Es sabido que abusar de la sal en las comidas aumenta, y mucho, el riesgo de padecer hipertensión arterial, esto es, la enfermedad definida por unas cifras de presión sanguínea superiores a 140/90 mmHg y que, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye la primera causa de mortalidad global. La razón se explica porque, con objeto de diluir el exceso de sodio que se acumula en el torrente sanguíneo, el organismo se ve forzado a retener más agua en la sangre, lo que provoca que el corazón y los vasos sanguíneos tengan que esforzarse más para bombear este líquido adicional. El resultado es que los vasos se endurecen y la presión sanguínea se dispara. Entonces, ¿qué se puede hacer? Sencillo: limitar la cantidad de sal en las comidas.

Sin embargo, y según revela un estudio dirigido por investigadores del Centro de Medicina Molecular Max Delbrück en Berlín (Alemania), es posible que haya una segunda alternativa para aquellos que gustan de las comidas "sabrosas".

Concretamente, el estudio, publicado en la revista "Nature" y reproducido en abc, muestra que algunas bacterias que habitan en nuestra flora intestinal pueden revertir este nocivo efecto de la sal sobre nuestra presión sanguínea. Tal es así que tan solo habría que "ingerir" las bacterias que promuevan este beneficio, como sería por ejemplo con la toma de probióticos. Pero cuidado: como advierten los autores, que existan probióticos capaces de contrarrestar los perjuicios de la sal no quiere decir que podamos "descargar" nuestros saleros sobre los alimentos. Hay que controlar la sal.