Hubo un momento en que Leda le consultó al arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, si debía cambiar su forma de vestirse y el máximo referente de la Iglesia católica de Rosario le respondió que no, que podía mantener su propio estilo. La mujer a la que le atribuyen sanaciones corporales y espirituales compartió esta anécdota sentada en el living de la casa de una amiga, maquillada fuerte y enfundada en una remera ajustada al cuerpo combinada con un pantalón verde fluo. Lejos de las imágenes asexuadas de la mística religiosa, la líder de Soplo de Dios Viviente brinda sus bendiciones con un look moderno que no esconde su ser deseante. Sus jeans estrechos y su risa le han valido dedos en alto, pero también su modo de bendecir, su lengua y su economía.
El fenómeno religioso que despertó hace exactamente un año, fue cimentado sobre la polémica: invitada a retirarse de la catedral de Rosario por los modos en los que encabezaba sus encuentros, debió ser sostenida por la cúpula eclesiástica ante la insistencia de sus seguidores que clamaron por un lugar en donde congregarse y participar de su oración cantada e intervención espiritual. Los testimonios de curaciones sacudieron un adormilado catolicismo local y el furor de fieles y agnósticos por igual, por conocerla y ser tocados por sus manos, consolidaron la controversia que significa que una creyente no consagrada a la Iglesia, desprovista de pergaminos y sotanas, le imprima un color diferente al espíritu cristiano de modo contundente.
A un año de aquel martes 20 de junio de 2023 en el que Radio2 y Rosario3 asistieron por primera vez a un encuentro del grupo religioso tras recibir el mensaje de una seguidora ("Hay una mujer que sana en la catedral de Rosario. Es laica, la acompaña un sacerdote, viene de zona sur, nos hace bien y la quieren sacar”, aseguró), Leda insistió en que fue elegida por Dios para ser un puente y admitió que aceptar esta misión le vale diversas renuncias. Aunque aseguró que Dios le curó la susceptibilidad, respondió a las críticas más severas en torno a su vida personal, el dinero que dispone, su vínculo con el Estado e incluso en contra de su faceta como cantante religiosa, a la que planea elevar a carrera profesional. Leda Bergonzi, la mujer a la que Dios enamoró y a quien le consulta todo.
—¿Cómo ves este año que transcurrió?
—Fue un recorrido muy corto y muy intenso. Yo siempre cuento que este no es el comienzo, sino que hace años que venimos caminando y siempre con estas buenas nuevas de que el Señor nos guía, confiando más. Siempre nos dio un poco más, así que para ustedes fue un año, pero para nosotros ya son casi 11. Igualmente, fue un año de crecimiento exponencial.
—Siempre decimos que ese soplo de Dios se convirtió en un vendaval.
—Yo lo vi como una salida de nuestra misma comunidad. Salió a pedir, a golpear puertas en un momento en donde nosotros, tal vez, nos quedamos un poco quietos. En ese momento nos tomó por sorpresa el número de gente y, asimismo, nos tomó por sorpresa irnos de la Catedral. Así que fue la misma gente que salió a golpear las puertas, a buscar los medios, a contar su experiencia que también nos llenó de muchas sorpresas. Cuando nos fuimos enterando de este paso de Dios en medio de lo que era Soplo, de tanta sanación, tantas vidas cambiadas, hizo que nosotros también pudiéramos charlar y vimos con más fuerza lo que estábamos viviendo.
—A pesar del tiempo, del reconocimiento y la convocatoria tremenda que logran, todavía hay gente que se pregunta qué hace Leda, qué pasa ahí en la Rural o en los distintos lugares a donde vas.
—Lo que hago yo es simplemente estar, poner mi vida, mi tiempo que no es poca cosa. Los que servimos a Dios tenemos que ir dejando de lado mucho. Yo no soy nada. Como dije siempre y lo sigo diciendo, lo sostengo: no soy yo quien sana, sino Cristo en mí y eso hay que ponerlo en claro. Uno escucha la crítica, personas que se enojan pensando que uno cree tener poderes o cree hacer algo. Y yo nunca pensé y nunca me sentí capaz y creo que ahí también una vez más Dios me sorprendía con todos estos dones, con los carismas que fueron acompañando esta obra, fueron acompañando a Soplo, nos fueron impulsando, dando fuerzas. También llevó a aceptar la queja, a recibirla, a abrazarla y a seguir caminando por todo lo bueno que iba pasando, pero puntualmente, ¿qué hago yo? Es estar, es perseverar, es asistir cada martes a cada llamada. Es una renuncia constante, donde muchas veces dejas de lado lo tuyo para recibir a tanta gente que necesita, que te pide y que necesita a Dios. Así que, puntualmente yo no hago nada. Sí Dios hace todo y hace cosas que a nosotros nos sorprenden día a día.
