Con las altas temperaturas de esta semana regresó una postal que nadie extrañaba pero que a la vez todos sabían que era cuestión de tiempo para su reaparición: el humo negro en las islas frente a Rosario, en un contexto de sequía y la extensa bajante histórica del río. También llegó el olor a quemado y obligó a cerrar ventanas a pesar del calor.
Si bien las quemas de pastizales cerca de la ciudad fueron notorias en los últimos días, este jueves a la tarde una densa columna se apreciaba no sólo desde la costa sino casi desde cualquier punto que uno mirara hacia el este o noroeste.
Los incendios reaparecen en coincidencia con el anuncio de la puesta en funcionamiento de la Torre de Detección Temprana como medida preventiva para evitar la continuación del ecocidio desatado en los últimos años en el delta del Paraná.
“Desde junio comenzamos con un monitoreo permanente con la guardia rural Los Pumas y desde la semana pasada que sumamos la torre de detección temprana en la zona del viaducto. Ahora se sabe que hay un control”, destacó el lunes, en Radio 2, la ministra de Ambiente de Santa Fe, Erika Gonnet.
Sin embargo, ese mismo día ya declaraban nuevos focos ígneos frente a la ciudad, para sumarse a otros que ardían cerca de Villa Constitución, río abajo. De hecho, en algunos pasajes de esta semana, por la noche, el viento hizo sentir el olor a quemado en Rosario.
Este jueves por la tarde, el viento en la zona soplaba desde el sector noreste y, salvo algunos sectores costeros, sobre la ciudad no se percibía en el aire el humo. Pero por momentos durante la noche sí se sentía el ya tristemente conocido olor a quemado, otra vez.