Una modalidad de estafa virtual que se repite en los últimos días obliga a desconfiar hasta de familiares y amigos si el mensaje llega a través de redes sociales. El modus operandi es similar a otros ya conocidos pero a esta vez, a una médica de Rosario le hackearon su cuenta de Instagram y ofrecieron por esa vía, a todos sus contactos, una venta ficticia de dólares a un tentador precio, inferior al del mercado, a cambio de pesos por transferencia o depósito.
Desde el entorno de la joven confirmaron a Rosario3 que ella se enteró de la maniobra cuando mucha gente comenzó a contactarla a su teléfono, por Whatsapp o llamadas, ya sea para comprarle los supuestos dólares o para advertirla ante la sospechosa oferta lanzada desde su perfil personal, donde ella no tenía actividad de ese tipo.
Cuando la mujer constató que su cuenta de Instagram había sido tomada por extraños, lo alertó por otras redes y su estado de Whatsapp. Pero ya era tarde para dos compañeras de trabajo, que cayeron en la trampa y transfirieron diferentes sumas –una por cinco cifras y otra por seis– a una cuenta bancaria que les proporcionaron los estafadores, escondidos detrás de la foto y el nombre de alguien que las víctimas creían de confianza.
Los delincuentes, al menos en este caso, ofrecían dos CBU diferentes, ambas de cuentas radicadas en el país y en bancos conocidos –uno de ellos virtual–. En estos casos, si bien la médica hackeada realizó la denuncia policial correspondiente, las entidades financieras necesitan las de las personas estafadas para, a partir de allí, investigar y eventualmente bloquear dichas cuentas.
Con todo armado
El engaño es planificado al detalle y los timadores tienen a mano diferentes recursos para darle veracidad a su oferta, conforme avanza la conversación. Por empezar, ofrecen la moneda estadounidense a un precio más ventajoso de lo que se consigue ese día en el mercado “blue”. Pero sin una diferencia muy marcada que pueda llamar la atención. Esta semana la “tenían” a 182 y tras unas líneas de chat la “podían dejar” a 180, cuando en las cuevas se conseguían por casi 200.
Incluso, sin esperar a que los interesados pregunten, mandaban fotos de los supuestos billetes para mostrar que eran “de los nuevos”, también llamados “azules”, que son los de emisión más reciente en Estados Unidos y que conviven con los “verdes” más viejos.
Y si el comprador no reunía en ese momento la suma de 182.000 ó 180.000 para adquirir los 1.000 dólares que falsamente ofrecían, apuraban el diálogo para “venderle” al menos una cantidad inferior, que en cualquier caso ellos prometían llevar y entregar en mano luego de la transferencia, con su debido comprobante.
En caso de que su interlocutor dude de la clave bancaria que ellos le pasan para recibir los pesos, ya que está a nombre de un desconocido, los delincuentes echan mano a otro artilugio para transmitir tranquilidad: explican que que la cuenta destino pertenece a una persona a la que le compraron un vehículo y por eso la tiangulación. Y esa mentira tampoco está improvisada, ya que va acompañada de fotos de un auto, con lo que de paso aprovechan para contar la “novedad” a su “amigo” y recuperar su confianza.
El perfil hackeado continuaba activo este martes y además el usuario permanecía conectado al chat, por lo que se presume podían seguir los intentos de estafa desde ésa u otra cuenta de Instagram, además del riesgo que representa para la propia mujer damnificada el hecho de dejar tan expuesto públicamente que supuestamente tenía dólares en efectivo en su poder.