Desde hace dos décadas, al menos, la provincia de Santa Fe viene mostrando uno de los proyectos de política científica más nítidos del país y la región. El trazo grueso de las decisiones políticas, sin embargo, solapa acciones que van por otro lado, y que son tan anónimas como trascendentes. 

Una de ellas es la creación de la Red Provincial de Clubes de Ciencia y Tecnología, que el fin de semana pasado tuvo su cierre 2022, en el Acuario del Río Paraná, en Rosario. Allí, asistieron jóvenes de toda la provincia, que mostraron sus producciones durante una jornada entera. 

El objetivo de la Red es despertar el interés por la ciencia, la tecnología y la innovación desde la infancia con espacios dedicados a la experimentación científico-tecnológica y a la apropiación del conocimiento científico. Es lo que se conoce como alfabetización científico-tecnológica.

El incentivo a estos programas (que para muchos gestores de políticas públicas son considerados “simbólicos” o “cosméticos”) es clave porque vertebra desde las bases la gestación de interés por la ciencia y la tecnología, un capital cuyas derivaciones son incalculables, pero que se traduce en números. 

Números

El programa tiene un reflejo económico. Sólo entre 2021 y 2022 los fondos destinados por la provincia para equipamientos, kits y fondos no reintegrables alcanzó los $ 16.608.990 pesos. Pero, claro, su impacto potencial se multiplica y, en este caso, no se puede medir.
En total, fueron 20 los Clubes de Ciencias que accedieron al beneficio en 12 localidades de Santa Fe. En Arequito, Cañada de Gómez, Ceres, Las Parejas, Rafaela, Reconquista, Rosario, San Jerónimo Sur, San Jorge, Santa Fe, Villa Mugueta y Villa Ocampo, unos 1.658 chicos y chicas accedieron al programa con el que la provincia busca incentivar las vocaciones científicas. 

Pero, claro, el valor económico es apenas una excusa para multiplicar, como un efecto dominó, algo más intangible y casi imposible de revertir, que es la generación de “habilidades blandas” y sensibilidad por el conocimiento crítico en edades con alto potencial germinal.
La idea de la Red de Clubes de Ciencia, es que niñas, niños y jóvenes adolescentes puedan, a partir de estas experiencias, interesarse por la ciencia y la tecnología y por los métodos con los que el conocimiento descifra nuestro entorno.

Horizontes

En el horizonte inmediato, a éstos jóvenes los espera un sistema académico y científico en el que, hoy, hay 15 universidades públicas y privadas, 30 institutos CONICET y un ecosistema público-privado activo. 

Hoy, Santa Fe se destaca, además, por tener un “ecosistema tecnológico” con más de 15 centros, polos y clusters para radicar empresas tecnológicas y 14 espacios dedicados al desarrollo, aceleración e incubación de proyectos.

Sembrar las bases de la cultura científica local (desde la propia Escuela) deja de ser algo “cosmético” si para los decisores de la política es clave que el sistema de ciencia y tecnología entre al campo de juego a definir en las grandes ligas de la economía, la salud, la cultura, el entorno y la producción, es decir todo aquello que impacta en el desarrollo económico, humano y ambiental.  

La ciencia y la tecnología de Santa Fe tienen uno de los dorsales en este juego, y esto queda reflejado en el dinamismo de las relaciones entre el sistema científico, el sector productivo y la gestión política. El sector privado demanda cada vez más soluciones desde el conocimiento, y la gestión política, afina el oído para canalizar ese pedido.