Hay una reflexión que sirve a cualquier emprendedor, desde aquel que vende pasteles en el vecindario hasta el CEO de la compañía más poderosa en este mundo. Si bien no se puede descifrar fehacientemente su origen, sí se puede descubrir su validez incluso por fuera del mundo de los negocios. La reflexión: que no se gana o se pierde, sino que se gana o se aprende. A fin de cuentas, esta no es la primera vez que oímos hablar de cuánto enseñan los fracasos, y que éstos son incluso más aleccionadores que los triunfos.
Hay refranes que se contradicen. Por ejemplo, el que asegura que Dios ayuda al que madruga y aquel otro que afirma que “no por mucho madrugar se amanece más temprano”. Una contradicción similar aparece en el refranero de los fracasos. Como hemos visto, dicen que no hay mejor opción que aprender de las caídas; pero cuando se repasan los traspiés de terceros, como haremos en lo que sigue, hay quienes sueltan que el “mal de muchos es un consuelo de tontos”. Como fuera, considero que la alternativa más conveniente es comprender que si los más poderosos han fracasado feamente y no obstante sobrevivido, también pueden hacerlo los emprendedores con menor visibilidad.
Podemos comprobar en este repaso que Microsoft ocupó puestos de privilegio entre las compañías más poderosas de 2017. Sin embargo, desde su fundación en la década del setenta ha sido en más de una ocasión la fuente de productos y servicios verdaderamente fallidos.
El más célebre fue Windows Vista, que resultó un verdadero fiasco en su intento de ser una evolución de Windows XP y que obligó a la empresa de Redmond a acelerar su calendario de lanzamientos. Pero hay más fracasos con el sello de Microsoft: Zune, un reproductor digital que perdió duramente la batalla contra el iPod de Apple; y ni hablar de Kin, un teléfono que quiso ser el mejor aliado de las redes sociales allá en el año 2010 y que sólo resistió en el mercado algunos meses.
Más allá de aquellos ejemplos, el más resonante fracaso de la compañía que fundó Bill Gates no lleva el nombre de un producto en particular, sino su incapacidad para cosechar frutos en un campo que para muchos es redituable: el negocio móvil. Recordemos que en este derrotero Microsoft compró la división móvil de Nokia, y que ni siquiera así logró acomodarse en este segmento. Según contó el sitio Thurrot, el propio CEO de los de Redmond, Satya Nadella, reconoció haber estado en contra de dicha compra (en tiempos de Ballmer, cuando él aún no era el mandamás).
“No entendí por qué el mundo necesitaba un tercer ecosistema en los teléfonos, a menos que cambiaran las reglas. Era demasiado tarde para recuperar el terreno que habíamos perdido; estábamos persiguiendo las luces traseras de nuestros competidores”. Un dato frío: Microsoft pagó 7.500 millones de dólares por la división móvil de Nokia y sólo algunos años más tarde de aquella operación ha dejado de desarrollar teléfonos y de mostrar verdadero interés en este sector, más allá de lo que pueda ocurrir en los próximos años.
Aunque asociamos el nombre de Google a la máxima gloria empresarial, la empresa de Mountain View también ha tropezado. ¿Alguien se anima a decir que la red social Google Plus alguna vez le hizo sombra a Facebook? Lanzada con bombos y platillos en 2011 con el aval de este peso pesado de Internet, jamás logró seducir a la gran audiencia. Según cuentan en esta nota, una de las razones principales para explicar este traspié es que jamás quedó en claro para quién está dirigida Google+, si para particulares o empresas. Aunque si pensamos en fracasos con el nombre de Google hay uno que resuena mucho más que otros y que llevó el nombre “Glass”.
Para desprevenidos, se trata de unas gafas inteligentes que prometían revolucionar a la industria tecnológica, y también al mundo. Sin embargo poco hubo más allá de la fiebre inicial. Según dijo en una entrevista un ejecutivo de la empresa estadounidense, el gran error fue generar una gran expectativa por un producto que no había abandonado su condición conceptual. Lo cierto es que Google aún no se ha rendido, pues hay rumores que apuntan a que las gafas revivirán cuando el mercado esté listo para recibirlas.
En torno a Apple también hay brillos, un glamour que tiene su máxima expresión en productos como iPhone y las Mac. ¿Pero sabías que en su historial también hay casos poco triunfantes, como la consola Pippin que produjo junto con la firma Bandai y que sólo vendió 50 mil unidades (más detalles aquí); o Newton, un equipo que fue precursor de las tablets que hoy conocemos?
A fin de cuentas, el fracaso parece vivir sus días de gloria. Paradójico, es cierto, pero comprobable en una serie de acontecimientos de esta era como las conferencias FailCon que se celebran en diversas ciudades del mundo y que consisten, como podemos imaginar en este epílogo, en charlas provistas por impulsores de startups que hablan, no de sus éxitos, sino de sus tropezones y de las enseñanzas que éstos les han entregado. Como dicen en el sitio web oficial de esta movida, la idea es “dejar de tenerle miedo al fracaso y simplemente abrazarlo”.