El último sábado se desarrolló en Rosario la tercera edición del Festival Bandera, evento que volvió a ubicar a la ciudad en el calendario festivales musicales de Argentina. Unas 20.000 personas coparon el óvalo del Hipódromo del Parque de la Independencia y sigueron con celular en mano lo que pasaba en los tres escenarios en los que el line-up sumaba más de treinta bandas y solistas.
Hasta allí llegaron de a grupos, en familia o por su cuenta; locales y visitantes de distintos lugares de la provincia y el país. Cada cual organizó su propia grilla hasta coronar una tarde/nocre/madrugada épica
En el regreso, tras dos años de suspensión por la pandemia, la disposición de los escenarios Este y Oeste –en esta entrega, de espaldas al Paddock– trazaban una L de unos 200 metros con el Cynar –en el centro del óvalo–.
La amplitud de la grilla, el buen tiempo y la avidez siempre latente de disfrutar de un festival se unieron a favor de un temprano ingreso del público que para las 15 ya sumaba cinco mil personas en el predio.
A esa hora, ya comenzaba a concretarse la posibilidad de asistir en cuestión de horas al poderío musical Babasónicos y Las Pelotas, el rock stone de Guasones, al combo sonoro de Dillom, al toque funk de El Kuelgue, al aire entre folk y blues de Los Espíritus y al indie lo-fi o “rock espacial” de Él mató a un policía motorizado.
Los antes mencionados amalgamaron con The Killer Burritos, el “groove” de Groovin’ Bohemia, el “encanta pop” de Zoe Gotusso, las canciones de Benjamín Amadeo, el rap de Acru y el trap de Saramalacara y Taichu.
La lista (siempre inclusiva) también unió a Nafta con Silvestre y La Naranja y el electro sound de Peces Raros, y a Brunella, “la calle” de Broda con el aporte tropical de Los Peñaloza.
Los Pérez García, Pasado Verde, Feli Ruiz, Bad, Vale Acevedo y así la lista sigue hasta superar los 30 nombres escuchados y tagueados en redes sociales.
Mientras esto ocurría arriba de los escenarios, abajo el tránsito humano que iba de un lugar a otro convivía con una oferta gastronómica que incluyó hasta un puesto de fruta fresca. Los puntos de encuentro, los espacios de juego e información y los fardos de pasto rectangulares oficiaron de descansos a cielo abierto.
Con una convocatoria que duplicó a la primera edición (2018) y superó los 16 mil cuerpos presentes en 2019, el Festival Bandera 2022 ofreció una generosa postal en tiempo presente de aquello que por dos años estuvo suspendido: música en vivo. Y pide más pista.