A una semana del inicio de la Copa del Mundo, la pelota sigue rodando por Europa. En Argentina, la Liga Profesional de Fútbol terminó el martes 25 de octubre. Aunque luego hubo postergados y finales, el torneo local acabó casi un mes antes de Qatar 2022. En Brasil ocurrió algo similar. Y Conmebol se acomodó. Sin embargo, en el viejo mundo, símbolo del orden y la previsión, este domingo exhibirá a sus grandes figuras en el campo, entre ellos, Lionel Messi, Neymar y Mbappé. Cuál es el motivo, qué llevo a los clubes europeos a no parar.
Cada cuatro años, el mundo del fútbol se paralizaba en mayo. Un mes antes del inicio de los mundiales. El último gran acontecimiento era la final de la Champions League. Esta vez fue diferente. La FIFA determinó que el Mundial debía jugarse en noviembre, no en junio, para evitar el calor sofocante del verano qatarí, que promedia los 40 grados.
A los mundiales anteriores, las principales figuras arribaban con más de 60 partidos en el lomo. Eso generaba mucho malestar en las selecciones y conspiraba contra la idea de un mundial bien jugado. Esta parecía la chance ideal para que eso cambiará. Los jugadores serían liberados a mitad de la temporada europea, sin acumulación de partidos y lejos de los momentos de definiciones de los grandes torneos de clubes. Pero no. Los intereses metieron la cola. La gran pelea entre UEFA y FIFA lo hicieron inviable. Los dos, bajo el argumento de proteger al fútbol. Los dos, defendiendo lo único que realmente defienden: su negocio.
La FIFA decidió unilateralmente el cambio de fecha. Y la UEFA, que pretendía que la Copa del Mundo se jugase en mayo para no complicar su calendario, le cerró la puerta en la cara. Así, se definió que no hubiera descanso para los futbolistas. Vos me cambias las reglas, yo cambio las que me afectan. Y no cedieron. No fue solo despecho ni una venganza adolescente.
Los futbolistas no tienen representación en las asociaciones, así que su voz nunca fue escuchada. Lejos quedó aquel sueño de Maradona del sindicato de futbolistas que promovió con Cantona en el año 1995.
La pelea entre FIFA y UEFA
Gianni Infantino viene intentando sumar voluntades a su deseo de jugar un Mundial cada dos años. Más partidos que televisar, más publicidad por vender, más sedes por elegir; más dinero. La FIFA duplicaría el negocio del fútbol con la competencia que más dinero le reditúa.
Por su parte, UEFA sostiene que es inviable. Que de esa manera la Eurocopa no tendrá sentido y entonces su torneo dejará de ser el famoso mundial sin Argentina y Brasil del que todos hablan, y que ellos organizan. Aleksander Ceferin, presidente de UEFA afirmó: "Es imposible, es una idea irracional. El próximo Mundial, después de 2022, es en 2026. En 2028, es la Eurocopa. Si hay una Copa del Mundo en 2028, las selecciones europeas no la jugarán, no sé por qué necesitamos esto”, dijo en declaraciones al diario ‘Record’.
Detrás de esta idea está la de ampliar aún más el número de selecciones en los mundiales. Ya en 1998 se pasó de 24 a 32 equipos. Y ahora, Infantino quiere ir por 48. Eso implicaría, además, modificar los calendarios y los formatos de la clasificación en cada continente. Serían más partidos dependientes de FIFA y menos de UEFA. Los clubes europeos entienden que son ellos los que pagan cifras millonarias para que luego les usen a sus jugadores a discreción.
En definitiva, el fútbol como negocio entró en un terreno de disputa muy por encima de lo que pasa en la cancha. Nadie habla en esos ámbitos de mejorar el juego, de hacerlo más entretenido, menos histérico y caprichoso.
El juguete sigue ahí, pero sus dueños hace rato dejaron de ser niños y solo ven la oportunidad de sumar ceros al negocio de la pasión.