Javier Milei rompió todo. Rompió las urnas, rompió los pronósticos, rompió la hegemonía de las dos grandes coaliciones hijas de la crisis de 2001 que construyeron Néstor Kirchner y Mauricio Macri.
Algo crujió el 13 de agosto de 2023 en la Argentina. Es demasiado pronto para un inventario de daños certero. En principio se confirma la bronca y enojo con la dirigencia política que entre 2015 y 2023 condujo al país a una espiral de inflación, endeudamiento, pobreza y peleas autodestructivas como la de Fernández vs. Fernández y Bullrich vs. Larreta. En ese contexto se impuso el actor que mejor interpretó y enunció la rabia, sin importar sus propuestas disparatadas, su estilo agresivo y las consecuencias de sus propuestas económicas.
El voto en blanco de 2001 esta vez se canalizó por una boleta con nombre y apellido que recogió apoyos transversales de punta a punta del abanico social. Un dato que merecerá en los próximos días ser diseccionado capa por capa y sumo cuidado ante una primera hipótesis: ¿pueden la bronca y el hartazgo con el sistema político y buena parte de la dirigencia llevar a que algunos de esos sectores sociales voten en contra de sus propios intereses?
Quienes no votaron a Milei quizás quieran creer que se trató sólo de eso, de un descargo, un voto de desahogo y que, como esas olas fuertes del mar, retrocederá y las cosas volverán más o menos a su lugar previo. Demasiado pronto como para concluir que lo de Milei sea una propuesta que llegó para quedarse o un ave de paso como tantas otras.
El fenómeno Milei dañó en mayor medida a Juntos por el Cambio, que especulaba con un piso del 35% en la sumatoria de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. La candidatura presidencial se la quedó Bullrich, la que jugó fuerte, la capitana de los halcones. Y es una revancha para Mauricio Macri, que no pudo cumplir su deseo de ser candidato, pero se queda con doble premio consuelo: su pupila ganó la candidatura y frenó a Rodríguez Larreta, el dirigente que amenazaba su liderazgo al frente del PRO, además de recuperar el comando de Ciudad Autónoma de Buenos Aires con su primo Jorge. Larreta tenía mucho para perder y lo perdió.
Milei también le arrebató a JxC el mapa de colores. En 2021 la Argentina se había pintado de amarillo y esta vez apenas son dos provincias, Corrientes y Entre Ríos. En otras 16 predomina el violeta de la Libertad Avanza y en las seis restantes se impuso Unión por la Patria.
El peronismo hizo una elección por debajo de su piso histórico, en la que apenas redondeó el 27% en la suma de Sergio Massa y Juan Grabois. Sin embargo el desempeño de Milei le resultó funcional, en el sentido de que dio en la línea de flotación de Juntos por el Cambio y lo tiró para abajo, dejando un inédito escenario de tercios separados por tres o cuatro puntos de distancia.
Ahora es una elección que técnicamente está para cualquiera, aunque es sabido que Massa es el que la tiene más complicada. Los tres están obligados a reformular sus campañas, pero el de Tigre además responde como ministro de una economía exhausta y disfuncional que día a día arrastra malas noticias y exige medidas poco gratas para alguien que al mismo tiempo tiene que juntar votos.
El primer test de consistencia lo rendirá este mismo lunes, cuando a media mañana abran los mercados y expresen sus expectativas en términos de negocios. Un riesgo enorme porque el oficialismo perdió toda capacidad de amortiguación política. Todo lo que impacta lo hace sobre la centralidad de Massa.
El peronismo obtuvo un mal resultado y no consiguió los objetivos que se propuso, y a pesar de eso conserva competitividad porque Milei bajó a Juntos por el Cambio de los 35/40 puntos que esperaba cosechar a los niveles de este peronismo gastado y débil. Es decir, si conserva algún margen de maniobra para octubre no es porque haya sacado los votos que quería, sino porque Milei le comió muchos votos a JxC.
El escenario de tercios tal como quedó planteado convierte a la elección de octubre en una disputa por acceder al balotaje, ya que es muy improbable que alguna de las tres principales candidaturas consiga los requisitos exigidos en la Constitución para convertirse en presidente o presidenta en primera vuelta.
