La noche de Año Nuevo volvió a ofrecer su cielo iluminado por los fuegos de artificio. Las impactantes imágenes pudieron verse en el centro de la ciudad, mientras en los barrios las detonaciones se hacían presentes, al margen de las restricciones.
La pirotecnia volvió a ser un tema de conversación en la cena de Año Nuevo. Rosario fue una vez más escenario de un espectáculo que para algunos es una tradición y para otros es un mal a erradicar definitivamente.
A pesar del deseo que se esgrimía en las redes sociales de cambiar la costumbre y utilizar globos blancos, como homenajes a los fallecidos por coronavirus, en vez de pirotecnia, la ciudad volvió a retumbar.
La idea buscaba, además, hacerle pasar a las personas que padecen autismo y a los animales un fin de año un poco menos traumático.