Paris Hilton publicó recientemente un ensayo donde expresó cómo fue vivir con Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Y cómo cambió su forma de verse cuando encontró los motivos de su excesiva energía. Además, comenzó a militar activamente para que las infancias puedan ser diagnosticadas a tiempo ya que, a nivel mundial, entre un 5% y 15% de personas conviven con TDAH. 

Este trastorno crónico que la empresaria busca visibilizar, se caracteriza por un patrón persistente de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad que se presenta con mayor frecuencia e intensidad en personas con un grado de desarrollo similar.

Su prevalencia en Argentina es de alrededor del 4% y va en aumento. “La sintomatología propia de los niños, niñas y adolescentes con diagnóstico de TDAH puede tener repercusiones negativas en su desarrollo cognitivo, emocional y social, lo cual suele dificultar su aprendizaje escolar y su adaptación a los diferentes contextos”, explicaron integrantes del Grupo Comportamiento Humano, Genética y Ambiente del Conicet. 

Además, señalaron que para pensar en este diagnóstico es necesario que los síntomas cumplan tres criterios: funcional, es decir, que genere dificultades significativas en el desarrollo de la persona; contextual, que se presente en dos o más contextos, los más frecuentes son el hogar y la escuela y temporal, que se produzca antes de los 12 años.

El TDAH y sus sintómas cambia durante las distintas etapas de crecimiento. En prescolar por ejemplo, los niños suelen ser inquietos e impulsivos, no respetan normas y reglas y presentan conductas desafiantes. La conducta hiperactiva e impulsiva se mantiene e incrementa a partir de los 4 años siendo principalmente el motivo inicial de la consulta a un profesional. En ciertas ocasiones pueden presentar alteraciones en el sueño y el lenguaje.

Durante la etapa escolar, una persona con TDAH puede comenzar a presentar dificultades conductuales y en el aprendizaje; y presentan también dificultades sociales y baja autoestima. En esta edad, muchos niños son apartados de los grupos.

En la adolescencia, algunos sintómas cambian: conductas impulsivas, desorganización en el manejo del tiempo y dificultades en los vínculos con los padres. Los niveles de conocimientos académicos suelen encontrarse por debajo de lo esperado en cálculo, lectura o escritura como consecuencia de la falta de tratamiento por los síntomas primarios. Aquí es donde la hiperactividad motriz comienza a cambiar por impaciencia e hiperactividad en el pensamiento. Pueden mostrar tristeza, baja autoestima y desconfianza, lo que suele dificultar el vínculo con sus pares.

Y según explicaron los profesionales, en la adultez y debido a la falta de continuidad en los tratamientos o un mal diagnóstico, gran parte de la población con TDAH continúa con algunos de los problemas que tenían cuando eran niños y adolescentes. Un porcentaje muy bajo de las personas con TDAH, entre un 10 y un 20%, llegan libres de síntomas a la edad adulta. 

Los niños, niñas y adolescentes con TDAH presentan un perfil ejecutivo propio del trastorno. “Suelen mostrar un menor rendimiento en funciones cognitivas como el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo, dificultades en planificación y organización, presentando además dificultades en la anticipación de las consecuencias, y en la autorregulación afectiva”, explicaron. 

Para finalizar, los científicos remarcaron que el TDAH posee una fuerte carga hereditaria, siendo la variabilidad del trastorno el resultado de la interacción de múltiples genes y factores ambientales. El rol del contexto familiar es importante en la evolución de los síntomas. Es fundamental que los padres estén informados sobre el diagnóstico, conozcan sus principales características, causas y tratamiento, pero, sobre todo, las estrategias que puedan utilizar para potenciar las habilidades de sus hijos.