Unión por la Patria, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza lo entendieron el mismo domingo a la noche, por eso se concentraron en hablarle a los que ya los votaron, antes de salir a buscar los votos extra que van a necesitar.
En Juntos por el Cambio hubo un cuidadoso empeño en mostrar una unidad que no existió a lo largo de toda la campaña. Cambiaron las agresiones entre Bullrich y Larreta y sus segundas líneas por abrazos y besos. Ambos candidatos y Macri, el gran ganador dentro del espacio, subieron al escenario para hacer honor al nombre del frente y sellar el “todos juntos” que proclamó el jefe de Gobierno porteño. El terror de que Milei les birle lo que Macri tardó 20 años en construir es más fuerte. La dirigencia de JxC parece dispuesta a actuar una vuelta de página y correrse de la disputa descarnada y endógena. El 22 de octubre se verá si sus votantes entran en la misma sintonía.
Otro tanto ocurrió en el búnker de Unión por la Patria, con un Grabois marcando la cancha a futuro, pero en lo inmediato comprometiéndose públicamente a trabajar por un triunfo del espacio, a pesar de la incomodidad que le genera Massa, que es la misma incomodidad que le genera al 1.400.000 electores del kirchnerismo que votaron por el dirigente social. Esa cifra es relevante: con nada Grabois sacó la mitad de los votos de Rodríguez Larreta, que hico campaña dos años con todo el aparato de la ciudad de Buenos Aires por detrás.
A su turno, Massa no habló de la economía ni del rumbo del gobierno, sino de lo que cree que se pone en juego ahora que ganaron los halcones y la rabia reina en el espacio opositor. La apuesta de UxP es defender lo que otros amenazan llevarse puesto. Massa mencionó la gratuidad de las universidades, la privatización del sistema jubilatorio y de las empresas públicas, entre otros.
Milei agarró el juego al vuelo, como aquella vez Cristina Fernández lo subió al ring en La Plata con la intención de meter un tercero en la discusión electora entre peronismo/JxC. Este domingo el libertario proclamó que La Libertad Avanza es “la verdadera oposición. Vamos a dar fin al kirchnerismo y a toda la casta política, parasitaria y chorra de este país”, bramó.
En definitiva, Milei va por votos de Juntos por el Cambio. Se dispone a profundizar su faena, que implica copar el universo no peronista en el que hasta el domingo a la noche reinaba Juntos por el Cambio.
Los resultados electorales que se dieron en el último mes en Santa Fe muestran con claridad cómo el voto no peronista deambula entre Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza.
En las elecciones provinciales Maximiliano Pullaro, Carolina Losada y Clara García sumaron 980 mil votos para el principal frente no peronista. Menos de un mes después, con Milei como candidato presidencial, LLA avanza juntó 646 mil votos y Juntos por el Cambio 580 mil (Bullrich+Larreta). Es decir que en 27 días se produjo un desacople entre Juntos por el Cambio y Unidos de 400 mil votos, diferencia que este domingo fue abrumadoramente a Javier Milei y en una muy pequeña porción (67 mil votos) a Juan Schiaretti.
Por otra parte, entre JxC y LLA llegaron a 1.225.000 en números redondos, lo que es indicativo de que Milei capturó unos 245 mil votos por encima de Unidos, probablemente salidos de ciudadanos que en la elección provincial eligieron otras precandidaturas a la gobernación o que no habían concurrido a votar, ya que este domingo la participación fue algo mayor.
Esa suma de datos da la pauta de un divorcio del electorado santafesino con el peronismo, dato que corroboran los números propios. Si la elección del 16 de julio fue la peor del Pj santafesino desde la retorno de la democracia, la de este domingo la empeoró.
En detalle: los cuatro precandidatos a gobernador (Lewandowski, Toniolli, Busatto, Cleri) el 16 de julio sumaron 434 mil votos, mientras que entre Massa y Grabois no llegaron a 387 mil. Un verdadero problema que impidió alcanzar todos los objetivos que el propio peronismo se había autoimpuesto: Marcelo Lewandowski no logró ser el precandidato a la gobernación más votado individualmente; Massa tampoco alcanzó esa marca; y la expectativa de que la campaña presidencial reanime los signos vitales del peronismo santafesino para el 10 de septiembre no sólo no se cumplieron sino que la sequía de votos fue más profunda todavía.
Más información