Octaedro, 2015 d.C.es una historia de traiciones y conspiraciones que se tejen en Rosario durante las elecciones provinciales de ese año. Y es una pieza de acción y tragicomedia de cinco horas de duración que se divide en dos capítulos –separados por un entreacto y que pueden verse de manera independiente– de los que participan 18 actores y actrices.

En la obra escrita por la dramaturga, directora y actriz Carla Saccani, un multimedios, una agrupación política marginal y una iglesia adoradora de los gatos se complotan para entregar al narcotraficante más importante de Latinoamérica: Tito Molleja.

"Octaedro" es, en la ficción, el barrio más populoso del conurbano rosarino. En él viven Tito y su familia. Ese territorio hasta ahora impenetrable se transformará en la trama en el escenario de una caza.

"Octaedro busca esto: hablar como si fuéramos el centro, como si estuviéramos en el centro y como si las cosas que pasan o podrían pasarnos a los rosarinos fueran importantes para el mundo entero"

Octaedro, 2015 d.C. es también un acontecimiento teatral de acá: la trama remite a lugares y personas de Rosario. 

“Buscamos ser universales narrando lo particular y hablando en nuestro dialecto actual como una toma de posición estética”, sostuvo Carla Saccani a Rosario3.com.

La obra no solo "se ríe" del centralismo porteño, sino que también interpela la imposición consumista que adora lo efímero y a cierto machismo (progre) que desde el arte se piensa afuera de la lógica patriarcal: “Si el dramaturgo y director de una obra de cinco horas de duración hecha en capítulos fuera un porteño varón, se estaría hablando directamente de una innovación o de una gran apuesta y no habría ningún cuestionamiento”.

Crédito:  Yamila Suárez


Octaedro, 2015 d.C. –que se estrenó en julio de 2017– se presenta este y los restantes domingos de septiembre en La sonrisa de Beckett, Entre Ríos 1070. El primer capítulo comienza a las 17 y el segundo, a las 19.30.

La puesta en escena de la reposición –con cambios en el elenco– propone una interacción distinta con el público. “El espectador es el centro geométrico de la obra. Las escenas suceden en diferentes partes de la sala. La idea es que el espectador se sienta adentro del Octaedro en sí y adentro de la obra”, explicó Saccani.

La autora y codirectora –junto a Lionel Fuentes– señalo que se trata de una puesta “más jugada sexualmente en lo que se ve” y con “un cambio radical en los vestuarios y la escenografía”. 

—¿Cómo surgió la historia?
—Una historia como la de los hermanos Tito y Claudia Molleja en el Octaedro surge de la concepción que tenemos algunos artistas de ser lectores de nuestro tiempo. Esta historia nace de pensar nuestra ciudad desde otra perspectiva a la que nos tienen acostumbrados. ¿Se puede narrar una historia de Rosario como si Rosario fuera el centro del mundo? Nos reímos de la división del arte entre el “arte de la Capital (Federal)” y arte "del interior". Eso está instalado en la cabeza de todos los espectadores, como si esa fuera división legítima y fundada cuando no es más que naturalización de una desigualdad estructural. Se espera de los artistas "del interior" (las comillas son adrede) que produzcamos de determinada manera y con escuetas pretensiones. 

"Son cinco horas escuchando lo que escribió una mujer, lo que una mujer tiene para decir, para opinar y para fabular sobre el mundo. Mirá si eso no va a hacer ruido. Bienvenido todo nuestro ruido"

Si bien en los últimos tiempos podemos tener la sensación por las redes sociales de que es lo mismo producir en cualquier parte por las posibilidades de circulación que tienen los materiales, a la hora de llegada real a los públicos pesa el nombre de quién produce cada cosa. Eso hace que de nosotros se espere menos, o que sorprenda demasiado cuando queremos desafiar ciertos límites y marcar nosotros la cancha de cuál es el norte o el sur del arte en la actualidad. 
Octaedro busca esto: hablar como si fuéramos el centro, como si estuviéramos en el centro y como si las cosas que pasan o podrían pasarnos a los rosarinos fueran importantes para el mundo entero. Así como conocemos los nombres de las calles de París por la literatura o sabemos todos los barrios porteños (son sólo ejemplos), bueno, por qué no pensar que el público de todos lados conozca la Circunvalación o el nombre de Julio Orselli. Así está pensado. A veces algún espectador me dice "hay un montón de cosas que si no sos de Rosario, te las perdés" en referencia a la mención de ciertas particularidades vernáculas de las que se habla en Octaedro. Muy bien. Ese es justamente el objetivo. ¿Por qué nosotros tenemos que licuar nuestra identidad para ser universales? Justamente no. Buscamos ser universales narrando lo particular y hablando en nuestro dialecto actual como una toma de posición estética. Por todo esto surge esta historia. Además de una ficción es una visión de mundo.

