Globos, muchos globos, infló el gobierno nacional. Es que Cambiemos lograba un más que buen resultado en las Paso en una importante parte del país y lanzó temprano su festejo, que incluía un supuesto triunfo en la provincia de Buenos Aires. Pero cuando la madrugada ya estaba avanzada, y se seguían contando votos, la situación era otra: había un empate técnico y finalmente Cristina Kirchner remontaba un escrutinio en el que parecía perdida. "Hemos ganado las elecciones", sostuvo la ex jefa del Estado a las 3.50 de la mañana, cuando faltaba escrutar algo más del 5 por ciento de los votos y el resultado era 34,16% para Esteban Bullrich y 34,13 para ella.
De alguna forma, el gobierno le regaló el escenario a la ex presidenta y a sus seguidores que colmaron el gimnasio del club Arsenal y la esperaron horas y horas. Porque la dio por derrotada antes de tiempo y eso permitió al kirchnerismo darle una lectura positiva a un resultado que en realidad está por debajo de lo que eran sus expectativas previas. Y no sólo eso: regaló también la posibilidad de que Leopoldo Moreau acusara a Cambiemos de “secuestrar el voto” de los bonaerenses por demorar los datos hasta la exasperación cuando cambió la tendencia.
Algo parecido pasó en Santa Fe, donde se frenó por horas la carga de los votos del Gran Rosario. A las 22 Macri festejó un supuesto triunfo del candidato de Cambiemos, Albor Cantard, que a las 3.55 del lunes era otro empate técnico con el PJ, que en realidad, sumados sus dos candidatos, estaba algunos votos arriba. El argumento oficial es que hubo “un problema técnico” en un centro de transmisión de datos. Lo extraño es que recién se informó de ese problema a las 3.35 de la mañana y antes se festejó una victoria como si el desperfecto no existiera.
El oficialismo
En rigor, el oficialismo nacional hizo una gran elección, incluso en provincia de Buenos Aires, donde la estrella de la gobernadora María Eugenia Vidal consiguió convertir en competitivo a un candidato desangelado como Esteban Bullrich, que quedó con buenas chances para octubre con su empate ante la ex presidenta. Y arrasó en la ciudad de Buenos Aires, de la mano de Elisa Carrió, y en Córdoba, con el ex árbitro Héctor Baldassi. Lo mismo que en Mendoza.
Además de Macri, aparecían otras dos ganadoras en el oficialismo: Carrió y la gobernadora Vidal, que después de sus fuertes apariciones públicas de la semana pasada llevó a Estebab Bullrich a un palo y palo inesperado ante una ex presidenta que años atrás llegó a sacar 56 por ciento de los votos en el distrito. El escándalo de la demora en la transmisión de los datos empañó la buena performance del ex ministro de Educación.
Nuevo mapa
Con estos resultados, el macrismo quedó bien posicionado de cara a las elecciones generales de octubre con un cambio significativo en el mapa político de la Argentina, aunque desde la oposición –Cristina incluida– se interpretó que dos de cada tres argentinos votaron contra la política económica oficialista. Habrá que ver qué costo paga por el escándalo de la madrugada y cómo evolucionan las variables económicas.
En su discurso de festejo Macri, muy eufórico, dijo que "el cambio está más vivo que nunca". "No es propiedad de un gobierno, es de todos los argentinos. Y además aprendimos cosas valiosas, claras que es que lo que vale, lo que tiene que durar no se hace de un día para el otro, sino dando pequeños pasos adelante todos los días, y eso es lo que empezamos a hacer entre todos los argentinos", afirmó.
Además de los categóricos triunfos en Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, Jujuy era otra provincia que, tal como se esperaba, se pintaba de amarillo. Mientras que en San Luis Cambiemos le ganaba a los Rodríguez Saá en San Luis –primera derrota de los hermanos desde 1983– y también estaba arriba en Neuquén, La Pampa, Entre Ríos, Corrientes y la históricamente kirchnerista Santa Cruz.
En provincia de Buenos Aires la pelea era voto a voto. En la previa Cambiemos se conformaba con perder por poco ante Cristina Kirchner. La ex jefa del Estado tenía números que no superaban la performance de Aníbal Fernández en 2015. Ya se dijo: el gobierno se hizo un gol en contra y le permitió recuperar la ofensiva.
Sergio Massa, que obtenía un pobre 15 por ciento que lo dejaba como la peor víctima de la polarización, se manifestó en contra de "el país del ajuste".
El resultado de Santa Fe tiene una lectura parecida al bonaerense. Cambiemos hizo, con un casi desconocido como Cantard, una buena elección ante un PJ que sumó el voto de dos candidatos (Agustín Rossi y Alejandra Rodenas) y una pobre performance del frenteprogresista Luis Contigiani. Pero como primero celebró una victoria el empate o derrota leve por ahora puede parecer poco.
El gobierno nacional salió temprano a instalar su triunfo nacional. "Ha sido una muy buena elección del cambio. Sentimos que lo que pasó hoy nos da mucha fuerza", sostuvo el jefe de Gabinete, Marcos Peña, cuando aún no se conocía ningún número.
Claro, con el PJ además de debilitado, dividido; con Cristina Kirchner ante un aparente techo electoral, y sin una opción no peronista de centroizquierda, no hay hoy por hoy una fuerza nacional capaz de hacerle frente al macrismo en todos los distritos. Su propia fragmentación deja por ahora huérfana la posibilidad de una alternativa de la oposición y termina favoreciendo al gobierno. Que si este resultado se proyecta a las elecciones generales de octubre, crecerá considerablemente en representación parlamentaria y quedará mejor parado para encarar proyectos que considera clave para su programa, como la reforma laboral.
Pero ahora tiene un problema inesperado y le dio a la oposición un motivo de crítica para el que bien puede usarse una de las palabras preferidas de una referente clave de Cambiemos, Elisa Carrió: en una República saludable los votos se cuentan en tiempo y forma, como corresponde.