De casi ser intendente de Rosario en 2019, Roberto Sukerman es ahora la cara de la derrota del peronismo que a las generales no llevará un candidato propio y que se ve obligado ahora a repensarse extrapartidariamente. Y de correr riesgo su reelección, con y por su propia herramienta, la boleta única, Pablo Javkin logró la candidatura para un mandato más, aunque con un fuerte llamado de atención por parte de la ciudadanía. Las peleas para intendente en los dos frentes principales, Unidos para cambiar Santa Fe y Juntos avancemos fueron parejísimas y se definieron por muy ajustado margen. De los cuatro nombres fuertes, el más votado fue Javkin, seguido de Tessandori, Monteverde y Sukerman.
En Unidos, Javkin venció a Tessandori pero con una diferencia tan corta –hacia las 2 de la mñana, con el 61 por ciento de las mesas computadas, la distancia entre ambos era de 8 puntos porcentuales–; que llevó al ex De 12 a 14 a advertir: hubo “un fortísimo llamado de atención a la gestión del oficialismo”.
El hecho de que Javkin se presentara a la reelección puso su gestión en debate y por eso no sorprendió que en la campaña sus rivales internos lo criticaran con más o menos fuerza. Ni que cerca de la fecha de los comicios, con una administración municipal muy cuestionada sobre todo en materia de control y obras, creciera la figura de un Tessandori confiado en capitalizar sus décadas de televisión a través de un sistema como la boleta única; paradójicamente, de autoría de Javkin de su época de diputado provincial. El intendente corrió el riesgo de ser derrotado por su propia creación.
Sukerman, por su parte, fue fagocitado por la suya: un frente “transversal, plural y moderno”. El peronista rossista había cerrado una interna con Ciudad Futura, convencido que la ganaba, para intentar sumar por ahí los sufragios que no consiguió en 2019 y que casi le abrieron las puertas del Palacio de los Leones. Pero le salió el tiro por la culata. Monteverde supo hablarle al votante peronista que lo contó como propio, como al Movimiento Evita, y sumar por otros lados –a una Chiqui González y a un Roberto Mirabella en una misma foto, por ejemplo–; mientras que Sukerman, aún siendo el único candidato pejotista, no pudo contener el piso histórico del PJ en Rosario.
¿Qué será del peronismo rosarino ahora? ¿Qué significa la victoria de un emergente como el joven Monteverde, un sub 40 que saltó a la política desde “afuera” del sistema, aceptó ponerse polera y saco y dar la pelea –hace un tiempo ya– entre paredes institucionales? ¿Llegará, finalmente al Palacio de los Leones? ¿Llegó la hora de un nuevo recambio generacional como el que en su momento protagonizó el propio Javkin?
Una cosa juega a favor del intendente: frente contra frente, Unidos para Cambiar Santa Fe le saca una ventaja de más de 15 puntos a Juntos Avancemos. Su desafío es que no haya fugas, sobre todo porque Monteverde puede pescar en la pecera de los votantes históricos del ex Frente Progresista.
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