A 47 años del golpe de Estado que impuso una dictadura cívico militar en Argentina y a casi 14 del primer juicio de lesa humanidad en Rosario, el fiscal federal Adolfo Villate destaca el valor de seguir adelante con la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia, se detiene en las particularidades de las distintas causas que están en marcha y advierte sobre “el caldo de cultivo de un genocidio”.
Desde los Tribunales Federales y en diálogo con Desde la Redacción, el podcast de Rosario3, el titular de la Unidad de Derechos Humanos que lleva adelante las acusaciones en esos procesos afirma que el balance es “muy positivo” porque se realizaron muchos juicios con condenas. “Pero –aclara– también hubo absoluciones lo que implica que ha habido un auténtico proceso que se llevó adelante. Muchas veces se busca denostar los juicios con que son condenas aseguradas y esto no es así”.
Villate señala que las investigaciones tienen un “valor histórico porque Argentina fue pionera en juzgar a los militares que usurparon el poder y constituyeron una dictadura muy dura”. Si bien es un proceso con trabas y demoras, esa característica se explica en los “residuos y la pervivencia del aparato de poder que continuó con el regreso de la democracia”.
Las resistencias históricas (y actuales), que volvieron a la agenda nacional con la película "Argentina 1985", aparecen con fuerza en otro juicio que debería comenzar a fin de mes: el robo a los Tribunales Provinciales realizados en octubre de 1984.
Un golpe comando redujo a la guardia de ese edificio provincial y sustrajo pruebas de los grupos de tareas locales en el naciente expediente contra Agustín Feced, el jefe policial local, y sus superiores en el II Cuerpo del Ejército. “Hubo que vencer a todo ese aparato para llevar adelante estos juicios”, reconoce a la distancia.
En ese sentido, Villate propone “no mirar el proceso como una fotografía sino como una película que se viene desarrollando y que no se agota en los hechos puntuales”. La gravedad de los secuestros, las torturas, los asesinatos y desapariciones, las violaciones y robo de bebés, “hace que la mirada se deposite ahí, a quedarse petrificado ante un hecho puntual, y no siempre se puede dar una mirada más abarcativa” de la dictadura.
En el fondo, el fiscal habla de una “matriz económica y de pensamiento” instalada desde entonces e inculcada a la clase dirigente, como una “huella” que llega hasta el presente.
En ese sentido, Villate también pidió la elevación a juicio del Villazo (la represión ilegal de trabajadores en Villa Constitución en marzo de 1975, un año antes del golpe). El propio José Alfredo Martínez de Hoz, que era presidente de Acindar en ese momento y después fue ministro de Economía de Jorge Videla, “reconocía que uno de los problemas era la sindicalización y organización del movimiento obrero y habló de dar vuelta la página de la historia económica argentina”.
Las nuevas víctimas y el paso del tiempo
El funcionario de la Justicia federal explica las diferencias del proceso Guerrieri IV que está en marcha con la megacausa Feced y las que vendrán. Detalla la existencia de “nuevas víctimas que aparecen de forma sorpresiva” y que por ese tipo de hallazgos el número de 30.000 desaparecidos es una cifra en construcción y la falta de certezas es una denuncia en sí misma.
Por esa causa, el próximo lunes declararán por primera vez los familiares del abogado Eduardo Garat, secuestrado y desaparecido desde abril de 1978. Sus hijos Florencia, Santiago y Julieta hablarán ante un Tribunal, 45 años después. Así de difícil y lenta es la construcción de una memoria nacional.
El paso del tiempo es otro conflicto para la Unidad de asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos de Rosario. Muchos de los represores acusados fallecieron o tienen problemas de salud. Sin imputados no hay juicio y sin juicio, no solo no hay condena, tampoco el Estado puede reconstruir una verdad oficial y se obtura la reparación a víctimas y familiares. Una suerte de punto final biológico.
En el plano personal, con una década ligado al trabajo de las causas de crímenes de lesa humanidad (desde 2013, aunque es titular de la unidad especial desde 2016) reconoce que lo afecta el dolor acumulado de tantas historias y testimonios como base de su trabajo cotidiano. Desliza que en la búsqueda persistente de la memoria, a veces olvidar detalles puede ser un mecanismo de autodefensa. Tampoco se permite “competir con la víctima” en ese plano.
Un Nunca más para el futuro
Villate advirte en la charla que en las sociedades existe “un caldo de cultivo” para procesos autoritarios y violentos que pueden derivar en genocidios. “Es un desarrollo por etapas, los genocidios se van generando progresivamente. Se construye un chivo expiatorio, un odio particular hacia ese chivo expiatorio y en parte de la sociedad estos discursos prenden y falta que se les dé muy poquito espacio para que se conviertan en grupos de tarea”, explica.
El paso a la acción registrado en el intento de atentado contra la vida de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kichner puede ser leído como un gesto en ese sentido. “Grupos de personas que llevan al acto algo que ven que se está quedando solo en palabras”, dijo.
“Uno apela a que Nunca más pase eso, tiene la esperanza de que el juzgamiento y las condenas sean una especie de disuasor para que en el futuro vuelvan a suceder atrocidades iguales”, agregó.