— ¿Cómo te llevás y cómo lidiás con las críticas más punzantes, con esto de que te estás llenando de plata, que le sacás plata a la gente, o que ahora te dedicás a cantar y con eso estás lucrando?
—En principio digo Dios nunca se contradice y cuando yo empecé este camino lo que me pasó, siempre lo cuento porque fue así, yo siento que Dios me sanó la susceptibilidad, o sea, que yo acepto que la gente no me quiera, no tienen que quererme todos. Yo quiero llevar a Dios y si hay personas a las que no se los puedo transmitir porque no soy una figura que a ellos los lleve a Dios, no importa. Que busquen a Dios en otro lado. No soy de leer los comentarios, entonces no me quedo con lo malo, pero no es que no lo leo para no saber qué es lo que está pasando, sino que no tengo mucho tiempo. Entonces, en los tiempos libres que tengo con mis hijos, que estoy en casa, los utilizo para hacer cosas más productivas, como por ejemplo, leer cartas que me quedan almacenadas los martes y de lugares a los que viajamos. No estoy pendiente de la crítica.
— ¿A los chicos les afecta?
— No, no, no. Tratamos de reunirnos a rezar, tratamos de cuidarnos en los tiempos muy acotados, muy limitados. La obra es muy grande, hay muchas cosas por hacer entonces no estamos enfocados en esto que nos pueda hacer sentir mal.
—¿Qué es eso que está faltando para decir «nosotros somos esta comunidad religiosa»?
—No creo que nos falte nada. Somos una comunidad que camina, estamos unidos servidores y colaboradores, siempre alimentándonos en el Evangelio, con sacerdotes que hoy llegaron también para para darnos asesoramiento. Estamos caminando y estamos creciendo, o sea, nuestra vida no nos va a alcanzar para una conversión. Nosotros mismos caminamos para esa conversión, caminamos a la casa de Dios, vamos camino a la vida eterna. Es un camino que lo tenemos que ir también mejorando y replanteando día a día, desde Leda hasta el que entró hace dos días. Vamos camino a eso, vamos camino a ver a Dios, a ver al Padre.
—¿Cuál sería el lugar propicio para estar? ¿Una iglesia?
—En este momento estamos todavía en la ex Rural que también nos brinda el municipio para que la gente no esté en la calle, no se golpeen, no les roben. Nos cabe una responsabilidad también y eso nos ocurre en cada lugar que vamos porque en todos los lugares que vamos el municipio tiene que responder ya de antemano por el número de gente que se convoca. Hoy sí ponemos un cupo de gente para no quedarnos hasta altas horas y que no se vaya todo de control. Hemos tenido esta gracia de trabajar con los municipios, de que ellos estén muy pendientes de la gente. Lo ideal sería que podamos funcionar en una iglesia. La Iglesia se está moviendo a los lugares que vamos nosotros, por eso siempre se celebra la Santa Eucaristía, siempre está el Santísimo Sacramento expuesto. Sale la Iglesia a la calle porque no queda otra y estamos así en un continuo movimiento. Esto de funcionar una vez por mes en la ex rural nos llevó a recorrer el país y hoy estamos con una agenda que está ocupada.
También, llegó la música que hizo ruido, pero bueno, uno trata de responder a lo que la gente pide. «Leda cantá» y bueno, iban sacando fragmentos de las oraciones y dijimos «Bueno, ¿por qué no? ¿Por qué no grabar?» Y ahí llegaron los productores. Yo no tengo la capacidad de grabar, obviamente. Se aceptó recién ahora, pero hace más de un año que vienen productores con propuestas de grabar, de poder llevar este mensaje por medio de la música. Si bien ustedes ven que yo canto una oración inspirada, llevar la música es también que entre en tu casa. También respondimos a esa necesidad y como siempre está la crítica y está la aceptación. Bueno, nos quedamos con la aceptación. Y no es cobrar, sino que es mucho el despliegue escenográfico, y considero que todos los que trabajan tienen que cobrar su salario. En las bendiciones no se cobra ni entrada ni nada, y nosotros y los ciento y pico de servidores que tenemos no cobran nada. Nunca nos llevamos plata a casa y lo hemos hecho en una entrega a Dios. Y creo que esto Dios lo vio, lo multiplicó y lo llevó a que podamos transmitirlo a un montón de lugares. Esta es nuestra fe.
—¿Las renuncias a las que te referís también son económicas?
