Una Facultad de Derecho sitiada por policías de todos los colores, además de custodios trajeados que estaban atentos a cualquier anomalía desde los asientos de autos de alta gama. Ese era el panorama que alrededor de la casa de estudios de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que albergó el inédito Encuentro Nacional de la Justicia Federal, organizado por la Asociación de Jueces y Juezas Federales (Ajufe).
Por la mañana, a pocos metros del ingreso por calle Santa Fe, un retén de la Policía Federal se encargó de pedir las acreditaciones periodísticas. Una vez dentro, los cronistas y camarógrafos se congregaron en sala con dos televisores con imágenes del streaming de la conferencia, fijada para las 11.
“¿Quién es quién?”, preguntaron los fotógrafos. ¿Vos los conocés a los tipos? Por las dudas les saco a todos”, dijo un fotoreportero. Es que los protagonistas de la jornada fueron hombres y mujeres no muy adeptos a las apariciones públicas. Mucho menos en Rosario. La flor y nata del encuentro fueron los miembros de la Corte Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda; el procurador general de la Nación (interino) Eduardo Casal. Además de decenas de magistrados. Y los consejeros de la Magistratura de la Nación.
También estuvieron el gobernador, Omar Perotti, y el intendente Pablo Javkin; el presidente de la Corte Suprema de Santa Fe, Rafael Gutiérrez; el fiscal general, Jorge Baclini; fiscales nacionales de otras jurisdicciones; el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad, Diego Iglesias; el fiscal Diego Velázquez; los senadores nacionales por Santa Fe Dionisio Fernando Scarpín y Carolina Losada; y el secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia Nacional (UEJN), Julio Piumato.
“Hace de 1992 que trabajo y es la primera vez que lo veo”, dijo un experimentado movilero cuando a la sala de prensa ingresó el juez federal de Rosario Carlos Vera Barros. Aunque jugaba de local, el magistrado pasó un momento incómodo. Se lo vio un poco abrumado por preguntas incisivas, como cuando fue consultado por la inacción de la justicia federal para investigar al presunto narco Esteban Alvarado por narcotráfico durante una década. “Está investigado”, replicó.
En un momento llegó el desayuno para la prensa: café instantáneo tibio y medialunas saladas.
Aunque el comienzo del encuentro estaba previsto para las 11, los supremos llegaron a las 9. Llamó la atención el arribo del ministro de la Corte Horacio Rosatti, escoltado por cinco automóviles, contó un miembro de la comitiva organizadora.
“Había muchísima seguridad”, dijo un empleado que estuvo desde temprano. Fue en un encuentro a puertas cerradas, previo al oficial, donde se discutió en serio. Ese cónclave estuvo fuera del alcance de la prensa. “No fue solo un encuentro de gestos simbólicos. Hubo una reunión de carácter operativo. Ahí se percibió compromiso. Estaba el gobernador, el intendente, senadores y jueces”, contó un funcionario presente.
“Es un hecho inédito, no había pasado nunca que toda la Justicia Federal se encuentre reunida. Es valioso y es lo que estamos pidiendo a gritos desde Rosario, que todos los que tiene responsabilidad pública tomen cartas en el asunto, porque esto es insoportable”, confió un hombre cercano a la organización que agregó que el encuentro tuvo una atmósfera cordial: los jueces estaban “allanados a escuchar lo que pasa en la ciudad”.
En los pasillos, una mujer de las altas esferas de la Justicia Federal atribuyó la falta de vacantes e infraestructura de años a la inacción a los gobiernos y a la parsimonia del Congreso. Entre otras críticas se preguntó: “¿Y el financiamiento narco a la política? ¿Por qué nadie toca este tema?”. Quizás, un tema demasiado incómodo para tratar a micrófono abierto.
El “Encuentro solidario con la Justicia de Rosario” trascurrió sin sobresaltos. Y los expositores tuvieron el tino de no extenderse demasiados en sus discursos. Hubo alocuciones de rigor: cuadros de situación, autocríticas y promesas a futuro. El único que alteró el cronograma fue Ricardo Lorenzetti, según los corrillos el hombre que impulsó el encuentro. Su exposición estaba prevista para el cierre, pero el rafaelino tomó la palabra después del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, a cargo de la apertura.
Terminadas las exposiciones, al cabo de 2 horas y media, llegó el momento de la picada: sanguchitos de miga, fiambres, quesos y bocadillos fritos. Los supremos “se abalanzaron en forma voraz”, dijo un observador con acceso a ese recinto, quien no pudo ocultar sus quejas porque los jueces cobran millones y “encima no pagan ganancias”. Al catering lo bancó el comedor de la UNR, agregó.
En los alrededores de la Facultad, a instancias de los retenes que impedían el tránsito, reinaba una calma inusual para ese sector del microcentro. Pero la realidad estaba acechando ahí nomás. Solo había que caminar 200 metros para toparse con embotellamientos y bocinazos. Y con la escena de un robo en Dorrego y San Luis. Tres ladrones se metieron en el bazar de un comerciante de origen chino y se alzaron con una mochila que –según el denunciante– tenía 40 mil pesos. El oriental los quiso amedrentar con disparos al aire que sobresaltaron a un grupo de gente que esperaba el colectivo. Hubo varios disparos pero los intrusos se llevaron el botín. Todo ocurrió demasiado cerca de un sector que estaba prácticamente militarizado.