El miércoles 15 de diciembre del 2021 se anunció la incorporación de mujeres a la cooperativa de trabajo de maleteros de Rosario. Días antes había llegado otra buena noticia: la aprobación de una ordenanza para reconocer y regular la actividad laboral.
Después de 70 años, el trabajo históricamente liderado por hombres comenzó a sentir más cerca las mejoras laborales y derechos adquiridos. También amplió su mirada y abrió vacantes femeninas.
José Luis Donato es maletero “desde hace muchos años” y gracias a ese dinero que juntaba trabajando junto a su padre pudo estudiar y ser abogado. Él mismo sostiene “le debo mucho a ésta profesión” refiriéndose a cargar y descargar maletas en la terminal, pero además a acompañar a los recién llegados a la ciudad, orientarlos turísticamente y estar atentos a posibles casos de trata de personas o violencia de género.
Cuando la pandemia estalló, en su cabeza solo había una pregunta: ¿Cómo seguimos?. Lejos de quedarse con los brazos cruzados, reunió a dos compañeros y comenzaron a organizarse para fundar la cooperativa.
Un día estaba con sus hijas narrando el acta constitutiva para el proyecto. Ellas escribían lo que él dictaba. “Y yo dije cooperativa de maleteros de la ciudad de Rosario y entonces llegó la pregunta: ¿Por qué no maleteras, papá?”, contó Donato a Rosario3.
Enseguida respondió que esa labor siempre la hicieron los hombres pero los conocimientos y la juventud de sus hijas le hicieron entender que esa mirada no era la adecuada.
Tiempos de cambios
“Tuve negaciones de mis compañeros, porque era algo nuevo. Pero las maleteras nos hicieron cambiar por completo, nos respetamos entre nosotros, estamos contentos. Quiero que sigamos incorporando mujeres. Poner changuitos para trasladar maletas y que eso genere nuevos puestos de trabajos”, sostuvo.
Priscila Granatto tiene 19 años, es de zona oeste, está en el último año del secundario, no sabe bien que le gustaría seguir estudiando el año que viene pero es “muy probable que sea enfermería”, aunque le teme a las agujas.
Su papá lleva más de 30 años trabajando como maletero y desde hace cinco meses ella lo acompaña viernes, sábados y domingos en el turno mañana: de 8 a 13. Él en el sector taxis, ella en las plataformas de colectivos.
“Primero iba a ser mi hermana la que iba a ocupar este puesto y me dijo que me anote yo también para turnarnos un día cada una; ella trabajó un tiempito pero consiguió otro empleo y quedé yo con turno completo”, dijo y agregó: “La idea era que se sumen mujeres de la familia de los maleteros”.
Luciana Castillo tiene 18 años, es de zona sur y desea ser abogada. En su descripción de Instagram detalla que es “Maletera de la Terminal de Ómnibus”. Hija de maletero, trabaja codo a codo con su papá los fines de semana en el turno nocturno: de 21 a 1 y ella a diferencia de su compañera anheló esta oportunidad.
“Una vez le dije a mi papá que a mi me gustaría ser maletera como él, y respondió que tal vez en un futuro”, pero ese futuro llegó antes de los imaginado gracias al presente de lucha de las mujeres. Si bien ninguna de las dos participa de marchas o grupos feministas, ambas saben lo que significa ser las primeras maleteras en 70 años.
Con respecto a sus compañeros, las dos manifestaron que “es un lindo grupo”, incluso una de ella tuvo que contarles que sufre acoso por parte de un chico y debió hacer la denuncia y ponerlos al tanto “por las dudas”. Según contó “todos se pusieron a disposición y preguntan cómo me siento o si necesito algo”.
El equipo completo se capacita constantemente. Ya tuvieron especializaciones para estar alerta en caso de trata de personas, primeros auxilios y próximamente aprenderán idiomas.
¿Cómo tomaron los pasajeros la llegada de las maleteras?, preguntó Rosario3 y las dos sonrieron. “Algunas mujeres nos dicen que no hagamos fuerzas que sus maridos se encargan de las maletas, otras se sorprenden y nos felicitan y ahí me doy cuenta de lo importante que es lo que no está pasando”, contó tímida Priscila y Luciana le dio la razón y dijo: "Y algunos hombres intentan ayudarnos, pero nosotras les respondemos que podemos".
El dinero que juntan les sirve para pagarse el transporte, comprarse cosas que les gusten e incluso una de ellas pudo irse de vacaciones junto a sus amigos gracias al trabajo en temporada de verano. En este sentido José Luis hizo una aclaración: “Queremos reivindicar la limosna o propina, el mínimo debería ser 50 pesos, y si uno no tiene, la maleta se carga igual, pero es de mal gusto para el trabajador que se denomine así.”
¿Qué pasó con la ordenanza 10.269?
Todos los colectivos que ingresan a la Terminal pagan derecho a plataformas de distintos módulos cada uno, de ahí que cuando llegaron los tiempos difíciles de pandemia, decidieron pedir que una parte de ese derecho de uso sea destinado a la cooperativa de maleteros y maleteras.
Hay un dato que no se conoce: entre los impuestos que se esconden detrás del pasaje está el contrato de adhesión, el seguro, las actividad de los choferes, limpieza del micro y el servicio de equipaje. Todos cobran su porcentaje menos quienes cargan y descargan las maletas o bolsos. Algo que sucede desde hace 70 años.
El dinero que cada pasajero destina para la persona que le entrega su equipaje se pone en un fondo común y luego se divide entre el equipo de trabajo. Ese es el ingreso que tienen 62 personas aún hoy en la Terminal de ómnibus porque a pesar de que el 2 de diciembre la votación en el concejo municipal de la ciudad haya sido unánime y que desde el 1 de enero las empresas de colectivos le pague a la Terminal el porcentaje acordado para los maleteros y maleteras, la cooperativa sigue sin cobrar.
“La ordenanza aún no está en funcionamiento”, aseguró José. Él cree que ya pasó un tiempo considerado desde su sanción y por eso durante la jornada de este sábado se reunirán en asamblea para ver qué medidas tomar. Una de las mociones será que el lunes a las 11.30 se interrumpa por unas horas el ingreso de colectivos a la terminal de ómnibus.
“Estamos esperando que nos llame el municipio, no solo es por lo monetario: un salario vital y móvil sino además por la obra social y aportes que nos corresponden”, dijo el actual presidente de la cooperativa.
La lucha sigue, los y las trabajadores/as necesitan vestimenta adecuada para realizar el trabajo (las remeras no incluyen a las maleteras) y además que sea más accesible identificarlos como tal.
“Los pasajeros no saben quienes somos porque en ese sentido aparece gente que no trabaja con nosotros y abre bodegas, eso nos perjudica. Pero además no tenemos lugar para cambiarnos por ejemplo, el que nos dieron es lamentable”, cerró el abogado y maletero que vio a su papá morir sin nada después de trabajar años en la Terminal Mariano Moreno y no quiere que eso siga ocurriendo.