El papa Francisco criticó este domingo el uso de la fe "para aprovecharse de la gente" y animó a los fieles a "escandalizarse" ante las miserias del mundo, en la misa que presidió este domingo en la ciudad italiana de Trieste. También en Trieste, Francisco lamentó este domingo que en el mundo actual la democracia "no goza de buena salud" y criticó el abstencionismo y los populismos.
El pontífice en su homilía defendió su idea de una fe "inquieta" que "acaricia la vida de las personas", "pone el dedo en las llagas de la sociedad", "disipa los cálculos del egoísmo humano, denuncia el mal, señala con el dedo la injusticia y perturba las tramas de quienes, a la sombra del poder, juegan con la piel de los débiles".
"Cuántos, lo sabemos, usan la fe para aprovecharse de la gente. Eso no es fe", exclamó en la misa, que congregó a 8.500 fieles en la plaza Unidad de Italia de esta ciudad italiana en la frontera eslovena, adonde voló este domingo para una visita de apenas seis horas.
Francisco, que a menudo tuvo problemas para leer su homilía -por culpa del sol, según dijo- denunció que la sociedad contemporánea está "anestesiada por el consumismo", ese "ansia por poseer" que tachó de "plaga y cáncer".
Al contrario, el papa llamó a los fieles no ignorar la realidad, especialmente "los rincones oscuros de la vida y de nuestras ciudades" porque, sostuvo, Dios está "en los rostros ahuecados por el sufrimiento y donde parece triunfar la degradación".
Puso como ejemplo a un poeta de Trieste, Umberto Saba, en cuyos escritos describió la vida hace un siglo en el puerto de esta ciudad a orillas del mar Adriático, habitado por prostitutas, marineros, pendencieros y soldados.
"La infinitud de Dios se esconde en la miseria humana, el Señor se agita y se hace presencia amiga precisamente en la carne herida de los últimos, los olvidados y los descartados", alegó.
Por eso, Francisco criticó a quienes se escandalizan por cualquier cosa pero no lo hacen ante "el mal rampante de la vida humillada, los problemas del trabajo o el sufrimiento de los inmigrantes", justo en esta ciudad puerta de la ruta migratoria de los Balcanes.
"¿Por qué permanecemos apáticos e indiferentes ante las injusticias del mundo? ¿Por qué no nos tomamos a pecho la situación de los presos? ¿Por qué no contemplamos las miserias, el dolor y el descarte de tanta gente en las ciudades. Porque tenemos miedo de encontrar a Cristo", alegó, suscitando el aplauso de los fieles.
Y terminó: "Desde esta ciudad de Trieste, que mira a Europa, encrucijada de pueblos y culturas, tierra de frontera, alimentemos el sueño de una nueva civilización fundada en la paz y la fraternidad. Indignémonos ante todas aquellas situaciones en las que la vida es brutalizada, herida y asesinada".
Democracia
"Es evidente que en el mundo de hoy la democracia, digámonos la verdad, no goza de buena salud. Esto (el tema) nos interesa y preocupa porque está en juego el bien del hombre", sostuvo el pontífice.
"Cada vez que alguien es marginado, todo el cuerpo social sufre. La cultura del descarte diseña una ciudad en la que no hay lugar para los pobres, los que van a nacer, las personas frágiles, los enfermos, niños, mujeres o jóvenes", denunció.
Por otro lado, Francisco expresó su preocupación por "el número reducido de la gente que va a votar", preguntándose "qué significa eso", y recetó "entrenar" al elector desde joven para que no caiga en el futuro en la "tentación" populista.
"La misma palabra democracia no coincide simplemente con el voto del pueblo sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar. Y la participación no se improvisa, se aprende desde jóvenes, debe ser 'entrenada', también con sentido crítico frente a las tentaciones ideológicas y populistas", sostuvo.
Y apostilló: "Las ideologías son seductoras, hay quien las compara con el flautista de Hamelín".
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