—Nunca me creo que llegué hasta acá, Te puedo decir que lo que tengo y grandes cosas que he tenido me las han dado. Yo le digo la Divina Providencia que siempre se hizo presente. No me falta nada, aunque hubo tiempos que sí y estaba en el camino de la fe. En el momento donde nosotros como familia, como comunidad, nos decidimos a pasar hambre, a pasar pruebas, que lo hemos peleado de rodillas, alguna de esas personas que nos critican, ¿se replantea si comíamos o si no comíamos? Creo que hemos hecho un silencio tan lindo que ha llegado al cielo. Y nos ha unido tanto. Como comunidad decimos «Recordemos cuando cuando no teníamos, contábamos las monedas que salían de nuestro bolsillo para poder ir a llevar el evangelio» Hoy nos invitan a dónde vamos, nos colaboran con los pasajes, nos dan la comida y casi siempre nos hospedan. Tenemos la tranquilidad que todo lo que no es de Dios se termina en el tiempo. Entonces, no vamos a estar mucho tiempo haciendo el mal, o sea, el bien se propaga, se extiende y se multiplica y creo que eso es lo que estamos viendo: un bien que se multiplica.
— ¿Y vos tuviste que dejar de trabajar? Cuando te conocimos vos tenías tu emprendimiento.
—Hoy podría ser una entrada a mi vida lo que es la música y eso es real. Yo nunca lo había pensado así, pero hoy me podría dar un sustento económico. Obviamente, no he dejado de trabajar en su totalidad, porque siempre algo tengo que ir haciendo pero, lo grande que hacía para mi empresa ya no lo estoy pudiendo hacer. Nunca me proyecté como cantante, me encanta cantar, pero no subirme a un escenario. Pero bueno, Dios te va llevando.
—¿Ir a los shows de Leda es una forma de orar?
—La gente que va se conecta con Dios, exactamente es una adoración. No está el Santísimo pero la gente tiene sus experiencias, ya me están llegando testimonios. Estoy en un teatro, pero cuando piso el lugar me dejo ir y si canto Dios está igual. ¿Y qué decir? Vuelvo al principio. Yo siempre me sentí incapaz, pero en esa incapacidad Dios hizo tantas cosas porque creo que lo importante es saber escuchar a Dios porque Él sabe qué es lo que nosotros podemos dar y hasta dónde podemos llegar.
—¿Le preguntás todo a Dios?
—Mi primera comunicación todas las mañanas desde que empecé mi camino de fe es con Dios, es hablar con Dios, es preguntarle, decirle que me conteste y eso lo hace con cualquier persona. Necesito que me conteste cuál decisión tengo que tomar, desde estar sentada acá contándoles esto hasta estar un martes. Todo se lo pregunto a Dios. Él me enamoró y yo lo sigo y voy a seguir contra lo que venga. Quedémonos con el paso de Dios.
— ¿Ser mujer cambia la perspectiva de los demás? ¿Creés que tenés que hacer un doble esfuerzo en demostrar y dar más explicaciones porque te gusta tener el pelo y la cara bien o arreglarte?
—No me tengo que esforzar para nada, soy como soy y creo que si me hubiese esforzado, capaz, hubiese dado un poquito menos de qué hablar. Pero yo dije que no, porque yo soy así. Sí le consulté al obispo en algún momento si me tenía que vestir de otra manera. Él me dijo que no y yo dije «Seguimos adelante Leda. No perdamos la esencia y lo importante es comunicar a Dios». Si a Dios le pareció bueno esto ¿quién soy yo para cambiarlo?. Él lo eligió. Él sabía quién era yo y cómo era, cómo me vestía, si me pintaba, sabía que me gustaban los colores, y lo quiso así. Dios no se contradice, ¿por qué lo voy a contradecir en algo así? No me esfuerzo para nada, pero tengo mis momentos. Leda es una persona igual que todas, tiene sus preocupaciones, su vida y sus problemas. Yo he empezado a ayudar desde hace un montón y no entiendo por qué la crítica. ¿A qué nos lleva? ¿A dónde queremos ir? Cuántas veces quise encontrarme con esa persona que me dijo “eso” para que me conozca. Me pasa que viene mucha gente y me dice «perdóname porque yo te criticaba».
—¿Qué es la espiritualidad y cómo se lleva a cabo?
—No hacemos nada que no haga nuestra iglesia, y el Espíritu está convocando. No es que yo llamo por teléfono a todas las personas que vienen, es el Espíritu Santo o sea más claro que esto no hay nada; más a la vista no hay nada. Nosotros hacemos las convocatorias y a la hora ya no hay más espacio y eso me pone triste porque yo quisiera que hubiera lugar para todos. Si fuese por mí hago como hacía antes que me quedaba hasta las 6 de la mañana, pero en un momento me dijeron que no se podía. Y también tenemos los fines de semana y tenemos que abrazar a todos esos hermanos. Por eso, decirles mándenos una foto, manden sus pedidos y Dios obra igual. Y no es la espiritualidad, es el Espíritu Santo realmente que está obrando.
