Uno de los problemas de salud que afecta a los gatos mayores es la tiroides hiperactiva. Al respecto, estudios recientes revelaron que las sustancias químicas que alteran las hormonas en el ambiente pueden ser un importante factor en el desarrollo de esta enfermedad.
La revista Enviromental Science & Technology publicó un estudio basado en el seguimiento de 78 gatos de siete años de edad o más. La mitad de ellos sufrían hipertiroidismo. En el marco del mismo y durante una semana, se les colocaron a los felinos unos collares de silicona capaces de recolectar muestras químicas diminutas.
En concreto, los collares estaban diseñados para detectar ésteres organofosforados (OPE) que se sospecha funcionan como disruptores hormonales, incluido el tris clorado (TDCIPP)
Terminado el estudio, se halló que los gatos con hipertiroidismo estaban expuestos a niveles más altos de TDCIPP.
Se trata de un activo utilizado como “retardador” –como barrera de protección de incendios– en gomaespuma, sofás, colchones, tapizados y cuchas.
Si bien se conocían los efectos cancerígenos de los PBDEs (éteres difenílicos polibromados) y el TDCPP ya había sido estudiado en sus efectos en humanos, este estudio abre una nueva vía.
El hipertidoidismo felino era muy raro antes de los 70, que fue cuando los PBDE empezaron a usarse ampliamente en productos de consumo, detalla el informe. Si bien en la última década empezaron a retirarse del mercado, aún se pueden encontrar, sobre todo en muebles antiguos.
Se cree que el hipertiroidismo felino afecta al 10 por ciento de los gatos mayores y causa pérdida de peso, vómitos y diarrea.