Un niño de 5 años, Rayan Oram, fue hallado sin vida tras pasar cinco días en el fondo de un pozo de 32 metros. Así lo confirmó a través de un comunicado del Gabinete de la Casa real de Marruecos.
El equipo de rescate marroquí logró sacar al pequeño Rayan del fondo del pozo para ingresarlo rápidamente a una ambulancia que aguardaba en el lugar en medio de un gran despliegue de seguridad. Sin embargo, fracasaron los posteriores esfuerzos para reanimarlo.
La información publicada por medios locales incluyó una declaración de la corte real que decía que el rey Mohammed VI llamó a los padres del niño para expresar sus condolencias.
Un reportero de Associated Press que se encontraba en el lugar vio al niño envuelto en una manta amarilla después de ser extraído del túnel. Sus padres habían sido escoltados a una ambulancia antes de que saliera el niño.
El vocero del comité de vigilancia y seguimiento de rescate, Abdelhadi Tamrani, había dicho esta mañana que los rescatistas trabajaban con “la gran esperanza” de salvarlo.
En la última etapa de la excavación, las operaciones se realizaron manualmente y “con gran prudencia, para evitar vibraciones que puedan provocar un desmoronamiento”, explicaron a la agencia AFP las autoridades de la localidad de Ighran.
Un equipo de bomberos y una ambulancia, en la que permanecían los padres del niño, aguardaban a la entrada del túnel el momento de intervenir. Un helicóptero con material médico estaba igualmente en las inmediaciones.
En las imágenes obtenidas por una cámara sonda, Rayan aparecía “recostado de espaldas” en el recodo de ese estrecho pozo pero, de acuerdo con Tamrani, era “imposible afirmar con certeza si está vivo”.
Los socorristas enviaron oxígeno y agua a través de tubos y botellas, sin ninguna certeza de que el niño haya podido utilizarlos.
Según explicó el padre a varios medios locales, sospecharon que su hijo estaba dentro del pozo y entonces introdujeron un móvil con la cámara encendida suspendido por una cuerda, con el que verificaron que se encontraba en el fondo.
El padre indicó que el pozo estaba cubierto con un barril, pero que el niño lo debía haber movido de su sitio antes de caerse dentro.
Varios voluntarios intentaron acceder al fondo cogidos por una cuerda, pero el pozo era tan estrecho (entre 30 y 50 centímetros) que se quedaron encajados en el camino.