Entre las estrategias que desplegaron las editoriales para continuar el contacto con los lectores en un contexto de cuarentena están las invitaciones a leer ebooks, un formato que hasta ahora era una opción minoritaria para el universo lector, entre descargas pagas y gratuitas.
Acompañados de hashtags como #LeamosEnCasa o #YoMe QuedoEnCasaLeyendo, sellos y plataformas literarias liberaron parte de su catálogo para facilitar la lectura en tiempos de reclusión. La iniciativa –con el correr de los días– generó entre dudas y objeciones entre autoras y autores. En el centro de la cuestión están tanto “los derechos de autor” como “la utilidad” de la estrategia.
"La liberación para descarga gratuita es más un método de promoción que otra cosa. Y no lo digo yo, lo reconoció algún editor de manera explícita. Por otro lado, nadie ha facilitado la descarga de sus «novedades» sino de libros que ya dieron supuestas ganancias o que pasaron inadvertidos", señaló la escritora Fernanda García Lao a Télam.
La autora de Muerta de hambre y Nación Vacuna –el libro que en estos días tenía iba a presentar en España en un circuito que la pandemia dejó en suspenso– relativiza la eficacia de la liberación de contenidos como un recurso para afianzar hábitos lectores en tiempos de aislamiento.
"¿Cuántas descargas se producen porque un texto sea gratuito? ¿Uno lee lo que le tiran o elige qué leer? Los libros que me interesan no figuran en esas listas. ¿Hay tanta hambre de lectura en esta cuarentena? Estamos atravesando una situación inédita, sin final definido ¿Cuál es el apuro? Habría que pensar a largo plazo, contemplando a autores y libreros", enfatizó la escritora.
"Para la industria editorial, el porcentaje de venta de un libro en papel representa para el autor el 10 por cierto del precio de venta. Ya es lo suficientemente poco como para pensar en regalar tu trabajo al cien por cien. La pregunta es si los escritores y escritoras somos o no considerados trabajadores. Si la respuesta es afirmativa, habría que formular la siguiente pregunta: ¿por qué se vulneran nuestros derechos?", cuestionó García Lao
Entre “liberados” y “presos”
En sintonía, el escritor Sergio Olguín aseguró que se trata de "un gesto de marketing un poco desesperado, más que una acción a favor de la cultura" e ironizó: "No entiendo el concepto de liberar libros que manejan las editoriales ¿Estaban presos sin sentencia firme y no nos habíamos enterados? ¿La gente solo necesita leer en cuarentena? Si las editoriales creen que hay gente que no puede comprar sus libros, ¿por qué creen que el problema se resuelve cuando no hay cuarentena? ¿Van a pagar los derechos de autor de esos libros bajados o son los autores los que los ceden?"
"Los libros ya están liberados desde hace rato. Los de papel en las bibliotecas públicas y los digitales en las webs de intercambio gratuito de libros. Hay muchos sitios y muy buenos que tienen excelentes bibliotecas digitales en las que comparten sus libros sin pedir nada a cambio", explicó Olguín.
Marina Yuszczuk, poeta, narradora de ficción, cronista cultural y editora del sello Rosa Iceberg, acotó: "Varios estuvimos pensando en estos días en la posibilidad de que se puedan liberar contenidos, que la gente pueda descargarse ebooks gratuitos y uno de los cuestionamientos que se hizo es si las editoriales contemplan pagar las regalías que corresponden a esos autores por esos contenidos".
"El público que tiene acceso a enterarse que un contenido está disponible de manera gratuita en la web suele tener con wifi en su casa, dispositivos para leer estos libros entonces probablemente puede pagar por un ebook, que suele ser la mitad o menos de lo que vale un libro en papel. Entonces la pregunta es cuál sería la utilidad real de liberar contenidos y una de las primeras cosas que salta a la vista es hacer publicidad", reflexionó.
Los derechos del autor al lector
"El hecho de que nuestros libros circulen siempre es una alegría. Nos permite acercar nuevos lectores y acompañarnos en este momento tan complicado", sostuvo Liliana Escliar, que recientemente editó la novela Tumbas rotas.
La escritora admitió que “la liberación de títulos merma nuestros derechos de autor pero no estoy tan segura de que estos derechos sean nuestro medio central de subsistencia. Ese es en el caso de contadísimos autores. El resto de los mortales subsistimos con colaboraciones, clases, talleres y un largo etcétera", abundó.
Por su parte, Yuszczuk resaltó que se trata de "una situación tan imprevista, nueva y difícil que uno está haciendo lo que puede y lo que le sale”.
En esa línea, la narradora María Teresa Andruetto manifestó sus dudas sobre “cómo va a seguir nuestra relación con otros, la forma de organización del mundo. Tampoco cómo va a seguir la relación con el libro, si es con el libre en papel, virtual, no sabemos, en qué medida, en qué proporción. Y una cosa buena que podemos hacer por nosotros es aceptar que no sabemos, vivir este momento tolerando no saber”.
“Cuando esto termine, también se verá cómo hace uno con los libros, los derechos, las publicaciones", cerró.