas las partes asuman la responsabilidad que les toca, que la institución funcione armoniosamente.
Hay una muestra positiva que puede representar un puntapié inicial: sabe en el lugar que está y en la ciudad en la que está.
Como siempre pasa, los resultados darán el veredicto.