La intensa actividad delictiva en las cárceles forzó un debate que estaba dormido: ¿sirve el encierro para encauzar a las personas que cometieron delitos cuando los penales son sitios infernales? Semanas atrás, la fiscal de la Unidad de Balaceras, Valeria Haurigot, aseguró en Radiópolis (Radio 2) que los internos de alto perfil solo usan los medios de comunicación para mantenerse en el universo criminal, incluso consideró que no revelan ningún interés en mejorar, es decir, en dejar atrás una forma de vida que los llevó tras las rejas. También Aníbal Pineda, camarista federal, se refirió al elevado índice de reincidencia como otra muestra más de que adentro, los internos no se recuperan. En diálogo con Rosario 3, Fernando Benítez de la fundación Tercer Tiempo, fue categórico cuando sostuvo que la cárcel es un lugar deshumanizado y que el sistema carcelario actual no sirve.
En la misma sintonía está Jaquelina Balangione, la defensora provincial de Santa Fe. En diálogo con Radiópolis (Radio 2) y a poco de terminar su mandato, compartió la figura ya instalada de que la cárcel es “una oficina del delito”. “Es una afirmación que comparto y es una mirada de las cárceles, de esta realidad tan compleja de la cárcel argentina y santafesina”, indicó y agregó: “Es consecuencia de un modelo que no va más, que no da la respuesta que la sociedad merece”.
Para la funcionaria, la detención es una oportunidad para corromper a presos jóvenes que ingresan por primera vez por delitos menores. “Son captados como mano de obra”, mencionó. Muchas veces, esa actividad continúa en el exterior. “La cárcel no le pone freno a la problemática que lleva a las personas ahí, no resocializa sino todo lo contrario, agrava los problemas”, remarcó.
Luego, insistió con su postura: “Está muy claro, la sociedad no puede mirar para el costado ya, la cárcel no sirve, tiene que estar acompañada por otras políticas públicas”, dijo. “Yo creo que el problema está sobre la mesa, estuve con (el intendente, Pablo) Javkin y le dije «coincido y te acompaño» porque su discurso se retroalimenta con lo que digo yo y lo que también dijo (el presidente de la Corte de Justicia provincial, Daniel) Erbetta. Son cosas innegables, yo hace 6 años atrás estaba muy sola diciéndolo. Tenemos hoy 10 mil presos que es una cifra muy elevada, con un 40 por ciento de prisión preventiva, con cárceles muy viejas, con talleres para mucha menos gente, es caótico, solo se ponen parches”, expresó.
Qué hacer
Balangione ha estudiado y analizado alternativas desarrolladas en el mundo. “Para mí lo que va es la justicia restaurativa, las personas condenadas discriminando los que cometieron delitos más graves de los jóvenes. Hay un 70 por ciento de jóvenes que cometieron un delito por primera vez y que no son graves”, precisó.
Según contó, viajó al País Vasco y a Cantabria donde existen “modelos modernos y novedosos”. “Ellos no tienen la problemática de la pobreza pero sí el terrorismo y la migración. Me decían que 30 años atrás sufrían cárceles parecidas a las nuestras. Hoy da gusto verlas, con gente trabajando porque consiguen contratos con empresas. También plantean cárceles mixtas”, profundizó y concluyó: “Tenemos que tener una mirada constructiva de los seres humanos, con cárceles que les den a los presos oportunidades de rehacer sus vidas”.