María del Mar Ramón cuestiona en Coger y comer sin culpa. El placer es feminista (Paidós) la moral feminista que asocia reconocimiento de la opresión con "empoderamiento" al tiempo que advierte que el patriarcado y el capitalismo funcionan en reciprocidad.
"Ahora estamos re contentas porque la palabra feminista no es pecado, pero también tenemos que cuestionar el trabajo de niñas explotadas en Bangladesh", afirma la autora en una entrevista con Télam.
"El feminismo no es un conjuro mágico, es una práctica política colectiva y todo el tiempo nosotras tenemos que estar súper ágiles para detectar las formas que el patriarcado tiene de disciplinamiento", dice la escritora, también coordinadora del proyecto Fanática de los Boliches, que tiene como objetivo llevar la perspectiva de género a los lugares nocturnos.
"El patriarcado y el capitalismo, en reciprocidad, generan nuevas formas de disciplinamiento y ahora estamos re contentas porque la palabra feminista no es pecado y es súper copada pero también tenemos que cuestionar que las camisetas de H&M son el trabajo de niñas explotadas en Bangladesh", ejemplifica.
Un discurso generalizado supone que el reconocer la desigualdad se traduce en un "empoderamiento", algo que para Ramón puede caer en el "estereotipo": "Son discursos peligrosos porque están absolutamente despolitizados, como si el poder fuera una cosa que surge de vos, cuando no es así, es una estructura. Pero además porque es una falacia muy parecida a la meritocracia. Nosotras apostamos a la construcción colectiva y la construcción colectiva es la colectivización de nuestros problemas subjetivos".
En ese sentido, "el problema que vos tenés con tu cuerpo no lo vas a resolver si todos los días te miras al espejo y decís «amo esta estría». Me parece fantástico quien pudo resolverlo y les abrazo, pero no nos vengan a imponer a quienes no lo resolvimos que el problema es que nosotras no nos queremos lo suficiente, cuando en realidad hay un sistema que dice que vos estás mal, sos incorrecta, que tu cuerpo no es el que debería ser".
Para la autora es importante aclarar que "no nos inventamos nosotras la amenaza para que nos digan que la solución depende exclusivamente de nuestro esfuerzo", por lo que "pensar que la disputa entre lo que ahora sabemos y lo que sentimos a partir de la socialización que tuvimos se resuelve de manera subjetiva es una mentira y un arma muy eficiente para desarmar cualquier organización colectiva. Hablemos de lo que nos pasa individualmente pero construyamos soluciones siempre en colectivo".