Este jueves a las 19, en Casa Brava (Pichincha 120), el escritor Federico Aicardi presenta Las mujeres no peinan caballos, su primera novela, publicada por editorial Casagrande.
Junto al autor estarán Lucía Rodriguez, Romina Tamburello, Lala Brillos, Juan Biselli y Juan Nemirovsky. La entrada es gratuita.
Antes de la presentación del libro, Federico Aicardi respondió a las preguntas de Rosario3.
"Las mujeres no peinan caballos –explica Aicardi– es una novela edípica que cuenta historia de Martín, un chico de 30 que tiene la madurez de un pibe de 14. Un día su padre sufre un accidente y decide ocupar el lugar de él. Decide darle a la madre la seguridad que perdería si muere el padre. Pero como se basa en una novela (televisión) que él ve, cree que el lugar del hombre no es sólo el de proveedor, sino el de cumplirle los sueños a la madre. Son los sueños de él y que cree tiene la madre. Entonces, piensa en darle una casa de campo que tenga un esclavo. Y todo esto lo va a lograr poniéndose una fábrica de sándwiches y casándose con su vecina”
El libro se gestó durante un taller que el también licenciado en Comunicación Social realizó con el escritor Pablo Ramos. Y el personaje de Martín nació en el marco de la reelaboración de la muerte de su madre. "No quería escribir sobre eso en particular, sino sobre un chico que hacía lo que podía en una situación extrema".
—La novela tiene un humor corrosivo, por darle un nombre a la posibilidad de reírse de situaciones que, corridas de ese lente, no lo son.
—El humor tiene dos juegos en esta novela. Está la posibilidad de hablar de cosas muy dolorosas para mí, como la muerte de mi vieja y una enfermedad psíquica que tuvo mi viejo cuando yo era un preadolescente. El humor es la única forma que tuve de procesar esas cosas. Y también con que me gusta jugar con lo políticamente incorrecto. Hay escenas y momentos que son complicados de poder contar y que el humor hace que lo puedas atravesar. El personaje de Martín nació muy border. En el primer capítulo, él ya habla de que tiene una erección cuando abraza a su madre. Si lo pusiera en clave narrativa realista, no podría contarse esta historia porque sería insoportable. En cambio, los guiños del humor hacen que puedan saltearse esos momentos incómodos riéndose, pero que no dejan de ser incómodos.
—¿Cuánto hay de análisis (propio y ajeno) en la trama?
—Todo lo que escribo tiene que ver con mi vida, mis preocupaciones, las cosas que me interesan. Por ejemplo: cómo soportar la muerte de alguien querido, cómo funcionan los vínculos amorosos o cómo entiende uno las diferencias psíquicas de otra persona. Ese es mi mundo literario y tiene que ver mucho con mi terapia (…) Para mí, la escritura es una forma de entender y procesar ciertas cosas que me pasaron en la vida.
—La historia se cuenta en primera persona y con oraciones cortas y directas
—Escribo en oraciones cortas para sostener la atención del lector y la tensión. Creo que floriándome en descripciones y esas cosas se pierde lo que quiero contar. Entonces, me trato de llevar al mínimo. Oraciones muy cortas y que van al hueso para que la pretensión poética no atente contra la historia que quiero contar y que ésta sea lo más concreta posible.
—Esas oraciones "al hueso" “dialogan” con “Tutankamon” y “una cucaracha gigante”, y persiguen una fábrica de sándwiches. ¿De dónde viene ese universo?
—Cuando voy caminando por la calle pienso en historias. Me gusta mucho viajar con mi imaginación. Cuando era chico e iba a la pileta del club, imaginaba que luchaba contra cosas. Algunas veces, camino y hablo solo. Me gusta crear personajes: partir de una cosa y crearle una historia. Por un lado está eso de ir «al hueso». Y por otro, crear personajes y darle vida. Esa es la parte lúdica que encuentro en la escritura, divertirme creando cosas.
—Además de la cita a Kennedy O'Toole en la contratapa (en el personaje d. Ignatius J. Reilly) ¿qué otras influencias literarias reconocés?
—Mis influencias vienen de todos lados, desde lo audiovisual y hasta lo literario, tanto literatura más clásica como teatro, cómics. Todo eso es mi mundo. Me gustan (Raymond) Carver, Abelardo Castillo, Pablo Ramos, Roberto Arlt, (Tennessee) Williams, (Samuel) Beckett, (Enrique Santos) Discépolo. Soy muy fanático de los diálogos. Creo que deberían estudiarse por sí mismos. Me siento influenciado por la televisión. Muchos dibujos animados y muchas muchas series y películas. Lo veo en mi escritura como otro tipo de narraciones.
El autor
Federico Aicardi es Licenciado en Comunicación Social por la UNR. Publicó sus primeros cuentos en las revistas Apología y El corán y el termotanque y en Rosario 12. Escribió las obras de teatro Tiempo muerto y Erotomaníaca, y el guión cinematográfico de Hambre (al final todo se llena).
También realizó la adaptación y producción integral del pasaje de libro a audiolibro de la publicación Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, y Un cuento de navidad, de Charles Dickens.
Actualmente trabaja como guionista del programa Falso vivo (Radio Universidad de Rosario) y como docente en la facultad de Ciencia política y RRII.