“La enfermedad cardiovascular engloba a varias patologías: infarto, angina de pecho, accidente cerebrovascular (ACV), el aneurisma de aorta; las mencionadas son enfermedades de las arterias, que tienen alto impacto en la mortalidad en occidente, e incluso en el resto del mundo”, afirmó Luis Keller, jefe de las Unidades Coronarias del Hospital de Emergencia Clemente Álvarez (HECA) y del Sanatorio Británico.
Keller, entrevistado por rosario3.com, adelantó algunas estadísticas, al sostener que “está calculado por las asociaciones mundiales que en el año 2020 se van a producir 17 millones de decesos por enfermedades cardiovasculares en el mundo”.
¿A qué se le llama enfermedad cardiovascular?
Lo que llamamos enfermedad cardiovascular se origina a partir de los factores de riesgo, como el sedentarismo, tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto. Estos factores se transforman en determinantes. Se deben agregar a ellos el estrés y las predisposiciones genéticas. Todo esto desembocan en lo que nosotros llamamos enfermedad cardiovascular (ECV).
Algunas personas comienzan prematuramente con la enfermedad, otras más tardíamente. En general son los hombres en los que la ECV se declara más tempranamente que en las mujeres, las que suelen desarrollar la ECV, en promedio diez años después que los hombres. La cuestión hormonal las protege hasta los 60 a 65 años de edad.
¿El blanco de la ECV son las arterias?
Esta enfermedad afecta al endotelio que es una membrana que recubre por dentro a las arterias. Y la alteración en el funcionamiento endotelial hace que den su aparición las placas de ateromas, las que al proliferar se rompen y generan una trombosis que obstruye la arteria. Esta es la manifestación clínica de la ECV, de la que puede devenir un infarto, una angina de pecho, un aneurisma de aorta, una muerte súbita. De hecho, un 15% de los infartos se manifiestan a punto de partida de una muerte súbita.
Muerte súbita
Según datos estadísticos del año 2017, la Muerte Súbita (MS), representa la mitad de las muertes cardiovasculares y el 25% del total de las muertes en adultos. Aproximadamente un 50% ocurre en personas sin enfermedad cardíaca conocida, siendo ésta su primera expresión y si bien su incidencia en la población general es baja, se incrementa a medida que se seleccionan poblaciones con mayor riesgo.
La incidencia en el mundo expresada en casos por millón de habitantes/año, varía según los países evaluados. En el nuestro se estima que la incidencia anual es de alrededor de 40.000 personas; siendo que la inmensa mayoría ocurre fuera de centros asistenciales.
El grupo etario más afectado se encuentra entre los 45 y 75 años de edad, y un franco predominio en la población masculina, pero con un crecimiento cada vez mayor en el sexo femenino donde actualmente representa el 35%.
¿Estamos preparados para hacer frente a la muerte súbita?
Si bien no se manifiesta un aumento de la muerte súbita, al consultorio nos llegan muchos más pacientes recuperados de una. A raíz de las campañas de rehabilitación cardiopulmonar, las instituciones están preparadas para hacer frente a los eventuales episodios. La rehabilitación cardiopulmonar (RCP) ayuda a recuperar personas, sobre todo, a personas jóvenes en quienes un esfuerzo excesivo con el agregado de algunos de los factores de riesgo mencionados puede ocasionarles un episodio de muerte súbita. En estas personas, se aplica la recuperación cardiopulmonar básica, es decir el masaje cardíaco mientras se espera por la llegada de la emergencia, y la aplicación del desfibrilador (DEA), obligatorio en instituciones por las que transiten muchedumbres. Esto favorece la reversión de la arritmia, que es lo que padece quien acaba de sufrir muerte súbita.
¿Se dan cursos a no médicos para hacer frente a una muerte súbita?
Sí. Existen muchos cursos. En la Fundación Cardiológica lo hacemos. Hoy es más sencilla la intervención. Se ha evidenciado que lo primordial es el masaje cardíaco hasta que llegue el desfibrilador. Nosotros decimos que “tiempo es músculo”, con lo que queremos expresar que cuanto antes se actúe más se preserva el músculo cardíaco, con lo cual el pronóstico de la enfermedad cardiovascular es más alentador. Esto repercute en tener más chances de recuperar la vida en la persona que sufrió la descompensación.
¿Cómo hace un neófito para distinguir si la persona ha sufrido un paro respiratorio?
Si la persona afectada no responde al zamarrearla y llamarla por su nombre, se asume que está en paro cardíaco y hay que comenzar con el masaje cardíaco inmediatamente, siguiendo una técnica y un ritmo; haciéndolo mientras se espera la emergencia para que con el desfibrilador primero y su traslado después terminen de compensar a esa persona.