¿Se celebra igual la Pascua durante el encierro obligado por la pandemia, se disfrutan de la misma manera los huevos de chocolate? En las últimas horas, una curiosa foto de conejitos de chocolate usando barbijo comenzó a circular con fuerza en redes sociales y grupos de whatsapp, quizá como un intento recuperar el espíritu festivo.
“Me escribieron todos pensando que eran nuestros, algunos hasta ya me querían encargar sus pedidos. Pero no, son franceses”. Tato es uno de los seis hijos de Enrique Piatti, fundador de la empresa Deubel, histórica referente de chocolatería en la región. Cuenta que en las últimas horas, luego de que se viralizara la foto, le explotó el celular de consultas. “No son nuestros, yo a todos les aclaro que nuestros conejitos no tienen miedo ni están enfermos”, ríe.
Pero aunque se lo tome con humor, Tato -que en documento lleva el nombre de Gustavo Piatti- sabe que no es una Pascua más. El local de Rosario (Theobroma Cacao) está cerrado. Solo funciona, por estos días, la panadería que él y su hermana melliza María Inés tienen en Arteaga, pegada a la histórica fábrica. En las horas previas al anuncio del aislamiento obligatorio por parte del presidente debieron tomar varias decisiones. “Anticipábamos lo que se venía, los empleados en Rosario son chicos de Arteaga que estudian allá y querían volverse, no teníamos claro que pudiera seguir funcionando la chocolatería porque es negocio de comestibles pero con artículos de lujo, tampoco sabíamos si íbamos a poder viajar. Así que cerramos hasta que esté más claro el panorama”, cuenta.
Pronto vio que las bombonerías más importantes de Buenos Aires tomaban la misma decisión. “Algunos siguen funcionando con delivery pero nosotros estamos demasiado lejos”, explica.
Pero no es solo diferente esta Pascua, Tato cuenta que hace años que son diferentes. “Mi viejo era emprendedor: aprendió de túneles de frío, templadoras de chocolate y máquinas para moldear, más allá del trabajo artesanal. Después les enseñó a sus empleados”, rememora sobre la época dorada, cuando hace 60 años comenzó el negocio familiar. Durante mucho tiempo, Deubel fue la única fábrica de huevos de chocolate en Santa Fe y vendía también a Córdoba y Buenos Aires. En su Pascua más ambiciosa llegó a hacer hasta 70 mil kilos de chocolate, si bien el promedio histórico era de 30 mil kilos.
Entre varias anécdotas, el empresario recupera una vinculada a la realeza del chocolate argentino. “Mi papá, que le compraba el chocolate a Felfort, había inventado una máquina para hacer huevos. Hasta el dueño de Felfort vino para verla, viajó con su señora y durmieron en mi casa. Había máquinas en varios países de Europa pero acá no, era una rareza”, asegura.
Sin embargo, con los años el negocio de los huevos de Pascua se complejizó. Tanto por la llegada de grandes empresas (que comenzaron a trabajar a consignación, algo que las empresas familiares no podían hacer) como por la explosión de la chocolatería casera (gracias a materiales más accesibles para trabajar, aunque menos refinados que el chocolate).
“Mi papá hizo muchas experiencias y pruebas, hasta que se cansó. Hace treinta años nos dijo "no hagan más pruebas". Tenía mucha visión, porque finalmente fue lo que pasó”, analiza Tato. “Veíamos que la Pascua se iba achicando cada vez más. Es de locos porque tenés que prepararte como chocolatero seis meses antes para cada abril, con lo difícil que es anticipar lo que puede pasar en este país”, remarca.
La última jugada fue abrir una chocolatería en Rosario, la elegante Theobroma Cacao en el Paseo del Siglo. “De locos animarnos, cuando abrimos el local en 2003 estaba enfrente de un banco que aún tenía sus chapas puestas de la época del corralito”, recuerda. “Al principio, la gente no entraba porque parecía una joyería y pensaban que los chocolates eran caros, pero pronto descubrieron que se podían comprar”, explica. Después se mudaron a un local más chico ubicado en España y Córdoba, donde están ahora. Donde esperan poder reabrir puertas una vez que se levante el aislamiento.
Mientras tanto, continúan trabajando en la panadería de Arteaga donde sí se venden huevos y otros productos de chocolate. “En el mercado fuerte no tenemos más margen. Lo que hacemos en Pascua es trabajar en mercados chicos como Rosario y Arteaga, donde el riesgo es menor y ya nos conocen. Es un orgullo para nosotros seguir trabajando en un rubro que inició mi papá y mantuvo con mucho sacrificio. Y otro orgullo es que nos conozcan no por las grandes publicidades sino por el boca a boca”, asegura.
No, no llegarán a la región los conejitos con barbijo franceses. Pero al menos en una panadería de Arteaga se consigue el conejito marmolado en tres chocolates, marca registrada de los hermanos. No, este conejito no tiene barbijo, pero si de gustos se trata no tiene nada que envidiarle a su primo europeo.