—Es una experiencia teatral de casi cinco horas, si se cuenta el intervalo. Es una apuesta que respeta los tiempos de su trama pero que parece desafiar la idea de un consumo marcado por lo efímero y veloz. 
—Es que yo no considero que el consumo actual de arte tenga que ver necesariamente con lo efímero y lo veloz. Creo que eso es lo que se dice en ciertos manuales de comunicación que pueden interpretar el hecho artístico muy parcialmente. Del hecho de que las historias de Instagram no puedan durar más de quince segundos, no se infiere necesariamente que el espectador "medio" no tolera más que quince segundos de concentración en algo. Sin irme del formato Instagram, también están las trasmisiones en vivo, podemos pasarnos un rato bastante más largo que quince segundos mirando las trasmisiones de los perfiles que seguimos. Es como creer que porque se producen cortometrajes en cine ya nadie tolera un largo. Es una idea falsa. ¿Cuántas horas nos pasamos viendo una serie en Netflix? Pasando de capítulo en capítulo, de temporada en temporada. Si uno piensa en eso y lo compara con lo que dura usualmente una película, en verdad el tiempo de consumo y de concentración con los materiales está aumentado más que disminuido.

"No considero que el consumo actual de arte tenga que ver necesariamente con lo efímero y lo veloz"

Por otro lado, lo asocio a la respuesta que di en la pregunta anterior. Me parece que si el dramaturgo y director de una obra de cinco horas de duración hecha en capítulos fuera un porteño varón, se estaría hablando directamente de una innovación o de una gran apuesta y no habría ningún cuestionamiento. Pero como hago esto en Rosario y soy mujer, donde la mayoría de los directores son varones y donde la mayoría de las obras no duran más que cincuenta minutos, hace ruido. Pero si se le presta atención, ese ruido es un sonido armónico con Rosario y con el público que se anima a vivir la experiencia. Fijate que a las mujeres siempre se nos demanda el silencio. "Me gustas cuando callas porque estás como ausente", decía este sujeto Neruda. Bueno... Octaedro son cinco horas escuchando lo que escribió una mujer, lo que una mujer tiene para decir, para opinar y para fabular sobre el mundo. Mirá si eso no va a hacer ruido. Bienvenido todo nuestro ruido. 

Crédito:  Yamila Suárez


—¿Cómo es el planteo del tiempo y el espacio en la narración? 
—El tiempo de la narración está marcado por los momentos electorales. El primer capítulo trascurre durante el armado de las listas. Es un capítulo de mucha conspiración, transa y rosca para armar la lista de concejales que va a presentar La Baso (agrupación política ficcional sin existencia en la realidad). Hay que desplazar a unos para que otros puedan ocupar sus lugares. Entonces la sensación temporal que se busca trasmitirle al espectador es un poco la del cortejo. Donde hay que esperar a ver si este acepta o no formar parte de ese armado electoral y qué resortes hay que tocarle para hacerlo ceder. Esa es la temporalidad del primer capítulo. En el segundo capítulo se ve primero la campaña en sí y los resultados sobre el final. Las escenas de campaña son escenas colectivas de muchos personajes, donde se hace batir el parche de los corazones del público a través de las distintas formas que va tomando la arenga. Y ya sobre el final, cuando ya se sabe cuáles son los resultados y eso reporta ciertas transformaciones brutales para los personajes, la temporalidad está trabajada desde la desintegración o incluso desde una especie de eterno retorno. Ya no es sólo que las escenas están en una parte u otra del teatro generándole sorpresas a los espectadores con el lugar desde donde aparecen los actores sino que además sobre el final cada escena transcurre en todo el teatro con los espectadores adentro. Cada personaje tira para su lado, los vínculos se retuercen y la idea es que el espectador quede adentro de ese fuego cruzado.  La historia es una sola pero cada capítulo tiene su autonomía y permite ser consumido en particular. 

Ficha Técnica
Dramaturgia: Carla Saccani
Dirección: Carla Saccani y Lionel Fuentes
Producción Ejecutiva: Rocío Luna
Actúan: Marcos D’Agostino, Lala Brillos, Elías Blanco, Salvador Sauan, Noemí Asenjo, Esteban Cavallero, Juan Carlos Capello, Celia Parola, Claudio Danterre, Marta Fritschy, Emmanuel Alanis, Alicia Oddo, Daniel Basilio, Agustina Rosso, Armando Durá, Juli Morán, Sofía Dibidino y Christian Ledesma.
Asistencia de dirección: Mauricio Vera Prato
Asistencia de Producción: Lucía Basaldella y Brenda Díaz
Música original: Lionel Fuentes
Iluminación: Carla Saccani
Vestuario: Florencia Marting
Escenografía: Romina Carrara y Cristian Grignolio
Foto: Yamila Suárez
Trailer: Renzo Corrado y Rocía Luna
Diseño gráfico: Tinta comunicación visual