En un pueblo del noreste de España, los fieles realizan una singular procesión para agradecer que están vivos. Los devotos se meten en ataúdes y recorrer la calles para conmemorar el día de su patrona.
En la iglesia que nuclea a los fieles de la comunidad de Santa Marta de Ribarteme se lleva adelante el extraordinario ritual funerario que se realiza una vez al año con motivo del día de la patrona del lugar, Santa Marta, cuyo hermano Lázaro volvió a la vida cuando Jesús visitó su hogar, según el relato bíblico.
El festejo consiste en que los devotos presenten su propia muerte. Algunos fieles se ubican adentro de los féretros que luego son acompañados en una procesión por las calles del pueblo. Por lo general las personas que son paseadas en los ataúdes son sobrevivientes de accidentes, o de alguna enfermedad grave. Mientras que otros lo hacen porque familiares algunos suyos se han podido salvar.
Xosé Manuel Rodríguez Méndez, funcionario del ayuntamiento, contó al New York Times que “la festividad celebra la victoria de la vida por sobre la muerte”. La peregrinación fue tomando notoriedad con el correr de los años y atrae una multitud de creyentes y turistas.
Después de que los ataúdes regresan a la iglesia, sus ocupantes salen a estirar sus piernas, limpian el sudor y secan sus lágrimas. Así se lo puedo ver Marcos Rodríguez, de 38 años, quien contó que sintió un “alivio enorme” al realizar la procesión en el ataúd, mientras abrazaba a Nicolás, su hijo de seis años quien había sido sometido con éxito a una cirugía cerebral. “Le prometí a Santa Marta que le agradecería si salvaba a mi hijo”, concluyó Rodríguez.