La fuerte devaluación y la quita de subsidios anunciadas este martes por el gobierno nacional tendrá un muy duro impacto en los consumidores de la clase media por la inflación que generará en transporte, tarifas de servicios, combustibles, naftas, turismo y en las góndolas. Esas suba también sentirán los sectores populares, aunque habrá una mínima compensación para ellos como el aumento de ayuda social.
Por el contrario, el paquete de medidas se sentirá menos en los sectores productivos. Por ejemplo, a la industria y en el agro les subirán las retenciones y otros costos (combustible y energía), pero la devaluación con el dólar a $800, que es la más fuerte desde la salida de la convertibilidad, le significa mejores ingresos a los exportadores. En ese lote, la construcción se lleva la peor parte.
Y si bien algo del ajuste del gasto público anunciado (menos ministerios, secretarias y la no renovación de contratos) lo sentirá la “casta” política, lejos está de llevarse la peor parte. Todo lo contrario a lo que el presidente electo Javier Milei pregonaba. Es más, terminó subiendo impuestos (retenciones y a las importaciones).
La batalla por el "relato"
Ese desigual reparto del paquete de medidas explica por qué buena parte de mensaje del ministro de Economía, Luis Caputo, fue de diagnóstico de la situación, faltando -al mismo tiempo- precisiones en las medidas.
En efecto, como el grueso del ajuste impacta en el electorado urbano que lo votó a Javier Milei, ganar la batalla por “el sentido común” es fundamental para que el programa no sea abortado por el descontento social de la clase media. O para usar otro concepto: la pelea es por instalar un "relato" distinto al instalado para explicar razones y soluciones a la crisis
Entonces, era clave para la administración libertaria explicar que, según aseguran, la causa central de los problemas económicos es “la adicción” al déficit fiscal (no la deuda o la falta de regulaciones, etc., como reza el credo progresista/kirchnerista).
Una adicción que, advierten, ya es tan grave que de no pegar el volantazo al rumbo económico vigente y hacer un fuerte ajuste del gasto a las posibilidades reales de la billetera (estos es a su minina expresión “porque no hay plata”) para reducir el déficit fiscal (y así la emisión de billetes y la inflación), el estallido de una hiperinflación está a la vuelta de la esquina, con todo lo catastrófico y socialmente que eso conlleva. "La leche se puede ir de $400 el litro a $60.000 en un año", alertó el ministro Luis Caputo, al anunciar las medidas
En definitiva, como la reducción del déficit caerá más sobre la clase media que en la política o las empresas, es fundamental para que el ciudadano haga suyo el argumento de gobierno, y de esa forma no le saque rápido el pecho al ajuste.
Con las medidas, el gobierno busca recortar los gastos un 2.9% del PIB (el peso central es subsidios) e incrementar los ingresos un 2.2% del PIB (vía aumento de impuestos) y así reducir en 5 puntos el déficit fiscal.
Es por eso que Caputo se pasó en su mensaje televisado más tiempo explicando la situación que precisando las medidas, pese a que su perfil es bien técnico y de negocios más que político.
Fue así que, cerca de la medianoche, el Ministerio de Economía difundió un comunicado con algunos detalles de las medidas (como suba de retenciones) que se sumarán a las que dicte este miércoles el Banco Central en materia cambiaria.
Un dato que no debe pasar inadvertido es que el ajuste que anunció el ministro de Javier Milei tiene sabor ajustes anteriores. Y es que, pese a la virulencia verbal y las ideas libertarias que viene pregonando el ahora presidente, el equilibrio fiscal para 2024 se lograría más por un aumento de ingresos (vía aumento de impuestos como retenciones y Ganancias) que por una baja del gasto en general y político en particular.
En esa línea de cerrar el déficit vía aumentos de impuestos, el caso del agro es emblemático: el gobierno no sólo no le sacará retenciones, sino que se les aumentará. Eso sí, les promete, que es algo transitorio.
Qué pasará con los precios
Si bien faltan precisiones sobre cómo y cuándo se implementará la reducción de subsidios al transporte y a las tarifas, ambos anuncios anticipan aumentos de tarifas y boletos.
