¿Cómo incentivar la concentración y la atención de los niños en clase? Quizá esta sea una de las preguntas que, como docentes, nos hemos hecho muchas veces. En las escuelas cada día se identifican más problemas de atención y son muchas las investigaciones y publicaciones que existen sobre ello.
Tal y como explica el biólogo chileno Humberto Maturana (2001), “la educación ocurre con una transformación en la convivencia, es decir, en el encuentro entre maestros y alumnos. Y en ese encuentro y sus interacciones se van a transformar los dos, según el emocional que guíe la relación. ¿Desde qué emoción me relaciono con mis alumnos? ¿Desde qué emoción se relacionan entre ellos? Todos hemos de tomar conciencia de ello, pues dicha emoción es la que generará las diferentes realidades”.
Guiados por la emoción
La idea o pensamiento de “quiero atender”, se queda en el plano de la psique, de lo pensado, en la parte cognitiva. ¿Cuántas ideas o pensamientos hemos tenido y quedaron en eso, en pensamiento, pues nunca los llevamos a la acción o no supimos sustentar? Por ejemplo: a partir de la semana que viene voy a hacer deporte. Puede que los primeros días sí pero, después de pocas semanas, quizás esa idea que seguía en mi mente se diluyó en mi práctica, en mi acción.
¿Por qué? En parte, porque lo que guía nuestras conductas como seres humanos, es la emoción. La idea es pensamiento, la emoción es acción. Para que la idea se sostenga en una conducta debe ir unida a esa emoción que impulsa mi disposición, que mueve mi acción. Las emociones activan o inhiben la acción de nuestros pensamientos.
Por tanto, la atención se dirige y sostiene en función de la emoción sobre la que se basa. Aquello que me hace sentir emociones agradables, favorecerá mi atención y concentración; en cambio, aquello que me genera emociones desagradables será evitado y desatendido. Es esencial que los alumnos y docentes aprendan a identificar, comprender y regular sus emociones en el aula, regulando las que alejan de los propósitos y generando aquellas que activen la atención.
La educación debe, pues, considerar siempre las emociones de los alumnos y encontrar ese espacio relacional en el que se une el contenido a aprender y la emoción que active el deseo de aprender.
En la elección se encuentra el compromiso
Pero por encima de todo esto se encuentran dos aspectos de especial relevancia. En primer lugar, la capacidad de elegir. Hemos de tener siempre presente que el gran sentido humano es el de poder escoger, hemos de generar en el aula la posibilidad de elección, que el niño pueda escoger cómo aprender ofreciendo diferentes propuestas. En la elección se encuentra el compromiso y en la obediencia la negación de uno mismo o del otro.
En segundo lugar, la relación y conexión entre el maestro y el alumno es esencial. Se trata de un encuentro que se inicia a través de la mirada, que fluye con el conversar, el lenguajear y el emocionear. El alumno debe entender y sentir que es visto, aceptado, comprendido y amado. Porque tal y como dice el citado autor, amar educa.
Fuente: educaciontrespuntocero