El sexo del bebé influye y mucho en la posibilidad de que sufra ciertas enfermedades, y mientras que la depresión y la ansiedad suelen darse más en mujeres, los hombres son más proclives a experimentar determinados desórdenes del neurodesarrollo, como trastornos por déficit de atención con hiperactividad o el autismo. Respecto a los varones, un reciente estudio da una pauta acerca de los motivos de esta situación.
Por cada cuatro varones que padecen trastornos del espectro autista (TEA), se ve afectada una mujer. De acuerdo al equipo de expertos de los departamentos de Farmacología de la Universidad de Maryland y de Ciencias Biomédicas de la de Pensilvania, las causas parecen más bien moleculares, y habría que buscarlas en la placenta, un órgano que puede condicionar de diversas formas la futura salud del bebé.
El trabajo, publicado en Nature Communications, y difundido por Muy Interesante, se basó en un estudio con roedores. Estos científicos observaron que los altos niveles en ella de una proteína, denominada H3K27me3, parecen aumentar la resiliencia de las hembras hacia el mencionado estrés gestacional. Asimismo, el gen OGT, que reside en el cromosoma X –las mujeres poseen dos y los hombres uno–, proporciona una cierta protección a los fetos femeninos ante algunas perturbaciones en el ambiente intrauterino.
“Esta conexión podría ayudarnos a explicar las considerables diferencias en el neurodesarrollo que se da en los humanos de ambos sexos”, indica Tracy L. Bale, una de las neurocientíficas que ha participado en esta iniciativa. “En la placenta, el gen OGT y el péptido H3K27me3 son fundamentales en la codificación de numerosas proteínas durante el embarazo, lo que, con el tiempo, puede tener muy distintos efectos”, considera.
En estudios previos, Bale y sus colaboradores detectaron que, al menos en ratones, el estrés del padre puede alterar su esperma y, con ello, afectar al desarrollo cerebral de su descendencia, que tendría más probabilidades de experimentar algunos desórdenes del neurodesarrollo. Los progenitores estresados también tenían crías que ofrecían una menor respuesta hormonal al estrés, un fenómeno que se ha relacionado con la aparición de algunas condiciones neuropsiquiátricas, como el trastorno por estrés postraumático.