Con respecto a la devaluación, que es la más alta desde la salida de la convertibilidad, es cierto que muchos de los precios de productos y servicios (tanto de consumo, como bienes intermedios y de capital) ya estaban (sobre todo desde el balotaje) corriendo del oficial ($350) hacia dólares más caros (blue, exportador, financiero) por lo que el "sinceramiento" ya está en marcha, con mucha intensiad en las últimas 48 horas.
Pero las importaciones todavía ingresaban al oficial, y ahora lo harán a un oficial más caro más recargo impositivo, redondeando un tipo de cambio en torno a las $1300
El aumento del dólar oficial, por su parte, encarece los gastos en dólares con tarjeta (básicamente turismo) y también impacta en precio de los combustibles, que además ya están liberados.
En materia de precios en las góndolas, que el dólar para importar salte fuerte también anticipa más subas en alimentos, no solo en los productos importados (café, por ejemplo) sino también en aquellos elaborados en el país con altos componentes del exterior.
Además, las fuertes subas de precios que se registraron desde el fin de semana (a razón de 15/30 por ciento diario) acomodaron los productos a un dólar de $650/$700, pero no de $800 como tendrá desde el miércoles; un valor que ni se esperaba en las cotizaciones del dólar futuro del mercado Matba-Rofex.
¿Y el dólar blue?
El cepo continúa y tras la devaluación del oficial a $800, el gobierno anunció que mantendrá un ritmo diario de devaluación de 2%.
Si bien el dólar crypto esta noche subía, los cambistas -al menos para el arranque- no están proyectando una suba del paralelo. Y es que la brecha se achicó y semejante suba de precios que se está operando dejará sin resto a los bolsillos para salir a comprar. Todo lo contrario, lo más probable es que ciudadanos y empresas tengan que vender para afrontar pagos.
Bonos y acciones, en tanto -se espera que tengan un aumento porque el ajuste del gasto y la devaluación eran las medidas apuntaladas desde el sector financiero
Impacto productivo
Por el lado productivo, si bien no hubo baja de retenciones para la agroexportación sino que, por el contrario se las subieron y les pusieron a las que no lo tenían, el fuerte salto cambiario es una muy buena noticia, ya que hasta ahora los granos se liquidaban a $550 (dólar exportador). Es más, como se anuncio que las exportaciones se liquidarán 80% al oficial y 20% al CCI, el dólar exportador queda a $860
Es cierto que los costos dolarizados del agro también subirán y que por la suba de retenciones el tipo de cambio real estará en los $700, junto con las buenas lluvias y los precios internacionales, el campo se encamina a un buen 2024.
La industria, en tanto, alterna buenas y malas. Por un lado, le ponen retenciones (15%) y además les abren las importaciones (no está claro desde cuando pero se terminó el esquema de autorizaciones de las SIRA). También el aumento de energía (eléctrica y gas) le impactará negativamente.
Pero el dólar a $800 no solo es una buena noticia para exportadores (por ejemplo automotriz) sino también opera como una barrera a las importaciones (que, como se dijo, tienen un recargo). Ya que, por la carga impositiva y la devaluación, el dólar importador se va a $940.
Claramente, el sector de la obra pública es el que se lleva la peor parte, por el ajuste a 0 en obras nuevas. Semejante recorte tendrá un correlato en desempleo y también reducirá la demanda de productos industriales.
Y si bien el mensaje es claro, también -para este caso- falta precisar qué se entiende por obra nueva. Es que hay obras licitadas y adjudicadas que no están iniciadas. Como sea, durante un año -las empresas del sector tendrán que rebuscárselas para compensar esa falta de trabajo. ¿Competirán en las provincias que ajusten menos? ¿Buscarán fondos externos y asociaciones con pares para dedicarse a obras menores?
En las próximas horas, se empezarán a conocer toda la información que falta, y que es mucha. Pero el panorama para el corto plazo es claro, y lo reconoció el propio Caputo: se vienen tiempos peores.