Perro negro es el libro que me hubiera gustado leer de haberlo escrito otro”, afirma el periodista Mauricio Maronna mientras acomoda la espalda en la silla de madera de un bar. La mesa está en el centro del salón y sobre ella hay dos botellas de agua, un café, algunas servilletas y el libro que lleva su nombre.

La frase marca un punto de fuga en la charla que había comenzado con las (últimas) escuchas discográficas de Robert Fripp, Nacho Vega y Marta Argerich.

Editado por el sello de la UNR, Perro negro es el segundo libro del editorialista y ex jefe (lo fue por 21 años) de la Sección Política del diario La Capital

“Tenía tres borradores que iba escribiendo. En uno, reunía historias de 30 años de periodismo político. Historias mías con (Miguel) Lifschitz, (Carlos) Reutemann, (Hermes) Binner, (Fernando (de la Rúa), (Carlos) Menem. También trabajaba en otro que era como una especie de autobiografía. Pero pasó que en la pandemia iba de la librería a la disquería y de ahí, a casa, como un flâneur. En una de esas visitas veo el libro de Georges Perec Me acuerdo. Después, di con el libro Me acuerdo y otros autorretratos, de Joe Brainard. Entonces, creí haber encontrado el formato: una sopa que me permitía volcar todas esas historias”, reseña Maronna en la charla con Rosario3.

“Le mostré lo que había escrito a Fabián Casas y las correcciones que me hizo fueron tan significativas que «me acuerdo», nada. Lo trabajamos juntos unos tres meses y salió convertido en otra cosa en el sentido de que va para atrás pero se mantiene en el presente”.

La vida es haber sobrevivido al vinilo, al casete y al cd

Si bien el plan original estalló cuando comenzó el taller de escritura semanal con el autor de Ensayos bonsai, el registro tan heterogéneo como humano es el mismo que le permite hilvanar de manera fragmentada imágenes, música, literatura, historias personales, aforismos, recortes de la política y el partidismo (como apuntes en primera persona), citas a Newell’s Old Boys, haikus, la melancolía por una Rosario que ya no es (la de "el candy en Panambí y el café en Sorocabana"), fumar y dejar de hacerlo, Reutemann, Menem, Lifschitz, Javkin, Perotti y la poesía que "lo es todo".

Es como ir de una caja con 48 discos de Argerich a tres simples de Lucas Martí, y de “las luces robadas” a The Beta Band a la “piel de pollo” por los recitales de Keith Jarrett y Pat Metheny.

Todo eso se lee en Perro Negro; 138 páginas que Maronna sugiere completar “de un tirón”.

Es un libro trasversal, medio inabarcable –sintetiza el entrevistado–. Las cosas que escribo no me pasaron solamente a mí sino que nos tocaron en algún momento a todos. Es un libro en el que no hay subterfugios. Al final, aprendés que el libro es el arte de podar palabras. No son las florituras sino ir al hueso”

Tenía envidia por los padres de mis amigos eran menos viejos que los míos"

Maronna nació y pasó su adolescencia en Teodelina. Cuando tenía 15 años, falleció su padre y, dos años después, su madre: “A los 17 años se acabó la felicidad para mí”.

—¿ Y qué recuerdos felices tenés?
—Las navidades en familia. Sos feliz de pibito porque tenés regalos. S los 14 o 15 años porque te vas de joda. El resto es todo tortuoso. Casas dice que “las familias nacieron para pudrirse”. Yo enterré a mi vieja y me vine a estudiar Rosario. A los 20 años ya estaba trabajando, había hecho la colimba (dos años en Infantería de Marina) y tenía una hija”.

El libro –indica–“le permitió tomar distancia de ese tiempo doloroso para poder narrarlo: “Uno no se saca de encima las cosas sino que toma distancia”.

Periodismo


“Siempre supe que iba a ser periodista, desde los 16 años, cuando trabajaba en la radio de circuito cerrado (conducía el programa Sábados Dinámicos). Estudié abogacía porque mi vieja, una de las cosas que me dijo, es que no estudie periodismo. Después me lo dijo Osvaldo Soriano y tenían razón. Hoy creo que el periodismo escrito es como una cancha de paddle que cada vez se achica más. Eso no quiere decir que lo que viene sea mejor. Pero bueno, todo se termina. Es así”, sostiene.

—¿De qué maneras intervino el periodismo en la escritura de Perro negro?
—Escribir es corregir, editar. Lo que el libro me permitió hacer, que es algo nunca había hecho, es desnudarme. contar casi todo. Soy muy crudo en el libro conmigo, con los demás y con el periodismo.

A veces no entiendo cómo las familias van desperdigándose hasta no verse más. Es como no querer volver a ver a los que te hicieron felices por un rato porque se pusieron viejos y te muestran al espejo. Ese que refleja que vos también sos viejo"

—¿Y la música?
—Hay mucha. Por ejemplo, cuento cuando fui a cenar con Luis Alberto Spinetta (en 2006). Estaba sentado al lado de él y no me salían las palabras. Hablo de los recitales a los que fui, de discos. También de mi relación con la ciudad, esa Rosario de cines y restaurantes que era cuando me vine a estudiar y que ahora es invivible.

Silencios, la poesía y un tipo “desconfiado”


“La poesía es la matriz de todo”, asevera el también autor del libro Del derrumbe a la ilusión (2005). "Viste esa flor de la tapa del disco de los Pet Shop Boys que se abre (portada del álbum Release) Bueno, la poesía es eso y para mí fue conocer un mundo que no conocía”.

—¿Hablás de tu relación con el Lole y con Calamaro?
—De Calamaro, poco. Ese es material para otro libro y para escribirlo con él. Y con el Lole… Yo tuve una relación con Reutemann que no tuvo nadie. El tipo iba a ser presidente y encontró en mí un desconfiado como él. Compartí con él un montón de cosas que mucha gente no conoce. Bueno, en el libro está eso. También hay cosas de Pablo (Javkin), que es mi amigo, y de Lifschitz. Para mí, este momento de la política es muy inabarcable. Vengo de otra escuela. 

—¿Por qué elegiste como título del libro Perro negro?
—Premero, creo, y lo pongo en el libro, que toda persona tiene derecho a escribir su vida. (Winston) Churchill le decía "perro negro" a la depresión. Perro negro es ese momento del domingo en el que pensás: «No te acerques».

Empecé a dejar de tenerle miedo a la muerte en esta pandemia. Se parece a una zona de clivaje, que es el lugar donde el cristal se rompe. Nadie saldrá igual"

Este martes a las 18, en el Café Literario y Cultural de la Universidad Nacional de Rosario (Maipú 1065), Mauricio Maronna presenta su libro Perro negro, acompañado de los escritores Fabián Casas Nicolás Mazi, y del rector de la UNR, Franco Bartolacci.

 La transmisión podrá seguirse través del canal de YouTube de la institución.