Esta semana que pasó, se viralizó en las redes sociales una foto del diputado provincial y precandidato a gobernador Antonio Bonfatti con la viuda del Claudio “Pájaro” Cantero, el asesinado líder de la banda narco Los Monos. La foto, parte de una campaña sucia pues el candidato saludó a Lorena Verdún como a tantos asistentes a los desfiles de carnaval sin saber de quién se trataba, mostró los límites (y riesgos) de seguir haciendo campaña a la vieja usanza en un mundo de redes sociales. ¿Sirve todavía caminar los barrios y abrazarse para la foto con desconocidos? ¿El “troll” es el militante de la nueva era? ¿Twitter mata territorio?

Consultado por Rosario3.com, el politólogo especialista en comunicación política, Mario Riorda, contestó éstas y algunas otras preguntas en un año de alto voltaje electoral. Este 2019, los rosarinos elegiremos cargos ejecutivos y legislativos en todos los niveles: municipal, provincial y nacional.

Y sí, todavía sirve caminar los barrios. Y sí, el “troll” tiene algo de militante. Y no, “estar” en Twitter no es lo mismo que caminar el territorio. Esto es según Riorda, que ha transitado su camino profesional entre la academia y el trabajo puro y duro en el sinuoso arte de las campañas electorales.

Pensar la campaña en clave de convergencia significa no tan solo pensar en los usos de los nuevos medios, de bases de datos digitales, sino articularlas con las viejas prácticas”, observó. Caminar el barrio, escuchar el reclamo del vecino y sacarse la foto, sirve en tanto y en cuanto se lo acompañe de una estrategia digital que amplifique y reproduzca esa territorialidad.

“Eso no implica que no haya riesgos –advirtió–; hoy las distintas candidaturas quedan desnudas en el marco de lo que se hace o no se hace, no hay «backstage» y casi importa más ese detrás de escena que lo que pasa delante de una cámara”.

En un mundo donde casi todos tienen celular, no hay blindaje posible. No hay filtro ni edición. 

Acá entran en juego entonces las redes sociales. Aunque sus usuarios aún sean inferiores en número en comparación a los consumidores de los medios tradicionales, si un tema marca tendencia en una plataforma digital, señaló Riorda, es casi seguro que lo reproducirán la radio, la televisión y/o los diarios.

Trolls y bots generan tendencias artificiales y lo peor que se puede hacer es entrar en un debate mano a mano con estas tribus. El problema no es lo que hacen con uno, sino con su capacidad de instalar debates. Con permear la agenda. Son tribus que no dialogan entre sí, sino que monologan”, se explayó.

Los trolls –que pueden o no ser personas reales, y pueden o no expresarse desde cuentas falsas– vinieron a resignificar también el rol del militante tradicional. No buscan sumar votos ni adherentes, sino instalar temas y debates, y fundamentalmente, desprestigiar al adversario. Por eso son de temer. Pero también, tan atractivos.

Otra cosa son las “fake news”, noticias deliberadamente construidas de forma falsa. “La mentira política tiene la misma edad que la política”, llamó la atención Riorda. La novedad es el carácter industrial que adquiere la mentira política a partir de las redes y los medios digitales; y al mismo tiempo, la manera en la que el ciudadano actúa e interactúa con esas mentiras.

Las fake news son condenables porque es la mentira deliberada puesta a ser diseminada a escala mundial. Lo curioso es que el común de la gente las termina justificando en tanto y en cuanto sirvan para abonar a su postura. No hay que enojarse con lo que producen las fake news, sino repensar el sistemas de creencias del votante”, alertó.