¿Por qué a alguien se le ocurre correr una picada en la vía pública, a sabiendas de que está prohibido, y lo concreta sin que nadie se lo impida? ¿Por qué si estas carreras se repiten en algunos lugares de la ciudad, los mismos días y a la misma hora, ninguna autoridad interviene para evitarlo? En diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2), el ex piloto de automovilismo Rubén Daray puso el acento en la necesidad de que las autoridades accionen antes de las tragedias, en vez de esperar que la sociedad reaccione después.
Tras la picada mortal en 27 de Febrero y Necochea del sábado 29 de julio, se reabrió el debate en torno al tema, pero ninguna declaración o análisis alcanza para devolverle la vida a Andrés Alejandro Muñoz, el hombre que circulaba por calle Necochea y al cruzar 27 de Febrero fue embestido por el Renault Laguna lanzado a la carrera por Ariel L., de 27 años. Las imágenes son escalofriantes. Andrés está muerto y Ariel L, está en su casa, ya que el juez le dictó prisión preventiva domiciliaria.
¿Puede alguien sentir “irrefrenables deseos de correr a velocidad” por las calles? Este absurdo es uno de los tantos argumentos que circuló durante los últimos días y que se usó para reflotar la idea de instalar un picódromo, donde estos presuntos corredores frustrados se saquen las ganas de acelerar. Iniciativa que no tiene en cuenta que a quien goza con la acción de transgredir, no le interesa contar con un lugar habilitado para practicar su “hobby”, porque allí tendría que atenerse a controles y reglamentos. Él disfruta de hacer lo que quiere donde quiere y no donde le indican que puede hacerlo.
“Si se quisiera organizar una actividad de este tipo, no sería necesario generar un espacio nuevo, porque Rosario, como también otras ciudades, cuenta con un autódromo que no tiene actividad todos los días, las 24 horas. Abrir otro espacio porque unos cuantos idiotas hacen esto, no tendría mucho sentido”, planteó Daray, y señaló que los autódromos de todas las ciudades del país se utilizan cuatro o cinco veces al año para campeonatos argentinos y quizás otras diez para carreras zonales, es decir que el resto del tiempo están libren. Tanto los fines de semana como de lunes a viernes, de modo que ya hay un espacio disponible”.
Pero el ex piloto apuntó a la conducta de quienes corren estas carreras por la calle y remarcó: “Si la idea que tienen los que organizan estas picadas es la de ser corredores de autos, lo que están haciendo no sirve para nada, porque la velocidad a la que se maneja en un autódromo es infinitamente superior. De modo que si creen que la locura que hacen en la vía pública les sirve como entrenamiento para ser corredores, ya les digo: descártenlo porque no sirve”.
Calles de nadie
Los vecinos los conocen. Saben dónde, cuándo y a qué hora se juntan. Los denuncian a riesgo de sufrir represalias, pero la intervención de parte de quienes tienen autoridad para impedirlo llega a cuentagotas, tarde. O peor: a algunos barrios directamente no llega.
Uno se pregunta por qué la policía no los ve, o si los ve y los conoce, por qué no actúa.
“Uno se pregunta por qué la policía no los ve, o si los ve y los conoce, por qué no actúa. Si los vecinos saben quiénes son y dónde corren, por qué la policía no acciona en vez de esperar que la sociedad tenga que reaccionar después” se pregunta Daray, y cuestiona la debilidad de las sanciones: “Los tipos que cometen estas infracciones tienen que ir presos de verdad. Y si el que conduce es menor, tiene que ir preso el padre, porque lo que hacen está fuera de la ley. Ahora si después de hacer algo así terminan sancionados con una tarea comunitaria, ya no entiendo nada. Y si como en este caso, terminan con prisión preventiva domiciliaria, se le está dando a esa persona y a toda la sociedad, una clara señal de que se puede seguir haciendo eso porque total preso, lo que se dice preso, no va”, insistió.
En relación con las infracciones de tránsito, el entrevistado propone aplicar multas elevadas a quienes infringen las normas, pero también premios a los que sí las cumplen. “Sería justo que si en todo el año no cometí ninguna infracción, la empresa aseguradora me premie, por ejemplo, con una quita del 30 por ciento, y esa plata podría salir de lo recaudado a través del pago de las multas. El problema en Argentina es que te cobran la multa, la mayoría no la quiere pagar y busca excusas y el que cumple y hace las cosas bien no recibe ningún reconocimiento”.
Somos hijos del rigor, pero no sólo nosotros. También lo son en otros lugares del mundo.
Daray sostiene que “somos hijos del rigor, pero no sólo nosotros. También lo son en otros lugares del mundo. No es que los alemanes son más santos que nosotros, ni los canadienses son una maravilla de personas. Lo que pasa es que en esos países te cobran multas que te dejan tiritando. Entonces, a partir de la segunda multa, nunca más hacés lo que no hay que hacer y empezás a educar a tus hijos para que cumplan las normas”.
Quien haya sacado una licencia para conducir coincidirá conmigo en que es un examen bastante zonzo.
El ex piloto cuestionó además, los exámenes a los que se someten quienes pretender acceder al carnet de conductor: “Todo aquel que haya sacado una licencia para conducir coincidirá conmigo en que es un examen bastante zonzo. Contestar unas preguntas, examen de la vista, alguna cosita más y estacionar en dos o tres maniobras. En Argentina mueren 22 personas por día por accidentes viales, entonces, uno se pregunta quiénes son los equivocados. ¿Nosotros o los lugares serios del mundo donde han logrado reducir los accidentes de tránsito a la cuarta parte de lo que se registra en nuestro país?
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