La película Argentina, 1985 fue nominada este martes al Premio Oscar a la Mejor película en lengua no inglesa por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. “Gritamos el gol”, bromeó la actriz Alejandra Flechner en diálogo con La primera de la tarde (Radio2). “Un poco es eso, la película ya es de todas y todos”, siguió.
La cinta de Santiago Mitre –cuya suerte se conocerá el domingo 12 de marzo, cuando se entreguen las estatuillas en la 95ª gala de la institución– narra el juicio a la Juntas militares que llevaron adelante los fiscales Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo, encarnados por Ricardo Darín y Peter Lanzani.
Entre la realidad y la ficción, el drama tiene a Flechner en un papel clave: es Silvia, la esposa de Strassera.
Para la intérprete, el valor del largometraje se asienta por una parte en “mostrar la humanidad y las contradicciones de los personajes” y, también, en el hecho de que “las pibas y los pibes les pregunten a su padres: «¿Dónde estabas en 1985?. Tenías diez años, ¿sabías algo?». Tener esa conversación me parece el mejor premio”.
Flechner, al igual que Darín, quien habló con una radio porteña este martes por la mañana, una de las claves del film es el guion al que definió como “una maravilla”.
Sobre el recorte que el drama histórico ganador del Globo de Oro propone, Flechner sostuvo: “A la historia de un país no la podés contar desde todos los puntos de vista y si hacés ficción, tenés que tomar una decisión. (En Argentina, 1985) el punto de partida es el espacio doméstico de los personajes, mostrar que antes de ser fiscales o héroes, son personas”.
“Creo que el nivel de movilización fue enorme entre quienes la hicimos y, después, la repercusión nos noqueó. No lo podíamos imaginar. Se volvió un hecho social”, indicó la entrevistada sobre las reacciones que suscitó el film que se rodó “en la misma silla y los mismos estrados en los que ocurrió el Juicio. Era como que la historia se repetía en cada toma. No parábamos de llorar”.
Sobre este punto, Flechner apuntó que “es muy difícil saber qué va a pasar con un hecho artístico, hasta dónde va a llegar” y lo comparó con el nacimiento de un hijo: “Una cosa es lo que te imaginás con eso que se esta cocinando, pero afuera es otra cosa”.
Por último, se refirió tanto a la composición de su personaje como a los momentos de humor que propone el largometraje: “En toda esa densidad, los testimonios de tortura... había que descomprimir. Además, la película nunca se puso en un lugar solemne para contar la historia”.