Ya es lunes. Pasaron algo más de seis horas del cierre de los comicios por las Paso generales y escasos minutos de que el ahora candidato a presidente por el espacio político La libertad avanza, Javier Milei, saliera a agradecer a sus votantes por el gran apoyo recibido y a prometer más batalla de cara a octubre próximo, cuando se celebren las elecciones generales.
En la puerta del hotel Libertador, de la ciudad de Buenos Aires, se agolpan sus votantes de edades variadas, predominantemente jóvenes y adolescentes. Saltan, gritan consignas, cantan y exteriorizan su felicidad porque muchos de ellos votaron por primera vez y dicen que “es muy fuerte haber votado por primera vez y que haya ganado el candidato que votaste”.
“Lo amo. Lo pude ver apenas porque había mucha gente. Le vi el pelo”, dice una chica que dice tener veinte años y se emociona ante la cámara.
Se acercan otras dos jóvenes y la cronista les pregunta por qué votaron a Milei: “Porque hay que cambiar”, dicen a coro. Una de ellas cuenta que tiene 18 años y que votó por primera vez en estas elecciones. A lo que agrega: “Estoy con Milei de toda la vida”.
Detrás de ellas, un chico salta y grita en contra de “la casta y el miedo”. Dice que tiene quince años, que no puede votar todavía, pero apoya a Milei igual que su madre, que obviamente lo votó.
También se suman a la encuesta aleatoria, en plena calle, un par de adultos jóvenes que sueltan felices las razones de su voto: “Es el único que tiene un plan serio y nosotros ya no comemos vidrio. No compramos eslogans. No podemos pagar ni el alquiler. No quiero terminar yéndome del país como mi hermano, que tiene cuarenta y cinco años y se fue hace poco, porque no podía más”.
“Estamos hartos de la grieta. Estamos hartos de todo lo que está pasando. Este es un cambio bueno”, grita una mujer, detrás de él.
Un hombre se acerca y explica sus motivos personales para votar a La libertad avanza y utiliza, para criticar al oficialismo, un argumento que el mismo oficialismo emplea, permanentemente, como bandera de campaña: “Los otros quieren que los pobres sigan siendo pobres; en cambio, Milei quiere nuestra riqueza”, asegura con el dedo índice en alto. Antes de que siga explayándose en sus argumentos, otro grupo exaltado se interpone entre él y la cámara y canta a viva voz una consigna que nació en 2001 y se reedita veintidós años después: “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
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