Con 74 años, José "Pepe" Mujica se convertirá en el presidente más viejo de los 196 años de historia de Uruguay, tras una vida marcada por su pasado de guerrillero, lleno de asaltos y tiroteos, y de preso político, que le costó torturas e incomunicación en la cárcel por más de una década.
Gracias a su triunfo en las elecciones de este domingo, Mujica no solo será el segundo mandatario de izquierdas de la historia del país, después del actual gobernante, Tabaré Vázquez, sino que además colmará un sueño por el que luchó toda su vida, primero con las armas y luego con una infatigable actividad política.
Mujica se impuso en la segunda vuelta de las elecciones al ex gobernante conservador Luis Alberto Lacalle, de 68 años, amparado en su enorme tirón entre las clases populares, con quienes se identifica plenamente.
Según escribía este domingo el analista político Antonio Cardarello en el diario El Observador, Mujica será el más veterano gobernante de la historia uruguaya al superar en dos años la edad de Jorge Batlle cuando éste fue elegido presidente en 2000.
En la primera vuelta, disputada el pasado 25 de octubre, el partido de Mujica, el oficialista Frente Amplio, revalidó su mayoría parlamentaria y sumó el 48 por ciento de los votos.
Con el aval de esa victoria y favorecido por las encuestas, el candidato ganador incluso superó las descalificaciones vinculadas a su pasado como guerrillero que le lanzaron sus rivales políticos durante la campaña, tras el hallazgo de más de setecientas armas en casa de un hombre que murió en un tiroteo con la policía.
Sin embargo, los uruguayos parecen no haberse sentido intimidados por su pasado, que comenzó a labrarse en la década de los 60 al calor de la Revolución Cubana y bajo la amenaza de dictaduras militares.
Como militante tupamaro, Mujica cayó herido y fue apresado en varias ocasiones mientras participaba en asaltos, fugas de prisión, tiroteos y robos.
En los trece años en que estuvo preso, la mayoría de ellos durante la dictadura (1973-1985), vivió en condiciones infrahumanas y fue torturado mientras pasaba de cuartel en cuartel, donde era exhibido como trofeo de guerra por los jerarcas militares.
Con el retorno de la democracia, fue liberado y abandonó la militancia armada para encabezar, junto con su esposa Lucía Topolansky, ahora senadora, la creación del Movimiento de Participación Popular (MPP), el mayor de los grupos que integran el Frente Amplio.
En 2004 el Frente Amplio logró el triunfo en las elecciones generales y formó el primer gobierno de izquierdas en la historia del país, encabezado por Vázquez.
Mujica, que hasta entonces ya había resultado elegido primero diputado en 1994 y luego senador en las elecciones de 1999 y 2004, ocupó en la gestión de Vázquez la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Como ministro su popularidad se mantuvo y en 2008 dimitió para dedicarse en exclusiva a su candidatura a la Presidencia pese a la oposición del gobernante, que prefería como sucesor a Danilo Astori, ex ministro de Economía.
Durante la pugna interna por la candidatura de la izquierda, la popularidad de Mujica se impuso y Astori terminó integrando la fórmula como candidato a vicepresidente.
En todo ese tiempo nunca dejó de cuidar su humilde granja a las afueras de Montevideo, donde cultiva flores y hortalizas y donde piensa seguir viviendo cuando asuma la presidencia, fiel a su estilo campechano, directo y sencillo.
Ese estilo es una de sus señas de identidad más profundas y se extiende a todos los aspectos de su vida, particularmente en la vestimenta.
Hasta hace pocas semanas era imposible ver al candidato vestido de traje, un atuendo que solo accedió a llevar tras presiones de sus asesores de imagen en un esfuerzo por atraer al electorado moderado.
Aun así, intransigente, se niega a llevar corbata y sigue prefiriendo su vestimenta habitual de guayabera, boina y sandalias con las que acudía al Parlamento a bordo de una vieja motocicleta "scooter".
Más allá de su peculiar carácter, Mujica mantiene su afición a trabajar la tierra, a la lectura, al tango, al fútbol, y "al mate y un buen asadito, como la mayoría de los uruguayos", según comentó a Efe Topolansky, la senadora más votada el 25 de octubre en las elecciones al Congreso.
Precisamente será su esposa, en condición de presidenta de la Cámara Alta y como tercera en la línea de sucesión a la presidencia -tras el vicepresidente-, quien le tomará juramento como gobernante del país.