—¿Qué es la salud para vos y qué es la sanación? ¿Cuál sería el concepto de una persona que está sana y una persona que está curada?
—Para mí la sanidad está en el corazón, porque cuando yo estoy mal acá (se toca el pecho) está todo mal. Y siempre vuelvo a lo mismo y me meto en un lugar polémico, pero se me enferma el cuerpo. Y estoy totalmente segura de lo que digo y no digo que la gente deje la medicina. Lo primero que tenemos que tener sano es el corazón, el corazón nos enferma y nos trae envidia. Bueno, el que hablen de tantas cosas, nos destruimos porque estamos mal en el corazón, no podemos perdonar, no podemos aceptar. Y, después ¿cómo un cuerpo puede estar sano? Ni siquiera lo considero con vitalidad, porque he tenido la gracia de estar con gente en las últimas, con cáncer o enfermedades terminales y están radiantes. Realmente ¿nosotros entendemos a dónde vamos? . Creemos que acá se nos termina todo y entramos en el tema polémico. Hay gente que es vital, pero está muerta y hay gente que está al borde de la muerte y está más viva que nadie.
—¿Eso es lo que encuentra en las bendiciones la gente cuando sale advierten que han podido encontrar un motivo para vivir mejor?
—Muchos me dicen «Volví a Dios», «Me cambió la vida». Ese es el Espíritu Santo, un Dios que te cambia en el momento y para siempre. Nosotros vemos semblantes distintos, vemos gente entrar a los empujones y salir abrazándose. Vivimos experiencias hermosas que se pueden vivir en cualquier lugar, tal vez sí, porque está la disponibilidad del corazón.
—Me quedo con una respuesta tuya de otra entrevista, que es una pregunta: ¿Que se qué hace con eso?
— Exactamente, ¿qué hacemos con eso? Dios deposita en tu corazón un oro fino. Hay gente, de hecho lo dice el Evangelio, que se les caen las escamas de los ojos y empiezan a ver la vida. ¿Cómo es con Él, qué hago con eso, me quedo en mi casa?. Eso es lo que me pasó a mí. Yo encontré un tesoro, entonces tuve que volver a arreglar todo y después empezar a trabajar con ese tesoro, que me trajo un mar de lágrimas, o sea, cargar la cruz. «Leda canta, Leda esto, Leda gana plata, a Leda no le da». Uno tiene una vida igual que todos y acepta estar acá. Aún estando mal muchas veces. Ir a darlo todo por Dios cuando una es mujer, es madre, tiene necesidades, situaciones que resolver. Yo acepto cruzar este límite para mostrar quién soy también. Soy igual que todos.
—La gente puede creer que quizás no te enfermás o que al lado tuyo a nadie le va a pasar nada.
—Necesitamos tanto como la gente. Recibo miles y miles de pedidos de oración y a todas esas personas que me piden, les digo que también recen por mí porque yo también lo necesito. Necesitamos a Dios y si Dios utiliza a los que están disponibles, bueno, me vio disponible. Y yo acepté.
— Como hicimos aquella vez el año pasado, te preguntamos cómo seguía o cómo creías que podía continuar este soplo. Un año después, ¿cómo lo ven?
—Yo siento que este viento sopla y nos lleva. Nos fue llevando. Lo bueno fue que siempre supimos a dónde íbamos. Nada nos tomó por sorpresa, cada vez que nos juntábamos a orar, este Padre amoroso nos hablaba y nosotros supimos que iba a ser un año en el cual iba a venir esta multitud de gente. Nosotros nunca tuvimos miedo. Sabíamos que estábamos preparados para esto
— Aparte vivimos en una ciudad con miedo, es un contraste muy fuerte. Cuando uno va a otro lado te refieren sobre la violencia, pero también escuchás «Bueno, pero está Leda» ¿Cómo conviven estos dos mundos?
—Mis amigas, mi gente, mi comunidad me dicen «Vos no te das cuenta, quién sos» Y no, yo no me doy cuenta. Yo me considero igual que todos, pero bueno, sí sé que hay algo que puedo transmitir diferente, lo veo en los rostros, lo veo en los ojos de las personas cuando me acerco. Creo que este Espíritu Santo, este soplo de Dios no va a parar. Sigue su rumbo por distintos países, por todos los lugares que nos están llamando y nos están convocando. Que recen por nosotros para que sigamos.