El dulce de leche es sagrado. Muchos fanáticos de su sabor y consistencia lo prefieren a cualquier postre. Hay peleas familiares por un pote que se termina mágicamente. Así de radicales son las sensaciones que despierta su particular sabor. Ahora bien, ¿dónde guardarlo? Acá, otra división: algunos creen que lo mejor es preservarlo en la heladera y otros consideran que debe ser guardado en una alacena.

De acuerdo a un informe del sitio Nexofin, según el ingeniero químico Ismael Bracco, de Lácteos Luz Azul, debe ir en la alacena. “Es un producto que tiene mucha cantidad de azúcar lo que hace que tenga poca presión osmótica, es decir poca agua disponible para que los microorganismos puedan desarrollarse en él, entonces se conserva bien a temperatura ambiente”.

Según explica el informe, el azúcar actúa de la misma manera que la sal. La humedad está en el producto pero está ligada a la sal entonces no favorece que los gérmenes puedan alimentarse y reproducirse, lo que infectaría el producto o haría que se pudra. Eso no sucede al guardar el dulce de leche fuera de la heladera.

Por otro lado, el especialista menciona una razón física. “En el dulce hay lactosa que es una sustancia muy insoluble. Si lo pongo en un ambiente de frío voy a facilitar las condiciones para que se formen cristales de lactosa y que sobre ellos el azúcar -la sacarosa- se siga depositando y generando cristales aun más grandes hasta que se forme el famoso dulce azucarado con esa capita blanca que le resta calidad. Definitivamente, vamos a lograr que se conserve durante más tiempo si lo mantenemos fuera de la heladera”.

Sin embargo, el especialista negó que sucediera algo malo si se guarda en la heladera, solo que queda más difícil de untar. “Hay que tener siempre el envase en buenas condiciones de higiene y mantener hábitos que ayuden a mantenerlo en buen estado. Si le meto una cuchara sucia o si uso el mismo cuchillo de la manteca voy a tener los mismos problemas que con cualquier alimento”, recordó.