El tradicional bar El Rosarino, ubicado en la esquina de San Nicolás y Salta, tiene un centenar de años de historia y es un emblema para el barrio Luis Agote. A principios del 2019 la crisis económica hizo que bajara la persiana y de la mano de los hermanos Avalle pudo volver a abrir sus puertas con mejoras en sus instalaciones, pero sin perder su espíritu típico.
Ahora, la nueva apuesta de sus dueños es ir por la apertura de otra unidad pero en el centro, en la calle Tucumán entre Mitre y Sarmiento.
La novedad se emplazará frente a la plaza del Che y mantendrá la misma estética e identidad del original del Cruce Alberdi, pero con un cambio en el servicio. El lugar contará con una barra donde el público podrá sentarse en banquetas o estar parado con una dinámica más informal, distinta al servicio de mesa.
En cuanto a la carta, se replicarán los platos fuertes de la cocina, conservando la panificación artesanal, la pizza de 24 horas de fermentación de masa madre y otros clásicos, pero con algunas modificaciones en cuanto a las necesidades del público del centro.
“Respetar la identidad que hemos conseguido a través del laburo, y llevarla a esta barra, creo que le va a dar mucha alegría a todos los clientes que nos siguen”, amplía a Ecos365 Carlos Avalle. Vale destacar que este Rosarino, además, va a estar orientado a tener un buen volumen de aplicaciones debido al radio y a la densidad poblacional de la zona.
El proyecto estará a punto en los próximos meses y según interpretan quienes están detrás, la fecha de apertura podría ser en agosto. Aunque dependerá mucho de los tiempos de la obra. Asimismo, el plan de expandir la marca no termina ahí ya que sus titulares están pensando en encarar otra sucursal más, que podría abrirse este 2023.
“En torno a la idea de franquiciar, creo que no está hoy por hoy en nuestro horizonte, sino que más bien nos satisface mucho más autogestionar, dónde tenemos un control de calidad y una injerencia sobre el producto más directo”, detalla Avalle y agrega que irán afianzando una atrás de otra las posibilidades de cada unidad.
100 años de historia
En la fachada de El Rosarino se conserva el cartel de publicidad de naranja Crush. El lugar es uno de los pocos bodegones que quedaron del siglo pasado y se conservan aún en pie en la ciudad. Por sus mesas pasaron trabajadores del ferrocarril, de fábricas, vecinos y al entrar es como ir directo a un viaje al pasado.
El negocio fue abierto por Manuel Antonio Castaño, un español que lo inauguró el mismo año que emigró a Rosario, allá por 1923. El mismo se encontraba emplazado en el Cruce Alberdi, pero luego esa zona fue remodelada y el local demolido. Así fue como en 1962 se mudó a la esquina donde aún permanece.
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