Fuente: EFE / Álvaro Mellizo
Gracias a su triunfo en las elecciones de este domingo, Mujica no solo será el segundo mandatario de izquierdas de la historia del país, después del actual gobernante, Tabaré Vázquez, sino que además colmará un sueño por el que luchó toda su vida, primero con las armas y luego con una infatigable actividad política.
Mujica se impuso en la segunda vuelta de las elecciones al ex gobernante conservador Luis Alberto Lacalle, de 68 años, amparado en su enorme tirón entre las clases populares, con quienes se identifica plenamente.
Según escribía este domingo el analista político Antonio Cardarello en el diario El Observador, Mujica será el más veterano gobernante de la historia uruguaya al superar en dos años la edad de Jorge Batlle cuando éste fue elegido presidente en 2000.
En la primera vuelta, disputada el pasado 25 de octubre, el partido de Mujica, el oficialista Frente Amplio, revalidó su mayoría parlamentaria y sumó el 48 por ciento de los votos.
Con el aval de esa victoria y favorecido por las encuestas, el candidato ganador incluso superó las descalificaciones vinculadas a su pasado como guerrillero que le lanzaron sus rivales políticos durante la campaña, tras el hallazgo de más de setecientas armas en casa de un hombre que murió en un tiroteo con la policía.
Sin embargo, los uruguayos parecen no haberse sentido intimidados por su pasado, que comenzó a labrarse en la década de los 60 al calor de la Revolución Cubana y bajo la amenaza de dictaduras militares.
Como militante tupamaro, Mujica cayó herido y fue apresado en varias ocasiones mientras participaba en asaltos, fugas de prisión, tiroteos y robos.
En los trece años en que estuvo preso, la mayoría de ellos durante la dictadura (1973-1985), vivió en condiciones infrahumanas y fue torturado mientras pasaba de cuartel en cuartel, donde era exhibido como trofeo de guerra por los jerarcas militares.
Con el retorno de la democracia, fue liberado y abandonó la militancia armada para encabezar, junto con su esposa Lucía Topolansky, ahora senadora, la creación del Movimiento de Participación Popular (MPP), el mayor de los grupos que integran el Frente Amplio.
En 2004 el Frente Amplio logró el triunfo en las elecciones generales y formó el primer gobierno de izquierdas en la historia del país, encabezado por Vázquez.
Mujica, que hasta entonces ya había resultado elegido primero diputado en 1994 y luego senador en las elecciones de 1999 y 2004, ocupó en la gestión de Vázquez la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Como ministro su popularidad se mantuvo y en 2008 dimitió para dedicarse en exclusiva a su candidatura a la Presidencia pese a la oposición del gobernante, que prefería como sucesor a Danilo Astori, ex ministro de Economía.
Durante la pugna interna por la candidatura de la izquierda, la popularidad de Mujica se impuso y Astori terminó integrando la fórmula como candidato a vicepresidente.
En todo ese tiempo nunca dejó de cuidar su humilde granja a las afueras de Montevideo, donde cultiva flores y hortalizas y donde piensa seguir viviendo cuando asuma la presidencia, fiel a su estilo campechano, directo y sencillo.
Ese estilo es una de sus señas de identidad más profundas y se extiende a todos los aspectos de su vida, particularmente en la vestimenta.
Hasta hace pocas semanas era imposible ver al candidato vestido de traje, un atuendo que solo accedió a llevar tras presiones de sus asesores de imagen en un esfuerzo por atraer al electorado moderado.
Aun así, intransigente, se niega a llevar corbata y sigue prefiriendo su vestimenta habitual de guayabera, boina y sandalias con las que acudía al Parlamento a bordo de una vieja motocicleta "scooter".
Más allá de su peculiar carácter, Mujica mantiene su afición a trabajar la tierra, a la lectura, al tango, al fútbol, y "al mate y un buen asadito, como la mayoría de los uruguayos", según comentó a Efe Topolansky, la senadora más votada el 25 de octubre en las elecciones al Congreso.
Precisamente será su esposa, en condición de presidenta de la Cámara Alta y como tercera en la línea de sucesión a la presidencia -tras el vicepresidente-, quien le tomará juramento como gobernante del país.
Fuente: EFE / Álvaro Mellizo